Un médico recuperado del covid: «La vivencia del descalabro, de la vulnerabilidad, de que te vas a morir es recurrente para mí»
SOCIEDAD
Antonio Antela, coordinador de enfermedades infecciosas del Complexo Hospitalario de Santiago habla de cómo superó el coronavirus y su temor a un rebrote en la desescalada
29 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.La experiencia del covid ha cambiado para siempre a Antonio Antela, quien pasó de asir a sus pacientes a la vida como coordinador de enfermedades infecciosas en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago, a padecer él mismo una enfermedad de la que, ya curado, sigue con secuelas físicas y psicológicas. El testimonio de este guerrero a los dos lados de la trinchera estremece por su franqueza: «La vivencia del descalabro, de la vulnerabilidad, de ir a la deriva y de que te vas a morir es recurrente para mí. Aparece de vez en cuando, y no he vuelto a dormir igual. Sin duda esto influye en que tengo a veces esa sensación de estar más débil y no haberme recuperado».
Antela permaneció quince días hospitalizado (no llegó a entrar en la uci) y otros veinte en su domicilio. «Ingresé con neumonía bilateral y bastante afectado. Tenía la sensación de que de esta no pasaba y de que no me podía despedir de mi familia, y eso me produjo mucha angustia. Luego, al mejorar físicamente, mejoré también psicológicamente. Pero luego tardé mucho en recuperar mi tono normal. Me podía el cansancio y la debilidad, perdí siete kilos en el hospital, y sufrí otras secuelas como la falta de olfato y gusto, y de apetito», señala.
Al igual que otros recuperados del covid, el médico relata situaciones de encendido y un apagado de la enfermedad, «momentos buenos y malos en los que es muy probable que influya la sensación psicológica». Pero sus síntomas se definen por algo más. «No todo es estados de ánimo, tiene también visos de realidad, como que al subir unas escaleras acabo jadeando, cuando antes no me pasaba. Sigo con la sensación de estar permanentemente acatarrado, de que la congestión nasal no me ha abandonado. Y sé que es por el coronavirus, porque es por ahí precisamente por donde penetra. Mi mujer dice que de noche ronco muchísimo, cuando no hay ninguna razón física para explicarlo, pues estoy más delgado que en los últimos años».
De vuelta a su trabajo en el hospital, Antela se reconoce responsabilizado: «Volví con temor, no me encontraba físicamente al 100?% y, además, tenía miedo a fallar a mis pacientes. Y, claro, a reinfectarme». Apunta a que esa situación también acompaña a muchos de sus compañeros sanitarios: «Los que han pasado por esto van a tardar en recuperarse y no sabemos qué secuelas que no se curan van a sufrir. Pero esta sensación de vulnerabilidad y fragilidad extremas afecta también a sanitarios que no han sido infectados, pero que han vivido muchos de estos casos. Sería algo parecido al efecto postraumático y a la angustia de haber visto tanta gente tan malita», explica.
En este sentido, el experto en enfermedades infecciosas considera inevitable una segunda oleada del virus. «Temo que la desescalada se haga de forma desordenada, que la gente no guarde las precauciones y no siga los consejos. Muchos que ahora están ansiosos de salir a la calle carecen de la percepción de vulnerabilidad, porque no han vivido la enfermedad en primera persona, ni tampoco a través de un familiar cercano. Esa ausencia hace que no se tomen las medidas adecuadas y, quizá, esa segunda oleada se produzca demasiado pronto», avisa.