
Editan una nueva traducción al castellano de «La rebelión de Atlas», que inspira a millonarios de Silicon Valley
09 jun 2019 . Actualizado a las 15:46 h.¿Qué relación hay entre Uber, Amazon o WhatsApp y la filósofa Ayn Rand? Que los multimillonarios de Silicon Valley aplican a sus innovaciones las ideas de esta autora libertaria de mediados del siglo XX que defendía el individualismo y rechazaba la intromisión del Estado. Por ejemplo, Uber es una plataforma de taxis que elimina a los intermediarios: los usuarios (cliente y chófer) negocian entre sí a precios de mercado. Es la llamada «uberización» del mundo, donde el empleado que antes cotizaba a la Seguridad Social pasa a ser un emprendedor ajeno a la legislación laboral. Muchas redes sociales y plataformas siguen el mismo patrón libertario, por lo que Rand, fallecida en 1982, es una de las mujeres más influyentes del siglo XXI. La editorial Deusto acaba de lanzar una nueva traducción al castellano de La rebelión de Atlas (Atlas Shrugged), que la filósofa ruso-estadonidense Ayn Rand publicó en 1957.

Esta obra de ficción es un canto al capitalismo a ultranza, la libertad del individuo guiado por su razón y el libre mercado y que repudia el colectivismo y altruismo del Estado. Su héroe es John Galton, un misterioso gurú de las Montañas Rocosas que encabeza una «huelga» de capitanes de la industria que se rebelan para reflotar EE.UU., que considera hundido por el excesivo intervencionismo del Estado y los impuestos altos. El Atlas es la famosa escultura que preside el Rockefeller Center de Nueva York.
El autor George Parker, en El desmoronamiento (2013), explica por qué el objetivismo de Ayn Rand seduce a los megamillonarios de Silicon Valley. Retrata al inversor Peter Thiel como un estudiante que leía La rebelión de Atlas. Influido por Ayn Rand, en los años 90, montó una revista procapitalista en Stanford y tuvo problemas con los progresistas que defendían la corrección política y la igualdad de las minorías o la mujer. Thiel se asoció con Elon Musk para lanzar PayPal, una app para transferir pagos desde el móvil y que daría al individuo mayor control sobre las divisas e impediría a los Gobiernos corruptos quedarse con los ahorros de sus ciudadanos mediante la inflación y la devaluación de la moneda. Le vendió el negocio a eBay por 55 millones. Años más tarde, apostó medio millón en Facebook y ganó mil. Thiel sostenía que desde 1973 hay un «parón tecnológico» causado por la burocracia. Propuso que los libertarios hiciesen en Internet otro mundo virtual sin tantas leyes para eludir al Estado. En los últimos años, apostó por la «singularidad» (máquinas más listas que el humano) y el «transhumanismo» (inmortalidad digital).
Otro autor, Andrew Keen, explica en Internet no es la respuesta (2015) cuál es la filosofía libertaria que subyace en la «uberización» del mundo. Esta especie de «libertarismo» le recuerda a las tesis de Ayn Rand, defensora del egoísmo racional y el laissez-faire. «Sus obras han inspirado a muchos empresarios de Silicon Valley», advierte Keen. Cuenta cómo filosofía se trasluce en un mismo patrón: Uber y Airbnb no crean empleo (o lo precarizan), destruyen a un sector entero (taxi y hostelería, que sí pagan impuestos) y encarecen los precios frente al transporte público. Los usuarios de las redes sociales y sus datos son «monetarizados» a través del análisis de Big Data. Instagram, con solo 13 trabajadores, valía mil millones por sus fotos libres de derechos. Un caso similar es WhatsApp. Keen concluye que Silicon Valley tiende a la automatización, destruye empleo de forma «aterradora» amparada en la libre competencia y deriva en monopolios que hunden a las pymes.