La corresponsal de La Voz de Galicia en China cuenta cómo se vive con el miedo a una epidemia que mantiene aisladas a 33 millones de personas.  Todo lo que tienes que saber sobre el 2019-nCoV

MARÍA PUERTO

Wuhan lleva dos días aislada. En la madrugada del jueves, mientras sus once millones de habitantes dormían, las autoridades anunciaban una medida radical para aislar el foco de la epidemia de neumonía provocada por un nuevo coronavirus: cerrar la ciudad.

La decisión de dejar en una especie de cuarentena técnica muestra la preocupación por la expansión de la epidemia. Se puede entrar en la ciudad, pero no abandonarla. Las salidas de aeropuertos, estaciones de tren y barcos se han clausurado. En las carreteras hay controles, que han provocado colas kilométricas, para inspeccionar si los pasajeros presentan síntomas antes de permitir que abandonen el área. Y en el interior de la ciudad se ha suspendido el transporte público, además de recomendar evitar las aglomeraciones y medidas de profilaxis. Unas recomendaciones que llegan un poco tarde, ya que la mayoría de las fiestas de empresas por el Año Nuevo chino ya se han celebrado.

En las redes sociales se comparten vídeos con imágenes de las calles de Wuhan vacías, centros comerciales cerrados y supermercados desabastecidos. La alerta ha provocado que la gente acumule comida por lo que pueda pasar. Circulan imágenes de hospitales llenos, con pacientes por los pasillos, e incluso con tiendas de campaña en suelo.

Las personas hacen cola para recibir tratamiento en el departamento ambulatorio de fiebre en el Hospital Wuhan Tongji en Wuhan, provincia de Hubei
Las personas hacen cola para recibir tratamiento en el departamento ambulatorio de fiebre en el Hospital Wuhan Tongji en Wuhan, provincia de Hubei STRINGER

China ha ampliado la cancelación del transporte a 8 ciudades de la provincia de Hubei. A Wuhan se suman Huanggang, Ezhou, Chibi, Xiantao, Qianjiang, Zhijiang y Lichuan. En total, 33 millones de personas están aisladas, se encuentran ya en esta cuarentena 'de facto'. El coronavitus ha causado 25 muertes entre los 830 infectados diagnosticados.

La decisión se ha tomado ante el riesgo que la epidemia se extienda por las fiestas del Año Nuevo chino que se celebra el domingo 25 de enero. La población viaja a sus lugares de origen para reunirse con la familia. Desde principios de esta semana ya ha empezado lo que se conoce como «gran éxodo» de vacaciones. Las previsiones de las autoridades, antes de la alarma de la epidemia, contemplaban que más de 440 millones de chinos viajarán durante lo que también se conoce como Fiesta de la Primavera. Se preveían unos 3.000 millones de desplazamientos en todo el periodo que abarca alrededor de un mes. No es el mejor escenario para contener una epidemia.

Aislar Wuhan no es una decisión fácil y puede provocar pánico entre la población. Es la capital de la provincia de Hubei, en el centro de China. Puede que no sea muy conocida en el exterior, pero es la octava ciudad de China y cinco veces más grande que Londres. Sobre todo, es un importante nudo de comunicaciones ferroviario y aéreo.

Tiene aeropuerto internacional y son esas buenas conexiones lo que ha propiciado que el virus haya llegado a otros países. Se han detectado casos en Tailandia, Corea del Sur, Japón, Taiwán y Vietnam. Hay un contagio en Estados Unidos y las autoridades sanitarias canadienses están vigilando a cinco personas. En Italia se estudia una posible infección en una mujer que había estado en Wuhan hace unos días. 

Escasean las mascarillas

De momento, China ha confirmado la muerte de 17 personas, todos en la provincia de Hubei, y más de 500 infectados. También advirtió de que el número de afectados seguirá creciendo en los próximos días ya que el virus, que se transmite por las vías respiratorias, puede mutar y propagarse más fácilmente.

La cuarentena de Wuhan ha desatado las alarmas en todo el país. La amenaza de la epidemia ha empezado a ser visible en la vida cotidiana. En Pekín, a más de 1.100km de Wuhan, la sensación es de tranquilidad, pero las mascarillas han hecho su aparición en la calle y esta vez no son contra la contaminación. Son mascarillas quirúrgicas, de tela o papel, las que acostumbra a llevar la gente en China cuando está enferma.

YONHAP | efe

En lugares públicos como oficinas del gobierno, bancos o en el metro, los trabajadores las incorporan como parte del uniforme. En las farmacias y supermercados el producto empieza a escasear y su precio se ha multiplicado. Las grandes plataformas de comercio electrónico como Taobao y Tmall han advertido a los vendedores que sancionarán los abusos de precio y han empezado a hacer márketing ofreciendo descuentos para que nadie se quede sin mascarilla.

En la capital, de momento, se han confirmado tres casos, y la gente muestra una moderada preocupación, aunque las redes sociales están llenas de consejos para prevenir la enfermedad. Zhang Fen recuerda que durante la epidemia de SARS de 2003 quedó recluida con sus alumnos en el colegio donde daba clases en Hebei y no pudo viajar por Año Nuevo a ver a su familia. Cree que se enfrentan a un problema grave, pero asegura que al menos ahora hay más información y se conoce que enfermedad es «en 2003 nadie sabía de dónde venía la infección ni cómo se contagiaba, además circularon toda tipo de rumores».

El viceministro de la Comisión Nacional de Salud, Li Bin, anunció el jueves medidas especiales de prevención que incluyen la cuarentena y el aislamiento de pacientes y áreas afectadas. Se ha establecido control de temperaturas a los viajeros en estaciones de tren y autobús, aeropuertos y puertos. Se hace seguimiento de los que padecen síntomas y se han establecido hospitales de referencia con salas de aislamiento. También se ha anunciado que la Seguridad Social cubrirá todos los gastos médicos relacionados con el tratamiento de los afectados habilitando un sistema de reembolso. En China la sanidad pública no es universal.