Durante los años de la Segunda Guerra Mundial los japoneses utilizaron la misma corriente de aire que trae las borrascas a Galicia para atacar a su principal enemigo
12 abr 2020 . Actualizado a las 21:28 h.La corriente en chorro es un flujo de aire que se encuentra a más de 8.000 metros de altitud en la tropopausa, la frontera entre la troposfera y la estratosfera. Los vientos se mueven del oeste hacia el este recorriendo todo el hemisferio norte a una velocidad que oscila entre los 150 y los 400 kilómetros por hora. Conocido también como «Jet Stream», este mecanismo natural tiene mucha historia ya que jugó un papel crucial durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
En los años 30 Japón era una gran potencia científica que guardaba un secreto de estado, la existencia de una corriente de aire que circula a gran velocidad y siempre en la misma dirección. Tras el ataque a la flota naval norteamericana de Pearl Harbor, que metió a Japón en el conflicto bélico, el país nipón pensó que era el momento de echar mano de esa arma de la que nadie tenía conocimiento. Así que decidió utilizar la corriente para seguir atacando a Estados Unidos por medio de globos cargados con bombas. Los globos incorporaban un barómetro que a una determinada altura y presión se estabilizaba y cuando había transcurrido un tiempo determinado dejaban caer los explosivos. El objetivo era producir incendios en el oeste del país.
El gobierno americano quedó tan impresionado con la sofisticación del sistema que decidieron realizar una campaña de silencio sobre los bombardeos, algo que curiosamente llevó a los japoneses a pensar que la operación había sido un completo fracaso.
Volcán Krakatoa
En 1883 la explosión del volcán Krakatoa, en Indonesia, liberó una energía equivalente a un millón de bombas atómicas y elevó las partículas hasta la alta atmósfera. En menos de dos meses una nube volcánica había cubierto todo el planeta. La Royal Society de Londres no dejaba de recibir testimonios de gente que describía los efectos del fenómeno. Algunos mencionaban un cielo oscuro y otros más rojizo. La institución científica inglesa puso entonces en marcha la primera red de colaboración ciudadana de la historia. A partir de los datos que llegaban desde diferentes rincones del mundo gracias al telégrafo, los científicos intuyeron que algo estaba moviendo la nube del Krakatoa por todo el globo. El dibujo del recorrido de esa nube volcánica dio como resultado el primer mapa de las corrientes en chorro que circulan por todo el planeta, incluyendo el chorro polar cuyo comportamiento sería descifrado medio siglo más tarde por los meteorólogos japoneses. Hoy se sabe que influye de manera determinante en el tiempo atmosférico del hemisferio norte ya que empuja las borrascas hacia a Galicia.