La vida en la zona de Italia bloqueada por el coronavirus: «Estamos al límite»

valentina c. saini VICENZA / E. LA VOZ

SOCIEDAD

FILIPPO VENEZIA / EFE

En el Véneto los médicos trabajan sin descanso y en el sector turístico se anulan reservas hasta para octubre

10 mar 2020 . Actualizado a las 09:17 h.

«La emergencia coronavirus no es un desafío solo para Italia o para España, sino para todo el mundo, y requiere una respuesta global. Al virus le dan igual las fronteras» dice desde Padua Jacopo Berti, jefe de grupo del Movimiento 5 estrellas en la junta de la región de Véneto. Padua es la provincia más afectada de Véneto, y forma parte de las zonas rojas decretadas por el Gobierno italiano el domingo. Esto significa, entre otras cosas, la prohibición de entrada y salida de estos territorios, la restricción de los movimientos, así como la cancelación de todo tipo de eventos, el cierre de cines, museos, pubs, discotecas y similares, y por supuesto de las escuelas.

El Gobierno dirigido por Giuseppe Conte ha tomado una decisión drástica. Además de Padua, otras 13 provincias italianas y toda la región de Lombardía constituyen zona roja: es decir, unos 16 millones de personas y muchas de las empresas más dinámicas de Italia. Pero, a mali estremi, estremi remedi (a grandes males grandes remedios), ya que en las zonas aisladas se concentran la mayoría de infectados y de fallecidos. Actualmente Italia es el segundo país del mundo en número de infecciones después de China. Se cuentan 7.375 casos en total, de los que 6.387 son personas infectadas, 622 se han curado y 366 han fallecido. La edad media de los fallecidos es de 81 años.

G. es médico y trabaja en un hospital de Véneto. No puede revelar su identidad porque sólo el director de la sección puede hablar con los medios, pero dice: «Hacemos todo lo posible pero estamos al límite, y los casos siguen aumentando. Aun así, estamos mejor que en Lombardía, donde la situación es realmente difícil». De hecho, el gobernador de Véneto, Luca Zaia, pide que el gobierno central excluya las provincias de Venecia, Padua y Treviso del decreto: «La zona roja trae consigo medidas que para nuestra región son muy duras, mientras que son adecuadas para otras zonas con situaciones clínicas diferentes». Para Jacopo Berti, en cambio, el Gobierno italiano ha demostrado «mucho valor, y de estar dispuesto a seguir una línea de acción clara, incluso arriesgándose a resultar impopular. Esto es lo que hace falta ahora, y es la esencia misma del liderazgo».

Desde Roma, la prioridad absoluta es la salud pública. Por eso se ha pedido que todo el que pueda, incluso fuera de las zonas rojas, trabaje desde casa: el trabajo a distancia reduce los movimientos de las personas, y es esencial para mantener la economía en marcha. «En mi opinión, las medidas decididas por el Gobierno son correctas. Sin embargo hace falta mayor eficacia en su implementación, y mayor claridad en la comunicación a la población» dice Giuseppe Valerio, abogado de negocios y experto de innovación localizado en la ciudad de Vicenza. Y añade: «Trabajar a distancia es un poco más complicado, pero seguimos adelante».

Por otra parte, para quien se dedica al turismo la situación es extremadamente difícil. Angela trabaja en un hotel de Padua, y está muy preocupada por el futuro económico del sector turístico. «Las reservas se han colapsado y recibimos muchísimas cancelaciones, incluso de reservas para octubre. Espero que la emergencia se acabe pronto, pero no veo ningún control para que la gente respete las restricciones».

Según Carlo Valerio, presidente de la sección de Padua de la Confederación de las pequeñas y medianas industrias privadas, tras las primeras horas de confusión la situación está bastante clara para las empresas manufactureras ahora, ya que el decreto permite la entrada y salida de materias primas y productos de las zonas rojas. «Pero hay sectores que están fuertemente penalizados, en primer lugar aquellos relacionados con el turismo. El momento es difícil y necesitamos un gran sentido de responsabilidad por parte de todos, algo que de momento no veo». Las consecuencias para la economía serán inevitables, dice. Pero «por muy grave que sea, esta emergencia no es una crisis económica profunda como la que encaramos hace unos años. En cuanto podamos volver a funcionar a pleno ritmo, estaremos en condiciones de hacerlo».