La estación de la Aemet en la isla antártica de Decepción registró la temperatura más alta desde que existen registros
17 jun 2020 . Actualizado a las 18:41 h.Cuando el personal de la expedición antártica española, que ya acumula 33 campañas haciendo ciencia en el extremo sur del planeta, llegó en diciembre del 2019 a la bases Juan Carlos I y Gabriel de Castilla, situadas en las islas Livingston y Decepción, la imagen que se encontró era la misma: el blanco había desaparecido por completo alrededor de los edificios. Eran los efectos visibles de un invierno muy seco. «Las nevadas han sido escasas y han dejado poca cantidad. Además, nosotros lo que hemos visto es que el glaciar estaba muy escaso de nieve y las grietas más abiertas», reconoce Juan Carlos Jiménez, guía de montaña en la base científica.
Los datos recopilados por la estación meteorológica que la Aemet tiene en Livingston señalan que la temperatura media entre enero y febrero ha sido más cálida de lo habitual, con un valor de 3,5 grados. Esta cifra representa una anomalía de 1,3 respecto al promedio del período de referencia 2005-2019. El verano ha sido el segundo más cálido de la serie, solo superado por el de 2006.
13,1 grados en Decepción
En febrero el calor se manifestó de forma especialmente intensa y comenzaron a caer registros de temperatura máxima en varias estaciones de toda la Antártida. El día 6 en la base argentina de Esperanza, localizada en el norte de la península, se alcanzó la más alta de toda la historia, 18,3 grados. Solo tres días después, la estación de la Agencia Estatal de Meteorología en la isla volcánica de Decepción midió un valor de 13,1 grados. El informe publicado ayer apunta a que se trata del registro más elevado desde que hay registros, superando a la marca anterior de 12,7 en el 2007. «La verdad es que esta campaña ha sido desde el punto de vista meteorológico muy parecida a mi primera, que fue precisamente en el año 2007. Recuerdo varios días trabajando en el campo en manga corta. Este año las temperaturas han sido inusualmente altas y las nevadas muy escasas respecto a las últimas 14 campañas», confiesa Amós Gil, investigador de la Universidad de Cádiz y un veterano en el mundo antártico. El mismo día 9 en la base Juan Carlos I el termómetro también alcanzó un registro muy alto, de 12,3 grados, 9,1 por encima de la media de las temperaturas máximas de la estación.
Aire del cálido del noroeste
La Aemet señala como responsable del verano histórico a cambios en la circulación del aire. «Estuvo caracterizado por un flujo de aire cálido procedente del oeste y noroeste en las Shetland del Sur», apunta el informe. El documento sigue «estos episodios por sí solos no constituyen evidencias del cambio climático. Sin embargo, es muy probable que el carácter extremo de los mismos lo sea aún más en este contexto».
En el hemisferio austral también se están produciendo cambios en la circulación atmosférica. En el norte la corriente en chorro que separa el aire cálido subtropical del frío polar, se está debilitando por la menor diferencia térmica entre el ecuador y el Ártico. En verano son cada vez más frecuentes las entradas de aire africano hacia Europa.
En la mitad sur la depresión de los mares de Amundsen y Bellingshausen, similar al anticiclón de las Azores, dirige los flujos de aire. Dependiendo de su posición e intensidad puede haber unas determinadas situaciones atmosféricas. Cuando está más cerca de la península antártica favorece que haya vientos del noroeste, justo como ocurrió durante los últimos meses. El cambio climático podría permitir que estas configuraciones que provocan que llegue aire cálido y húmedo se repita con mayor frecuencia.