La mítica figura descrita por un obispo armenio en el siglo XV renace en Dumbría como símbolo del Camino
22 sep 2019 . Actualizado a las 20:35 h.«Recibí la bendición de Santiago, me puse en camino y llegué a la extremidad del mundo, a la playa de la Santa Virgen, a un edificio que fue construido por la propia mano del apóstol San Pablo y que los francos llaman Santa María de Finisterre. Padecí muchos trabajos y fatigas en este viaje, en el cual topé con gran cantidad de bestias salvajes muy peligrosas. Encontramos el Vákner, animal salvaje grande y muy dañino. ¿Cómo, me decían, habéis podido salvaros, cuando compañías de veinte personas no pueden pasar?».
Este breve y poco preciso fragmento escrito por el obispo Mártir de Arzendján (Armenia), en el relato de su peregrinación por media Europa que le trajo también a Santiago y Fisterra entre 1489 y 1496 es la única referencia sobre una figura muy próxima al terreno de la leyenda, con la que ahora el Concello de Dumbría está llevando a cabo un importante trabajo de recuperación.
La literatura posterior y la tradición oral la olvidaron por completo, a excepción de los estudios sobre el relato de este singular peregrino, hasta que ya en la época contemporánea, el catedrático de la USC Fernando Alonso Romero, gran conocedor y divulgador de las leyendas del Finisterre, la ha puesto en relación con otros mitos del arco atlántico, como una figura demoníaca próxima al Lobisome de la mitología galaica. Por contra, María Aurora Lestón Mayo, en un extenso estudio al respecto, lo conecta con el fáfner nórdico, un dragó que también está presente en otras leyendas jacobeas como la del Pico Sacro, cerca de Santiago, o el monte de O Pindo, al pie del Camino de Fisterra, que sería la guarida perfecta del Vákner.
Dado que no encaja con ninguna de las bestias medievales de la zona, la única explicación científica desde la zoología es la de algún gran cánido con brotes rábicos. Sea como fuere, para el historiador y estudioso del Camino Antón Pombo merece ser recuperado «para valorizar nuestro patrimonio inmaterial caminero».