Las introducciones de cada ficción intentan contar al espectador el significado de cada título con pequeñas obras de intensa labor creativa de apenas 30 segundos
02 dic 2019 . Actualizado a las 11:47 h.Son la carta de presentación de una serie; las encargadas de abrir la puerta al espectador y despertar su interés; las que dan pistas y predisponen para lo que viene después. La de Dexter explicaba la rutina matinal del protagonista y servía para aproximarse a su personalidad. Sexi, bella y atrevida era la de True Blood, tres adjetivos que encajaban a la perfección con la historia sobre vampiros que produjo HBO.
Y luego está la de Juego de tronos, que directamente transportaba a cualquiera que fuera a ver el capítulo al mismísimo Poniente y lo invitaba a que lo admirase desde las alturas con todo lujo de detalles. La música de Ramin Djawadi ayudaba a desplazarse a la épica de la superproducción. Son las cabeceras, las secuencias de apertura que presentan el título, pequeñas obras de arte cuando se hacen bien, que pueden quedar para siempre en el imaginario colectivo de los seriéfilos.
Estas introducciones son piezas cuidadosamente diseñadas para disfrutarlas, por más que Netflix o Amazon hayan introducido la posibilidad de poder saltárselas para aquellos que vayan con el tiempo justo. Un acto que debería considerarse un sacrilegio.
La primera y la segunda de las citadas anteriormente fueron idea del estudio Digital Kitchen, mientras que la tercera es un trabajo original de Angus Wall. Detrás de estas introducciones hay una intensa labor creativa, un derroche de imaginación, y horas y horas de esfuerzo, aunque el resultado final apenas llegue a los 30 segundos. «Recuerdo la de Carnival, lo bien que estaban cuadradas las transiciones y el modo en que insertaban fragmentos históricos». Lucía Valdivieso no duda en seleccionar el inicio de aquella producción sobre el bien y el mal que estrenó HBO en el 2003 como una de las cabeceras que más le ha impactado, junto con la de A dos metros bajo tierra o, más recientemente, la de The Terror.
«Llevo veinte años dedicándome al audiovisual y siempre me ha gustado este ámbito. En España se está empezando a valorar ahora y, como las series viven un bum, aumentan las posibilidades», afirma esta diseñadora que forma parte de Lalivingston, empresa dedicada, en los últimos 15 años, a la publicidad, el diseño, la posproducción, la fotografía y la dirección. Ellos, en coproducción con Elamedia, son los autores de la apertura de Malaka, el thriller policíaco de Globomedia que tan buena acogida ha tenido en TVE. «Es una ficción con mucho sabor mediterráneo y eso había que reflejarlo, así como la trama de corrupción e intriga. Enseguida surgió la posibilidad de dar protagonismo a los primeros planos poniendo en valor a los personajes», explica Valdivieso, que considera que en estos trabajos debe quedar clara la intención narrativa y el tono de la serie. «Una de las que más orgullosos estamos, por la repercusión internacional que tuvo, es la de Los misterios de Laura, que mostraba el día a día de la detective».
¿Pero cómo se inspira uno para realizar una composición de estas características? Manu Herrera, de The Room Studio, tiene una respuesta. «Yo siempre intento contar cosas con las cabeceras, sobre todo narrar la idea principal. Es importante que no sea algo meramente estético, aunque naturalmente la estética es muy importante.
El argumento, la Biblia
Para ello es necesario contar con el argumento, la biblia -un documento en el que se describe lo que ocurrirá en los episodios- y algunos capítulos para poder indagar», apunta este creativo, que ha estado detrás de las introducciones de Estoy vivo, La otra mirada o Monteperdido. «Una de las que más tiempo nos llevó fue la de Cazadores de hombres. Nos dieron rienda suelta tanto a nivel creativo como de duración, esto nos condujo a varias ideas interesantes y un rodaje muy complicado, incluyendo trabajo en stop motion -animación en volumen-. Una de las partes del rodaje se realizó en un hospital abandonado, donde tuvimos un pequeño susto con unas puertas que se abrían solas», señala.
De su estudio, especializado en efectos digitales y diseño de cabeceras, salieron otras aperturas como las de Mar de plástico y Allí abajo. «El tiempo de producción es muy variable. He llegado a crear una en un fin de semana y otras me han costado tres meses», afirma.
«En el equipo creativo suele haber un diseñador, un animador, un especialista en 3D y un compositor de efectos especiales. Lo ideal es estar desde el inicio en el proyecto para poder realizar varias propuestas. Normalmente acuden el director y el productor con una idea muy clara de lo que quieren transmitir y el tono, luego nosotros le damos forma», añade Valdivieso. «Es bueno tener charlas con directores, productores y demás, la lluvia de propuestas puede ser beneficiosa, aunque para mí el proceso creativo no contaminado suele ser el mejor», comenta Herrera.