Científicos estadounidenses rebaten a Fernando Simón y alertan de que la evidencia de que el coronavirus se transmite por aerosoles es ya «abrumadora»
SOCIEDAD
Instan a los políticos a que, además de exigir mascarillas, distancia y lavado de manos, recomienden a la población llevar las actividades al exterior, ventilar los interiores y proteger a los trabajadores de riesgo
06 oct 2020 . Actualizado a las 15:18 h.¿Y si estamos errando a la hora de protegernos del covid-19, si no estamos tomando todas las precauciones posibles porque no tenemos en cuenta todas las vías de contagio? Esto, a grandes rasgos, es lo que plantean los estudiosos de los aerosoles (a lo que popularmente nos podemos referir como ese humo que echamos al hablar, toser o respirar). Día tras día, son numerosos los científicos que alertan de que esos aerosoles, la también llamada vía aérea, es uno de los principales mecanismos de transmisión del coronavirus, y no las dos a las que más importancia le dio tanto la OMS como España, es decir, las superficies (o fómites) y las gotículas de saliva que soltamos al hablar o toser. Sin embargo, hace solo unos días, Fernando Simón volvió a decir que «no hay evidencias sólidas de que haya habido transmisión probada por aerosoles en medios sociales normales».
Su afirmación cayó como un jarro de agua fría entre esa parte de la comunidad científica (que cuenta con el apoyo de muchos investigadores españoles de distintos ámbitos) que lleva meses alertando de la transmisión por aerosoles. Y, ayer, un grupo de científicos estadounidenses publicó una carta en la revista científica Science en la que se rebate a Simón y se indica claramente que la evidencia de que el coronavirus se transmite por aerosoles es ya «abrumadora».
Este grupo de científicos estadounidenses está liderado por Kimberly A. Prather, del Instituto Scripps de Oceanografía (Estados Unidos) y reivindica que la inhalación del virus del COVID-19 a través de pequeñas gotitas conocidas como aerosoles representa «una importante vía de transmisión de la enfermedad». Estos científicos señalan que las personas con COVID-19, muchos de ellos sin síntomas, «liberan miles de aerosoles cargados de virus y muchas menos gotitas al respirar y hablar». «Por lo tanto, es mucho más probable que uno inhale aerosoles a que sea rociado por una gota, y por lo tanto el equilibrio de la atención debe cambiarse a la protección contra la transmisión aérea», insisten. Así, además de la exigencia del uso de mascarillas, el distanciamiento social y la higiene de manos, instan a los políticos a que «añadan una orientación clara sobre la importancia de trasladar las actividades al exterior, mejorar el aire interior utilizando la ventilación y la filtración, y mejorar la protección de los trabajadores de alto riesgo».
Concluyen también que los aerosoles infectan muy fácilmente en la proximidad, porque están mucho más concentrados. Y se pueden acumular en espacios interiores mal ventilados, causando eventos de superpropagación. Citan ejemplos como el de un coro estadounidense en el que hubo decenas de infectados. A ese respecto, cabe recordar un caso muy similar que el americano en Galicia, el de una agrupación musical universitaria de Pontevedra que se reunió para ensayar y en la que buena parte de los asistentes acabaron infectados.
Los científicos que publicaron la carta piden algo que, en realidad, muchos ciudadanos demandan: «Existe una necesidad urgente de armonizar los debates sobre los modos de transmisión del virus en todas las disciplinas a fin de garantizar las estrategias de control más eficaces y proporcionar una orientación clara y coherente al público».
Hacen hincapié en que la transmisión en ámbitos de proximidad está dominada por los aerosoles y no por las famosas gotículas. Y explican por qué hay tanta controversia con esto. Quien lo cuenta es José Luis Jiménez, un investigador español que trabaja para la Universidad de Colorado que, aunque no firma la carta porque Science limita el número de autores, sí ayudó a redactarla. Jiménez, que no disimula su enfado con Fernando Simón a cuenta de los aerosoles, explica que hay un error histórico que está perjudicando. Así, indica que tanto la OMS como distintas organizaciones llevan repitiendo que la diferencia de tamaño entre las gotículas y los aerosoles son solo cinco micras. Y que eso no es cierto. Asegura que son cien micras. Siempre según lo dicho por los estudios de los aerosoles, las gotículas de saliva que exhalamos al hablar o toser funcionan como una especie de balas. Si nos impactan y entran en contacto con las mucosas pueden contagiar el virus. Pero, como pesan mucho más que los aerosoles, a una distancia corta acaban cayendo al suelo. Pero eso no sucede, según estos expertos, con los aerosoles, que son de mucho menor tamaño. Ese mal llamado humo que soltamos al respirar, toser o hablar se queda suspendido en el aire mucho más tiempo, desde minutos a horas, y se propaga muchos más metros. De ahí que defiendan que no basta con la distancia social, que hay que ventilar adecuadamente para evitar la concentración de aerosoles, que no se da en espacios abiertos, para protegerse frente al coronavirus.
La OMS, que al principio no reconocía la transmisión del coronavirus por aerosoles, ha ido dando pasos tímidos para hacerlo. Pero aún no lo ha hecho con contundencia. Y más rocambolesca ha sido aún la reacción de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). El lunes publicaron una nueva actualización sobre el coronavirus en la que reconocen la posibilidad de contagios por aire, aunque destacan que no es la forma más frecuente de transmisión. «Algunas infecciones pueden ser por exposición al virus en pequeñas gotas y partículas que pueden durar en el aire desde minutos a varias horas», publicaron los CDC en su web.
Lo curioso es que es la tercera vez en menos de un mes que los CDC cambian su valoración sobre la forma de contagio del nuevo coronavirus. En septiembre los CDC alertaron de que el virus puede transmitirse por aerosoles, pequeñas partículas que flotan en el aire, pero tres días después retiraron esa versión alegando que era un borrador que se había hecho público por error. Ahora, vuelven a decir que sí hay contagio por aerosoles. Falta ver si estas nuevas publicaciones hacen cambiar de opinión a Fernando Simón o mantiene lo dicho hasta ahora.