José Benito Rodríguez: «O chaqué é incómodo no día a día»

SOCIEDAD

En Austria o Alemania son símbolo de buena suerte y en Navidad se regalan amuletos con su figura. El ribadense José Benito Rodríguez Pardo es uno de los pocos limpiachimeneas profesionales de Galicia

05 nov 2019 . Actualizado a las 20:08 h.

El oficio viene de antiguo, tanto como la existencia de estufas y chimeneas en el interior de las casas. Con suelos y techos de madera, el único modo de prevenir un incendio era manteniendo limpia la salida del humo. Bert lo popularizó en la película Mary Poppins, basada en la novela homónima de la escritora australiana Pamela Lyndon Travers. Y José Benito Rodríguez Pardo (Ribadeo, 35 años) abandonó la idea de estudiar Arquitectura y se hizo deshollinador. Una década después sigue siendo de los pocos limpiachimeneas de Galicia, pese a la demanda, que le lleva por las provincias de Lugo y A Coruña, e incluso al occidente de Asturias.

«Sempre os houbo. Antigamente víanse máis nas cidades e nas vilas grandes, polas cociñas e as caldeiras de carbón; nas aldeas facíao cada un na súa casa ou un veciño que tiña máis práctica», cuenta. El trabajo apenas ha variado, aunque sí las herramientas. «Ao final é o mesmo, eliminar a feluxe acumulada durante o inverno, cando funciona a cociña. O fume vai pasando polo conduto e ao ir subindo e ir arrefriando vaise solidificando, e queda adherido nas paredes da cheminea. Teño visto algunha atascada case de todo», explica.

Bert exhibía con gracia la caña con el erizo en el extremo, danzando al ritmo del Chim chim cher-ee. José Benito trata de imitarlo para la foto. «A cana é o mango, chamáselle así porque os primeiros facíanse de cana de bambú. As que temos hoxe son de tramos dun metro, acoplables, para poder chegar á cima da cheminea», describe. Para los viejos erizos se empleaba paja o retamas: «É un cepillo que vai varrendo, rascando e desincrustando a feluxe. Hainos máis suaves (de pelo sintético), de nailon e de arame forte».

El deshollinador clásico, símbolo de buena suerte en Austria o Alemania, ignoraba que un día una cámara de infrarrojos serviría a los de su oficio para comprobar el estado de las chimeneas, antes y después del barrido: «Permíteche detectar calquera greta ou deterioro, e o cliente pode verificar o resultado do traballo». Todo con un objetivo: «A seguridade, evitar un incendio ou outros danos provocados pola calor nas paredes». Pero hay otros beneficios. Con una chimenea limpia mejora la combustión -«se está obstruída non entra osíxeno»- y, por tanto, aumenta el poder calorífico y se reduce el consumo.

José Benito reparte su jornada laboral entre las cocinas de leña y las chimeneas de salón, alimentadas con leña o pellets. «O problema é o mesmo nas dúas -asegura-. As cociñas de leña necesitan unha revisión anual, porque moitas veces serven tamén como calefacción principal da casa, que está acendida de outubro ou novembro a maio ou xuño; e as chemineas de salón, como norma xeral, funcionan tres ou catro horas ao día. Ao ter un uso menos intensivo, é suficiente con limpalas cada tres anos».

Poca gente sabe que una ley obliga a sanear las chimeneas dos veces al año (conviene hacerlo al final del verano). «Non se aplica, só se empeza algo na hostalería», señala. Poner a punto una instalación doméstica cuesta 120 euros y muchos clientes suman la propina o le invitan a comer. Alguno le afea que no vista chaqué y sombrero de copa: «No día a día é moi incómodo».