
Una máquina molecular 50.000 veces más pequeña que el diámetro de un cabello humano ha doblegado a la humanidad. Y la población no estaba preparada. Si usted aún cree que la microbiología no es importante, es porque vive en otro mundo.
Esta pandemia es una gran oportunidad para repensar la educación que tenemos sobre microorganismos y enfermedades infecciosas. Las personas saben que algo de tamaño microscópico es algo pequeño, pero poco más. Sabemos que existen las bacterias, los virus y otros microorganismos, pero no sabemos cómo son, cuántos son, dónde están ni qué hacen.
Desde los tres o cuatro años los niños tienen la capacidad para diferenciar lo que son las manos sucias y las manos limpias, o saben lo que significa tener dolor de tripa, o por qué escuece una herida. Los niños de ocho o nueve años pueden comprender qué es una vacuna o cómo se puede frenar el contagio de virus entre personas. Los chicos de 15 y 16 años pueden comprender la diferencia entre causalidad y correlación, qué significa «la regresión a la media» o por qué los antibióticos no matan a los virus (que tengamos que estar constantemente recordando esto es lamentable).
La microbiología es una parte de la biología y en todos los centros educativos hay un profesor de ciencias. Al menos, debemos poner a su disposición microscopios básicos con los que puede enseñar desde bacterias hasta células. He visitado unos cuantos laboratorios en colegios y el material del que disponen es en algunos casos deficitario. Y me parece que esto es una consecuencia de la poca importancia que le damos a la educación en ciencias, especialmente en microbiología.
Creo que unos alumnos mejor instruidos científicamente estarán más capacitados para responder a situaciones como la que nos ha tocado vivir desde febrero, y que nos tocará vivir en el futuro; porque los humanos pensamos en muchas cosas, pero los patógenos solo piensan en una… por eso a veces son tan eficientes haciendo su trabajo. Y habrá nuevos brotes y nuevas pandemias, es inevitable.
El conjunto de conocimientos científicos que interiorizamos durante nuestra etapa escolar es clave para ayudar a procesar otros nuevos en el futuro. Lo que estudiamos, entendemos y aprendemos crea en nuestro cerebro el ambiente que permite admitir y acomodar nuevos conocimientos. Si no tenemos un conocimiento científico básico, un chasis fuerte de comprensión de fenómenos naturales, nos costará mucho comprender, asimilar e interiorizar nuevas informaciones procedentes de, por ejemplo, las autoridades sanitarias, y los bulos y la desinformación podrán confundirnos sin que nos demos cuenta. Que después de tres meses de pandemia no sepamos colocarnos la mascarilla, no la utilicemos cuando es necesario, o no mantengamos la distancia social tras el colapso sanitario que hemos sufrido, es para hacérselo mirar. No tenemos una buena base científica para comprender rápidamente cosas básicas, y si no las comprendemos no percibimos el peligro, y si no percibimos el peligro no actuamos para protegernos. No importa que no podamos ver el virus, si hubiéramos aprendido cómo infecta o cómo se transmite un virus, ahora no tendríamos tantos problemas. Si somos una población totalmente lega en microbiología, no actuaremos de forma óptima ante problemas de salud que incluso ya estábamos sufriendo, como la resistencia de las bacterias a los antibióticos.
Debemos ser capaces de mejorar la cultura científica de los jóvenes, y en la medida de lo posible, implementar la educación en microbiología. Porque la microbiología es muy importante; ha llegado un virus para recordárnoslo.
José Ramos Vivas Microbiólogo ourensano. Exinvestigador del Instituto IDIVAL de Valdecilla, Santander