El tipo de tela utilizada, la cantidad de capas y el ajuste a la cara son fundamentales para la efectividad de los materiales de protección confeccionados en casa
11 abr 2020 . Actualizado a las 09:50 h.Como forma de ralentizar la transmisión de coronavirus y debido a la escasez de materiales homologados, reservados para el personal sanitario, muchas personas han optado por el uso de mascarillas caseras como protección. En los últimos días su uso ha sido además recomendado por el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades para lugares cerrados y concurridos. Sin embargo, no todos los materiales que podemos encontrar en casa tienen la misma efectividad a la hora de protegernos de la transmisión del COVID-19 y, según estudios recientes, saber elegir el tipo de tela a utilizar, puede hacer la diferencia.
Esto se debe a que no todas las telas pueden filtrar las partículas de virus expelidas al estornudar, toser o incluso al hablar y cantar. Y la protección no solo depende del tipo de material, sino también de la cantidad de capas que se utilicen.
Entre los materiales caseros, explica la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), los de algodón «funcionan mejor que otros» ya que no solo tienen una alta capacidad de filtración sino que también, al ser un material flexible, logra una mejor adaptación a la cara. Se debe evitar, en tanto, materiales que «a simple vista parecen más porosos», como puede ser la lana.
Así lo demuestra un estudio sobre mascarillas caseras publicado en la revista Disaster Medicine and Public Health Preparedness, en 2013, que asegura que si bien las mascarillas quirúrgicas son tres veces más efectivas para bloquear la transmisión de virus como el de la gripe, las caseras también «reducen significativamente el número de microorganismos expelidos».
La tela de bufanda, la de una camiseta o la de paños de cocina fueron algunos de los materiales analizados en el estudio, que encontró que «la funda de almohada (de 600 hilos) y la camiseta de 100% algodón fueron los materiales domésticos más adecuados para fabricar una mascarilla improvisada», y que la opción preferible es la de la camiseta, «ya que proporciona un mejor ajuste» a la cara.
Esto se debe a que las telas confeccionadas por algodón y poliéster son algunas de las que mejor funcionaron, con una media de 70,24% de filtración para virus y de 76,60% para bacterias analizadas (similares a al virus de la gripe). Las camisetas con 100% de algodón, en tanto, tuvieron una eficiencia en la filtración de bacterias de 69,42%, y ese porcentaje aumentaba a 70,66 si se utilizaban dos capas de tela.
Según el estudio, de todos los materiales probados, los que mejor funcionaron para filtrar tanto virus como bacterias fueron la tela con la que se confeccionan las bolsas de las aspiradoras y los paños de cocina. Aunque en esos casos, la rigidez y las dificultades que puedan dar al respirar, hacen que no sean los más aconsejables.
Las bufandas, el lino, y la seda, en tanto, son los que menos evitan las transmisiones. En el caso de las bufandas, con solo un 48,87% de efectividad para filtrar el virus estudiado.
En el mismo sentido apunta una investigación publicada a principios de abril y en la que un equipo de científicos del Wake Forest Baptist Health evaluó la efectividad de diferentes mascarillas caseras para evitar la filtración de partículas de 0,3 a 1,0 micras de diámetro, es decir, el tamaño de las partículas de muchos virus y bacterias.
Según esa investigación, las telas de algodón de alta calidad, con 180 hilos o más, y las de tejido apretado e hilo grueso son las que mejor funcionan. Para esos casos, las mascarillas fabricadas con dos capas del material lograron una efectividad en la filtración del 79%, en tanto que para las máscaras quirúrgicas fue de entre 62% a 65% y de un 97% para los respiradores N95. Pero aquellas máscaras realizadas con algodón ligero o con solo una capa, no tuvieron una buena filtración, en algunos casos llegando solo a evitar la salida de un 1% de las partículas.
Son efectivas también las mascarillas realizadas con una capa de algodón por fuera y franela por dentro, dice el estudio y, en ese sentido, los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) recomiendan por ejemplo la utilización de un filtro de café entre las telas.
Por otra parte, según la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, para confeccionar una mascarilla casera, son preferibles las telas nuevas, a las viejas y desgastadas. Al decidir qué tela usar, un método sencillo para poder detectar qué tan poroso es un material, es colocarlo hacia la luz y cuanta menos pase, mejor filtración tendrá. Más allá de que el grosor de la tela y la cantidad de capas influye en la protección, se debe tener en cuenta que, para que la mascarilla cumpla su función, debe quedar bien ajustada a la cara y cubrir hasta debajo del mentón. Lo que puede dificultarse si la tela es muy gruesa o tiene muchas capas. Y claro, debe permitir la respiración con normalidad.
Por otra parte, previo a confeccionar la mascarilla, la tela debe lavarse y también luego de cada uso, preferiblemente a una temperatura de 60 grados.
De todas maneras se debe tener en cuenta que según los CDC, en promedio el porcentaje de partículas presentes en el ambiente que se filtran al individuo a través de la mascarilla pueden ser del 33 % en el caso de las mascarillas caseras, de 25% para las quirúrgicas y de 1 % para las FFP2 o N95. Lo que significa que si bien pueden proteger a los demás de la persona enferma, no son tan efectivos cuando la persona está sana y se enfrenta a alguien contagiado. Así, si bien el uso de mascarillas caseras es recomendable, aclara SESPAS, se trata de «una medida adicional y voluntaria que no sustituye a las otras medidas recomendadas y eficaces», como el distanciamiento.