
El libro «Notario de guardia» recoge un sinfín, muchas ocurridas en Galicia
26 oct 2020 . Actualizado a las 10:53 h.Un lugar tan serio como una notaría puede ser un surtidor de anécdotas de lo más disparatados. Los periodistas sevillanos Javier Ronda y Marián Campra lo saben y han decido compilarlas en Notario de guardia, un libro que recorre España, de notaría en notaría, en busca de la situación más insólita.
Varias de ellas tienen lugar en Galicia. Como aquella de un hombre que se acercó para hacer testamento. Tras desgranar legados, al final optó por destinar «el campo de mi hermano» a una persona determinada. El notario, perplejo, quiso aclarar la situación. Pensando que se había equivocado, le planteó si no se refería al terreno que colindaba con su hermano. O el que tiene a medias con él. O el que le compró. Pero no, se trataba de eso. ¿Y cómo lo argumentaba? Según el testador se trataba de «legado de cosa ajena».
Otra historia ocurrió en un pueblo gallego. Se presentó un señor para hacer un requerimiento notarial a su madre para que volviera a casa. Contaba el hombre que la madre vivía con él y su esposa. Un día, aprovechando que ellos no estaban, llegó su hermana y se la llevó. Él, sabiendo la costumbre de dejar la casa al hijo que cuidase a los padres, quería que su madre regresara a toda costa. La hermana estuvo más rápida y maniobró mejor que él para quedársela.
En otra ocasión, en una notaría en la costa gallega, se iba a firmar convenio entre una entidad bancaria y un colectivo pesquero. Los pescadores tenían unas ventajosas condiciones a la hora de pedir un préstamo para comprar una casa. El notario no deja de mirar el euríbor y el variable. Al final no puede resistirse y les espetó: «¡Ya quisiera tener yo estas condiciones para mí si tengo que pedir una hipoteca!».

Falsedad de un título
Beatriz de la Rosa Rodenas, es notaria en Cuntis desde hace dos años. Y también le han ocurrido todo tipo de peripecias. «Yo soy de Albacete y una de las cosas que me llamaba la atención es que la gente me venía diciendo que quería hacerle o reconocimiento dos fillos», señala. Yo pensaba que se trataba de hijos extramatrimoniales porque jurídicamente es así. Pero no, era para testar», se ríe.
También le chocó mucho cuando un santiagués le llamó diciendo que quería hacer un acta de notoriedad. «Había llevado a analizar el soporte papel en el que le habían expedido su título y, tras dos pruebas en dos laboratorios, había comprobado que el gramaje no era el que tenía que ser. Es decir, que se trataba de un título falso». ¿Qué ocurrió? «Le dije que de poco iba a servirle que yo le haga un acta de este tipo porque al final son manifestaciones suyas. En ese sentido, la notaria recuerda el caso de la mujer que pidió un acta de manifestaciones para declararse dueña del sol. «Jurídicamente es difícil que tenga valor», concluye.