A Milagrosa se adapta a la fase cero
Este lunes se presenciaron colas en los bancos, se pidieron citas desde la puerta y la Brilat desinfectó la residencia de A Milagrosa
La vida vuelve a los barrios de Lugo. Este lunes por la mañana, A Milagrosa se llenó de gente en lo que a primera vista podría simular una vuelta a la normalidad. Pero parece que los próximos días serán más que anómalos.
Las colas en los bancos fueron una imagen habitual durante toda la mañana. Hasta 20 personas se acumularon a las puertas de algunas sucursales de la Avenida da Coruña. Fue difícil cumplir la distancia de seguridad y fue complicado evitar las discusiones. Unos y otros pedían que se mantuviese el espacio, algo inviable en una calle por la que pasa continuamente gente.
«Eu veño sacar cartos para facer os pagos do aluguer do piso, xa que os fago en metálico», contaba una señora que estaba haciendo cola a los pies de un cajero. Otros lucenses que guardaban también su turno explicaban que no acudían con frecuencia a los bancos ya que, cuando van a comprar, optan por el pago con tarjeta para reducir «a probabilidade de coller o bicho».
Cobro de ERTE y pensiones
Ayer fue el primer lunes de mayo y fueron muchos los jubilados que acudieron a los cajeros para retirar su pensión o las personas que empezaron a cobrar los ERTE y que decidieron retirar el dinero del banco. «Non acordo nunca estas colas», comentaba Torrón, un jubilado visiblemente enfadado. «Eu entendo que hai que esperar unha cola, pero non deste xeito, e no medio da rúa. Que poñan cita previa para usar os caixeiros», aseguraba el hombre.
Algunas sucursales ya no abren las puertas de sus oficinas, por lo que solo ofrecen autoservicio de el cajero. En la puerta, una conocida entidad bancaria informa de que son dos los despachos que permanecen abiertos en la ciudad y que ofrecen atención presencial a sus clientes.
Ayer, Pilar estuvo más de una hora esperando su turno para sacar dinero. «Non penso volver a non ser que necesite os cartos por algo importante», aseguraba.
A esa misma hora, efectivos de la Brilat desinfectaban la Residencia de Maiores de A Milagrosa. Utilizaron para ello 400 litros de un componente similar a la lejía (hipoclorito) y las labores de desinfección dudaron aproximadamente cuatro horas.
Desinfección en la residencia
Un equipo de prevención conformado por 14 militares y protegido con guantes, mascarillas y gafas se ocupó de no dejar ni rastro de covid-19 en toda la residencia. Antes de entrar y al salir, los profesionales se descontaminaron a las puertas. Al ser un centro pequeño, tuvieron que tomarse su tiempo puesto que mover al personal de unas zonas a otras para poder realizar los trabajos requiere de tiempo. Además, entre desinfección y desinfección hay que ventilar y limpiar. Así lo explicó el sargento Luis Miguel Salgado. «Normalmente hacemos instrucción militar, ese es nuestro día a día, nos preparamos para misiones exteriores», añadió. Además, en cada residencia a la que van entregan un protocolo de actuación para evitar contagios. En él explican cómo llevar a cabo la descontaminación de forma correcta y cuáles son las directrices que se deben seguir.
Vuelta a la peluquería
Miriam Souto, en pleno Camiño Real, reabrió ayer su negocio para asumir y adaptarse a esta nueva «normalidad». Con pantallas protectoras, mascarillas y trajes, ella y su compañera atendieron a 15 personas a lo largo del día. Cada una se hizo cargo de una clienta cada hora y media. «Les damos nosotras las mascarillas y entre las dos, guardamos una distancia de tres metros», explicaban ayer.
Las citas, se piden desde la puerta, para evitar así que se acumule gente dentro del bajo. «Agora, o que máis hai que trabllar é a rapidez para que así a xente poida entrar á súa hora e non teña que esperar na rúa», explica Miriam. Con ozono incluido, estas dos profesionales también desinfectan todo el local entre cliente y cliente, para reducir al mínimo el riesgo de contagio.