Asistimos a un día de operaciones entre el buque oceanográfico Hespérides y la base Gabriel de Castilla, en la Antártida
14 feb 2020 . Actualizado a las 03:50 h.Lunes 10 de febrero. 9 de la mañana. El Hespérides asoma en la bahía de Decepción a través de los Fuelles de Neptuno. Los restos de un barco hundido recuerdan lo peligroso que puede llegar a ser la entrada a esta isla volcánica. «Aquí hay un bajo que está más o menos a dos metros de profundidad. Antiguamente, cuando no existían los métodos de navegación tan modernos como hay en la actualidad, muchos barcos se topaban con esta zona y naufragaban», explica el capitán Óscar Araujo, responsable de los desplazamientos en la base Gabriel de Castilla.
Es mi tercer encuentro con el buque oceanográfico. Esta vez, al menos, no he tenido que pasar la noche en vela para subirme a bordo. «Aquí no existen horarios. Se opera de día y de noche, con buen tiempo y con malo, pero siempre de forma segura», reconoce Emilio Regodón, comandante del Hespérides.
Hoy es una jornada para ser testigo de lo que significa verdaderamente la logística. A lo largo de la mañana desembarcará personal y material con destino a la base antártica española, donde esperan un grupo de militares y civiles con sus trajes de seguridad para subirse a una de las zódiac que les llevará hasta el Hespérides. Uno que van y otros que vienen.
El primer contratiempo es la meteorología. Hace frío, oleaje y sobre todo viento.«Estamos apurando las operaciones porque la previsión apunta a que se complica todavía más en una hora y media», apunta Regodón. «Llevamos pleno esta campaña. Hemos tenido mala mar cada vez que el Hespérides ha llegado para realizar la logística. Además, aquí no existen puertos ni nada que se le parezcan y las embarcaciones sufren mucho. En cualquier caso este tiempo nos recuerda dónde estamos y nos obliga a extremar las precauciones», confiesa el comandante Joaquín Núñez, jefe de la base Gabriel de Castilla, que lleva un mes sin realizar este tipo de maniobras. «Hoy recibiremos fruta y verdura. También parte del material con el que terminaremos la obra que estamos realizando para el muro de contención de la base», explica Joaquín.
La mañana se consume a toda velocidad subiendo y bajando de las embarcaciones que luchan contra los elementos mientras transportan toneladas de hormigón y alimentos. Así es la logística más extrema del planeta. «Esta es sin duda una de las partes menos conocidas de las campañas antárticas. Y sin logística no hay ciencia», apunta el comandante del Hespérides.