Ismael Beiro: «Llegué en helicóptero al plató de "GH" y me fui en un maletero»
SOCIEDAD
«Siento nostalgia», dice el gaditano que ganó hace veinte años la primera edición de «Gran Hermano» y se llevó el primer premio de 20 millones de pesetas
24 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Ismael Beiro (Cádiz, 45 años) trabaja ahora en medios audiovisuales, hace monólogos, tiene una promotora que organiza actos e incluso participa en Traders, «un reality con una serie de personas que operan en mercados bursátiles». «Me llamaron sin tener ni idea, y me he tenido que comer todo tipo de cursos para poder saber en qué me metía», comenta el que fuera el ganador de la primera edición de Gran hermano en España, que debutó en el programa de la mano de Telecinco hace justo 20 años. Beiro era marino mercante y, aunque hubiese preferido un destino en tierra, como «una central térmica que abría en Cádiz», estaba acostumbrado a telepasar largas temporadas encerrado en un barco. Tanto fue así, que vio un anuncio, y envió el mismo currículo que le habían devuelto desde la central gaditana.
-¿Cómo recuerda su paso por el programa?
-Con cariño y nostalgia. Tuvimos la suerte de que fuimos los primeros en entrar. No sabíamos nada, ni habíamos estado delante de las cámaras, ni sabíamos lo que era una escaleta. Llegamos a un sitio un grupo de chavales que se lo tomaron como si fuera una excursión de fin de curso. No nos conocíamos, pero estábamos en una horquilla entre los 24 y los 35 y teníamos gustos parecidos. Eso hizo que el programa tuviese éxito.
-Si no tenía ni idea, ¿qué lo llevó a apuntarse?
-Tengo una carrera de Ingeniería Superior Marítima y soy marino mercante. La mayoría de nosotros intenta buscar su destino en tierra, en plantas termosolares, termoeléctricas. Pero a los que están en el mar les dicen: «Hoy te toca irte a Costa Esmeralda, que es un barco de la compañía tal, que está en Grecia, y vas a estar allí cuatro meses». Tú llegas con tu condición de oficial y sabes con quién tienes que coordinar tu trabajo, pero no lo conoces. Estás dentro de un barco del que no puedes salir en meses, con gente que no conoces y lejos de tu familia. Y cuando vi el anuncio de Gran hermano me dije: ¡Pero si es lo mismo! Con la salvedad de que no había que trabajar y que el ganador se llevaba 20 millones de pesetas, que yo no los ganaba en tres meses en el mar ni por asomo.
-¿Hubiese cambiado mucho de no presentarse y ganar aquello?
-No lo creo. Sería una persona muy dinámica y sumamente inquieta y curiosa, como ahora.
-Como en los barcos y en el «reality», ahora vuelve a estar encerrado.
-Vaya por delante mi respeto a todas las personas que han fallecido, porque son momentos muy duros, y aunque quieras ir a una morgue, te dicen que no puedes pasar, pero que de esos doscientos ataúdes, uno es tu padre. Pero, fuera de eso, siempre digo que estoy entrenado para el confinamiento. Encima, aquí tienes contacto con el exterior. Tienes tu móvil, tu televisión, ordenador. Vamos, que lo peor es que me ha cogido en un piso pequeño. Si me pasa en Cádiz, al menos tendría un poco más de espacio para correr con los niños, que ya no sé qué inventar. Demasiado bien se han adaptado los pobres.
-Tras ganar, ¿cuándo pudo volver a la normalidad?
-Bueno, la normalidad la busca cada uno. Si tú sales a discotecas, conciertos o ciertos lugares de la playa, sabes que te vas a encontrar con gente que te va a estar observando, cosa que a mí no me molesta.
-¿Le pasó nada más salir del programa?
-Bueno, entonces, allá donde fuera, me conocían. En Portugal veían Telecinco y Gran hermano. Yo alucinaba. Y también me han parado uruguayos que han venido de viaje. Te das cuenta de que puedes gestionar la popularidad. Nosotros, como las empresas, tenemos que atender a toda persona que se nos acerca, y a los medios. Esas personas que están en la sala cuando haces un monólogo o que te esperan a la salida, son los que van a volver a verte cuando vuelvas con una actuación diferente. Los que huyen y dicen «yo con la fama no puedo» que se dediquen a otra cosa, que estudien Administración y Dirección de Empresas, que con su ordenador y en su oficina nadie les va a molestar.
-Lo dice como si no hubiese tenido que llegar a salir del plató en un maletero.
-Eso es verdad [risas]. La primera vez que pisé un plató de televisión llegué en helicóptero. Fue a la salida de la casa de Gran hermano. Cuando aterrizó se llegó al pico más alto de audiencia, un 89,9 %. Después, se me acercó gente de la productora y casi que me obligaron a firmar un contrato de representación. Allí había un montón de fotógrafos, y nos dijeron que no podíamos salir por la puerta en coche, así que entraron dando marcha atrás en el plató, abrieron el maletero, y a Iván (Armesto) y a mí nos metieron dentro. Llegué en helicóptero y me fui en un maletero, que es como si Cristiano llega al Bernabéu, o Messi al Camp Nou, y después se van por la puerta por la que salen los que limpian las botas (risas).
-¿Le molestó?
-No, tampoco digo que fuese triste. Me pareció simpático y anecdótico. Ahora me tomo todo con actitud Bob Esponja. Ese ha sido uno de mis grandes descubrimientos al ser padre. Es un personaje al que todo le importa un pimiento. Todo lo ve bien.
-¿Cambiaron sus planes los 20 millones de pesetas?
-No. Lo tuve claro desde el primero momento. Vivíamos de alquiler, y con el dinero del premio compré una casa a mi madre, que aún sigo pagando.