La espeluznante carta de suicidio del niño que sufría acoso: «No vi futuro, solo un agujero negro»
SOCIEDAD
Andrés, el joven de 16 años que se lanzó al vacío la semana pasada, narró el infierno que vivía en una nota que dejó escrita en su móvil
12 abr 2019 . Actualizado a las 13:26 h.Andrés vivía un infierno. Tenía miedo, a veces no podía dormir. Para él ir al instituto suponía soportar seis horas de terror. Andrés sufría acoso escolar. Lo había pasado mal, explica, pero nunca tanto como desde que se mudó a Madrid desde A Coruña, donde vivía hasta hace un año con su madre y su hermano. El diario El Mundo ha tenido acceso a la nota de suicidio que la policía halló en su móvil después de que decidiese quitarse la vida saltando al vacío desde la ventana del piso en el que residía en el barrio de Usera. El adolescente llevaba poco tiempo residiendo en la capital y sufría bullying Tras su muerte, un compañero de instituto fue detenido y puesto en libertad más tarde.
Antes del fatal desenlace Andrés asegura que el compañero investigado, de 17 años, le robó el móvil y las llaves, una intimidación más a las que, presuntamente, lo sometía cada día. «Mi nombre es Andrés y si estás leyendo esto es por que me habré suicidado. El caso es que todo empezó bien hasta febrero del 2019, cuando caí en picado. Tenía que aguantar seis horas en las que poco a poco empezaba a tener más miedo y así fue mi último mes de vida. Sabía que estaba solo, que nadie me ayudaría», comienza el estremecedor relato. Además de explicar el infierno que estaba viviendo lanza varias preguntas a su acosador. «¿Creíste que tus palabras no me hacen daño? ¿Que tus bromas alguna vez me gustaron? ¿Que me cogieras mis cosas y no me las devolvieras me hacía gracia? Y yo digo, '¿qué hice para merecer eso?' No lo entiendo. Todo el rato fui un chico que no molestó a nadie», añadía.
El joven incluso explica cómo tomó la fatal decisión. «Me daban ganas de llorar en el mismo instituto, pero me mantuve fuerte. Me di cuenta de que no podía más. Y me dije '¿tengo que estar así siempre?'», se pregunta. «No vi futuro. Solo vi un oscuro agujero negro y ya no me enfocaba en mis estudios por culpa de él (del acosador), porque me sentía perdido y de hecho ese día lo decidí. Estaba harto de tragar», dejó escrito.
Termina su carta pidiendo que devuelvan los libros en la biblioteca y confiando en que las palabras de su madre sean ciertas. «A ver si mamá tiene razón y Dios existe. Adiós a todos», finalizaba. Pese a que en algún momento llegó a hablarse de los problemas personales del menor, que podrían haberle hecho tomar esa decisión (se mencionó un desengaño amoroso y la separación de sus padres, ocurrida ya hace tiempo), este escrito deja patente que sufría acoso. El instituto al que acudía, el Ciudad de Jaén de Orcasitas, ha asegurado que no tenía activado ningún protocolo de acoso, a pesar de que el alumno había alertado a una profesora de algunos de los episodios que sufría y que otra alumna, que también sufría acoso escolar, también se suicidó hace años. Entonces, la Comunidad sancionó al director del centro, lo que le condujo al traslado forzoso sin cambio de residencia y con suspensión de funciones durante seis meses. Sin embargo, el director recurrió y un Juzgado anuló las sanciones e impuso a la Comunidad el pago de costas.
Inspección descarta acoso en este caso
El informe de Inspección Educativa descarta en cambio que existan evidencias o situaciones concluyentes de que se haya producido una situación de acoso escolar por otro estudiante y que ello pudiera influir de forma «determinante» en el suicidio. El documento de conclusiones elaborado por la Consejería de Educación se terminó antes de conocer esta carta escrita por el fallecido. Fuentes de esta consejería detallan que la Inspección Educativa no conocía siquiera la existencia de la carta y que se tendrá que ver si este documento modifica en algo las conclusiones que se cerraron este miércoles.
El informe establece que ni los miembros docentes ni ningún otro integrante de la comunidad educativa del Ciudad de Jaén tenía conocimiento de que el alumno podría estar sufriendo acoso por parte de otro chico y que el entorno familiar del estudiante fallecido no comunicó en ningún momento que sufriera «cualquier tipo de menoscabo a su integridad física o psicológica».
¿Cómo detectar un caso de acoso escolar?
UXÍA RODRÍGUEZ
«Le diría que pase lo que pase a su alrededor no hay nada malo en él», es el mensaje que Iria Calleja, psicóloga de la Fundación Indaga, quiere lanzar a cualquier menor víctima de acoso escolar. Una lacra que tiene muchas consecuencias y que puede llegar hasta la peor de ellas: el suicidio.
- ¿Qué es el acoso escolar?
- El acoso escolar es una conducta sostenida en la que uno o más compañeros, de forma verbal o física, vejan a otro compañero. El acoso está formado por un triángulo: la víctima, el acosador y, en el otro vértice, está el observador.
- ¿Cuáles son las principales consecuencias?
- Los acosadores le hacen disminuir el autoconcepto, le ponen en una situación de tristeza y melancolía profunda. Le pueden llevar hasta la indefensión aprendida que es el convencimiento de que estás en una situación lo más negativa posible y sobre la que no tienes ningún tipo de control. Llegas a creer firmemente que no puedes cambiarla. Y así, es como terminas en una situación como la de este menor que se ha suicidado.
- La adolescencia es, además, un momento clave en el desarrollo personal.
- En la adolescencia construimos nuestro autoconcepto que es la idea que tenemos sobre nosotros mismos. Además construimos la autoestima sobre la idea que nos dan los demás.En la adolescencia nuestra tarea es oponernos a los adultos para convertirnos en nosotros mismos. Por lo tanto, lo que piensen nuestros compañeros y nuestros amigos es lo más importante. Es la fuente principal de información.
- El acoso escolar tiene consecuencias en el presente pero, ¿cuáles son las repercusiones en el futuro de las víctimas?
- Por supuesto, el acoso escolar tiene muchísimas consecuencias a largo plazo. Si tú construyes una autoestima débil ya en la adolescencia, lo que vas a hacer de adulto es confiar muy poco en ti mismo y en tus habilidades. Vas a ser una persona tremendamente insegura, lo que te convertirá también en una persona muy sumisa. Siempre vas a necesitar la opinión positiva y la valoración de quienes te rodean. Vas a ceder a sus deseos y vas a tener comportamientos muy sumisos aunque las situaciones no sean justas,solo por encajar.
- ¿Cómo se identifica el acoso? ¿Cuáles son las señales?
- Lo primero que se nota, las primeras señales, es que los menores se vuelven más irascibles, están más irritados. La depresión en la infancia tiene síntomas paradójicos. Lo que vamos a notar es que están airados. También se retraen, quizás antes eran chavales más extrovertidos, compartían más cosas en casa y, de repente, no lo hacen. Otra cosa que ocurre muchísimo es que, cuando los padres los van a recoger al colegio, los niños suelen salir con una sonrisa y la cabeza alta pero en cuanto se alejan del centro unos metros cambian radicalmente.
- ¿En qué deben fijarse los padres?
- Lo primero que hay que tener claro es que si se produce un cambio en su comportamiento es que está pasando algo. Un chaval no pasa de un polo extravertido a uno introvertido sin más. Por otro lado, hay que fijarse en todas las conductas. La alimentación y el sueño también son buenos indicadores. Pero sobre todo, se nota en las emociones. Comienzan a ser mucho más reservados porque el primer sentimiento en el acosado es que se siente culpable. Creen que son ellos los que están haciendo algo mal para no encajar.
- ¿Qué deben hacer los padres?
- Mi primera recomendación es que, antes las sospechas, lleven a su hijo a un psicólogo especializado lo antes posible. Nosotros lo primero que les decimos es que nada de lo que nos cuenten saldrá de la consulta. Ellos se encuentran en un sitio seguro. A partir de ahí se toman decisiones. También los padres tienen que estar muy comunicados con el colegio o el instituto. Lo que no tienen que hacer es enfrentarse directamente a ese compañero o a los padres de ese compañero porque pondrán a su hijo más en evidencia.
- ¿Crees posible que un centro no detecte un caso de acoso como el que, presuntamente, estaba viviendo el joven que terminó suicidándose?
- Me sorprendería bastante que nadie en el centro lo supiese. Es cierto que vemos que hay profesores «de la vieja escuela» que siguen considerando que esto es algo entre los chicos y que lo terminan resolviendo entre ellos. Hay que dejar claro que no se les pasa y que nosotros tenemos que ser parte de la solución. Siempre que lo obviamos somos parte del problema. Yo creo que en el centro alguien lo tenía que saber.
- ¿Cómo puede llegar un chico de 16 años hasta el límite de suicidarse?
- Hace muchos años se hizo un experimento que nos puede ayudar a entenderlo. Se puso a unos perros en una parrilla electrificada. Parte de los canes pudieron pasar a otra parte de la jaula en la que dejaban de recibir descargas. El resto no podían pasarse a esa parte segura así que llegó un momento en el que llegaron al convencimiento de que hicieran lo que hicieran iban a seguir sufriendo. Lo que sucedió es que dejaron de comer, dejaron de beber y se dejaron morir. Es la indefensión aprendida. Yo creo que este chico llegó a esa situación y eso no pasa de un día para otro. Es un conflicto largamente gestado. Si llegas al convencimiento de que hagas lo que hagas, digas lo que digas, nada va a cambiar es la fase final de una depresión. Una depresión que no se trata puede terminar en muerte.
- Hablemos del papel de los testigos que no hacen nada, los observadores pasivos.
- Hay muchos menores en clase que conocen, saben , que hay un compañero que está siendo objeto de acoso pero no intervienen ni denuncian. Ahí juegan un papel muy importante los profesores y el colegio. En un colegio de Vigo se ha puesto en marcha el «Grupo de valientes», son alumnos que lo que hacen es que durante el recreo están pendientes de si hay alguna conducta de acoso o de rechazo. Si lo detectan hablan con la orientadora. Lo que se hace así es un cambio de concepto: no son unos chivatos, son unos valientes.
- ¿Qué hay que hacer con los acosadores?
- Primero hay que trabajar muchísimo la empatía. Tenemos que lograr que comprenda que sus acciones están teniendo repercusiones muy fuertes en sus compañeros. También tiene que haber un reforzamiento negativo, es decir, tiene que tener un castigo. Tiene que asociar consecuencias graves a lo que ha hecho. Desde el ámbito de la psicología hay técnicas como la reparación del daño. No solo vas a cumplir un castigo si no que tienes que hacer algo positivo por el compañero acosado.
- Y los colegios, ¿qué tienen que mejorar?
- Todo el profesorado y el personal de servicios tienen que estar muy alerta porque hay un montón de detalles en el comportamiento de los menores con los que uno se puede quedar. Hablo también del personal de limpieza o de conserjería. Hay que saber identificar las conductas. Después, el colegio tiene que estar en comunicación plena con las familias. Aunque sean pequeños signos hay que comunicarse.
- ¿Cómo está la situación en Galicia?
- Hace meses que no recibo ningún caso de acoso escolar cuando antes era una tónica semanal. Así que creo que en Galicia se están haciendo las cosas bien.