El actor de «La que se avecina» se convierte desde este lunes en presentador del concurso diario de Cuatro «El bribón»
25 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Bajo el sobrenombre de El bribón, Pablo Chiapella (Albacete, 42 años) intenta hacerle el lío a los participantes del nuevo concurso diario de Cuatro, que tiene tres partes. A partir de hoy, a las 19.30 horas, el actor que da vida a Amador Rivas en La que se avecina tratará de que los concursantes no acaben llevándose los 70.000 euros de premio. Su labor, algo canalla, es tentar y confundir, ofreciendo dinero.
-¿Le costó decidirse a presentar el programa?
-Si me lo hubiesen ofrecido hace cinco o seis años, habría dicho que no por aquello de «no, yo soy actor», pero eso ya se me ha pasado. No sé si será por la edad. Es una nueva aventura, abrir una puerta más que no sabes qué va a tener detrás, y esto es lo que más me motiva. También me ayudó mucho haber hecho El paisano antes.
-¿Le dejan improvisar?
-Me invento todo menos las preguntas. Muchas veces me cortan, porque abres la acequia del ingenio y se te va. Menos mal que hay edición.
-¿Es en la última parte del concurso en la que más disfruta?
-Disfruto en las tres. Me gusta mucho ver cómo razonan en Las 7 tesis (una prueba de verdadero o falso), porque hay cada uno que flipas. Intento siempre reírme con ellos, la verdad, aunque hay veces que es inevitable no reírse de ellos. Pero ellos también se ríen de mí, porque de vez en cuando la pifio bien y patino, digo nombres que no son, voy a un sitio que no toca. Intento que todos tengamos carta blanca para reírnos de todos, que no sea yo solo el que lleva la voz cantante. Busco que la gente se sienta cómoda y sea capaz de poder decirme lo que crea con total naturalidad. Aunque yo también puedo responder, claro. También es verdad que la última parte cada vez la disfruto más. Cuando acabo un programa, pienso: «Le podía haber hecho más el lío todavía. A la próxima no se llevan ni un calcetín».
-¿Qué le ha sorprendido más?
-Al grabar sin dinero real, la cosa estaba bien, pero no tenía el aliciente de la pasta, y al meterla vino un cambio. Me encanta ver cómo se pelea la gente por la pasta. Y la capacidad de la gente de ponerse límites y superarlos.
-Está bien que le confíen un concurso, pero ¿cómo es que le digan que están buscando un «bribón» y han pensado en usted?
-Al principio no iba a ser El bribón, se iba a llamar de otra manera. Se tenía el planteamiento del programa, donde ya estaba esa fase en la que había que ser un poco canalla, pero no era tan evidente el nombre. Creo que fue Vasile el que al ver que era yo el que lo hacía y cómo era el programa dijo: El bribón (con acento italiano). Así que con El bribón me quedo. Si lo dice el jefe.
-¿Se ha inspirado en algún concurso?
-Veo Saber y ganar a diario. Entonces, me digo: «Todo lo que haga Jordi (Hurtado) lo quitas». La verdad es que no soy consumidor de concursos al uso. Soy más de ficción. Hay veces que cuando ves a la gente no la miras para copiar, pero sí ves virtudes rescatables. Al final, lo mejor es no intentar hacer nada como aquel o como este, porque te vuelves loco. Es absurdo intentar copiar, y te estás engañando a ti mismo.
-¿Cree que mucha gente verá el programa buscando a Amador?
-Habrá, seguro. Y le voy a dar el gusto, porque es inevitable que la gente te lo pida. Entonces, hago algunas cosas del personaje, pero la tónica, la dinámica y la actitud no son las de Amador, sino las mías, que también tengo parte de Amador, obviamente.
-¿Va a compaginarlo con «La que se avecina»?
-De momento no hay problema porque hasta enero no grabamos más capítulos, y ahora me puedo dedicar en cuerpo y alma a El bribón. Si va muy bien y se acaban solapando, pues se tendrán que encargar de organizarme la vida. Me subiré a un coche y diré: ‘¿Dónde me lleváis hoy?’
-¿Qué le va a pasar a Amador en los capítulos que quedan de esta temporada?
-Voy a ser sincero: esos capítulos se grabaron hace mucho, y no me acuerdo muy bien, pero si dijera que Amador sigue cayéndose en un pozo sin fondo, acierto. Sigue teniendo una vida de mierda, haciéndole la vida imposible a todo su entorno y demostrando que, a pesar de caer muy en lo hondo y sufrir mucho dolor, siempre te puedes levantar y volver a caerte.
-¿Le cuesta verse en televisión?
-Llevamos casi treinta programas ya y me ha costado verme. Por lo general, me cuesta, quitando a Amador, que son doce años y ya me he visto de todos los colores, vestido, desnudo, quemado. y ya incluso me he acostumbrado a decir: «Esto es así».