
La realidad se obceca en demostrar que cada taza de café es un mundo y que no hay dos iguales. Y por lo tanto, tampoco lo es su contenido en cafeína
20 may 2019 . Actualizado a las 16:26 h.¿Es cierto que se pueden tomar hasta -o solo- 6 tazas de café al día sin que suponga un riesgo cardiovascular tal como acredita el reciente estudio publicado por investigadores australianos?
Lo único cierto es que… depende. Una descorazonadora respuesta -nótese el juego de palabras- que surge del muy cuestionable empleo de la unidad de «tazas de café». Como si todas las tazas de café contuviesen exactamente la misma cantidad de cafeína. Cuando la realidad se obceca en demostrar que cada taza de café es un mundo y que no hay dos iguales. Y por lo tanto, tampoco lo es su contenido en cafeína; que, de hecho, varía considerablemente de unas a otras en virtud de los muchos factores implicados. Los principales: el obvio del tamaño de la taza o, para ser más precisos, de la cantidad de café negro que se vierte en la misma; el tipo de café utilizado -donde a su vez concurren tanto la variedad de café, como la procedencia del cultivo, el grado de tueste al que ha sido sometido y, finalmente el nivel de molido-; y el método de preparación empleado.
Con respecto al café utilizado y dado que el común de los mortales suele comprar paquetes de café ya molido, este factor escapa a nuestro control, más allá de decantarnos por una marca u otra. Pero lo que sí podemos controlar es el tamaño de la taza y el método de preparación del brebaje entre el amplio abanico disponible; y en el cada método ofrece una concentración de cafeína significativamente distinta, tal y como han constatado de forma experimental químicos de la australiana Universidad de Newcastle que han analizado los cinco métodos más habituales entre sus paisanos.
Dicho estudio (y otros análogos) han determinado que el café elaborado con maquina espresso alcanza una concentración de 420 mg de cafeína/100 mL; el de cafetera de émbolo de 75 mg/100 mL; el de cafetera italiana de 220 mg/100 ml; el de cafetera de filtro de 70 mg/100 mL; el de percolador, 84,5 mg/100 mL; en el café turco la concentración de cafeína es de 100 mg/100 mL; en el café soluble de 70 mg/100 mL; en el de pota de 67,5 mg/100 mL; y en el café en frío de 56,5 mg/100 mL.
Y este es un momento tan bueno como para cualquier otro para reparar en que mientras los australianos se decantan de forma mayoritaria por el espresso, y en segundo lugar por la cafetera de émbolo; en este recuncho galaico, al menos en el ámbito doméstico, somos más de la clásica cafetera italiana y del tradicional café de pota.
Dicho lo cual, en mi caso particular, en casa siempre tomo café con leche en uno de esos enormes tazones de desayuno de 300 ml (y con una generosa dosis de café, unos 200 ml) preparado en cafetera italiana. En las cafeterías opto por un cortado de máquina en taza pequeña (30 mL). Y cuando voy a un restaurante a comer o cenar, gusto de rematar el banquete con un pocillo (30 mL) de café de pota. Tazas de café que, recurriendo a los datos el párrafo anterior, suponen respectivamente, unos 440 mg de cafeína; 160 mg; y 20,25 mg.
Valores a la vista de los cuales no parece muy fiable atenerse alegremente a esas «6 tazas de café al día». A tal efecto sugiero dos alternativas:
1) Desempolvar la calculadora -o aún mejor, las neuronas- y efectuar unas sencillas cuentas para determinar la cafeína de tu «taza tipo» a fin de no exceder los 300 mg de cafeína diarios que suelen fijarse como tolerables.
2) Tener un poco de sentidiño y hacer un consumo de café moderado… como con todo lo demás.