«Querían quitar el mural para fastidiar al feminismo y tuvo el efecto contrario»
SOCIEDAD
Rosa Arauzo, feminista y activista LGTBI instalada en Ames, está retratada en la obra madrileña que tramitó durante la alcaldía de Manuela Carmena
31 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Compartiendo muros fue una iniciativa madrileña como muchísimas otras que apostó por convertir el cemento en un lienzo urbano que en el caso del barrio de La Concepción pintó un símbolo de la igualdad con 15 mujeres de referencia. A Rosa Arauzo, activista social y feminista LGTBI con breve trayectoria política en Podemos y Más Madrid, le tocó defender la idea y el presupuesto en el pleno del distrito durante la alcaldía de Manuela Carmena. «No recuerdo bien lo que dije, me imagino que hablé de la defensa de las mujeres como elementos importantes de cambio en una sociedad democrática y de convivencia», relata.
Y sin quererlo su cara quedó retratada en el mural. «Yo dije que no, que la de la boina (ella misma) no pintaba nada, que tenían que estar las hermanas Mirabal para recordar por qué se eligió el Día mundial contra la violencia de género». Arauzo defiende a ultranza lo que significó pintarlo y lanza una potente voz de alarma de lo que rezuma la intención, ya fracasada, de borrarlo y sustituirlo por otro: «Claro que parece buena idea un mural que valore el esfuerzo del deporte paralímpico donde se represente también la igualdad pero en el mismo lugar quedan unos doscientos metros de muro para hacerlo. Lo que pasa es que quisieron quitar el mural para fastidiar al feminismo y, al final, qué curioso, tuvo el efecto contrario. No esperaban que su intención de arrasar con todo lo que tiene que ver con el progresismo tuviese una respuesta popular tan intensa, que se externalizase y que traspasase fronteras».
Esto lo dice frente otro mural feminista que para ella tiene un valor de lo más especial, ya que está en Ames, su municipio de adopción, y quien fuma a su espalda es su hija, Veronika Arauzo, conocida activista Trans a la que retrató para la posteridad en O Milladoiro la artista Btoy (Andrea Michaelsson).
Su presencia en Ames no es casual, porque esta activista, a la que el 15M le dio un empujón para pasar del activismo feminista y LGTBI a la política, decidió bajar el ritmo e instalarse en Bertamiráns con otra de sus hijas, dos gatos, una galga y una setter. Y en Galicia estaba, entristecida porque se le pasó el plazo para matricularse en las clases de gallego que organiza el Concello, cuando recibió una llamada que ni por asomo se imaginaba para contarle que el mural se iba a va eliminar. Tras el revuelo generado y con los quince retratos en su sitio, e incluso reproduciéndose en varias ciudades, Rosa Arauzo refuerza su creencia de que el movimiento feminista, que ella dice que le cambió la vida, también está ayudando a infinidad de mujeres. «El feminismo ha impregnado la forma y el modo de trabajar el empoderamiento. Ya no estamos en los ochenta y ahí no vamos a volver. El mejor ejemplo está en que el mural feminista nunca se habría pintado y no existiría la concienciación militante y de corazón para conservarlo», argumenta.
Acostumbrada a un ritmo frenético, renunció a Madrid y a trabajar intensamente con la Fundación 26 de diciembre para la visibilidad de mayores LGTBI al darse cuenta de que su trabajo y el de muchas había germinado en muy buenos relevos. «Cuando dejé Madrid sabía que Galicia era mi sitio. De pequeña vine a varios campamentos con las monjas en Miño. Volví cuando ya era mayor y estuve muy vinculada a Galicia con el movimiento del feminismo independiente y con María Xosé Queizán», recuerda.
Llegó en octubre del 2019 y desde entonces ha entrado en contacto con la plataforma feminista de Ames y se deshace en elogios sobre este municipio y Bertamiráns, su capital: «Yo tenía en mi cabeza la historia de estar cerca de Rosalía de Castro y de Bastavales. Y aquí estoy, yendo a la eucaristía a esta iglesia hasta que se pudo y disfrutando de esta maravilla, porque estoy dando gracias de la mañana a la noche por la cantidad de servicios que hay aquí». «Ojo, que yo vengo de un sitio en el que hemos estado treinta años con gobiernos de los mismos, y cada vez es peor. Pero hasta los que están aquí son mucho mejores», añade como reflexión política.
En esta nueva etapa reconoce que «el caballo de batalla al que no renunciaré nunca, a pesar de que es un tema controvertido, es el tema de las mujeres trans dentro del feminismo. Yo soy partidaria de que abramos un poco la cabeza y el corazón porque creo que no supone una intromisión ni para nada quiere copar el mundo feminista». Y ante los enfrentamientos entre colectivos, Arauzo apuesta por «trabajar para buscar el equilibrio». En el suyo particular convive una abolicionista convencida, una «lesbiana mayor con boina» y una mujer creyente y practicante. «Mi idea fundamental del compromiso viene de mi fuerte creencia cristiana. Dios nos quiere como somos y tenemos que trabajar en la igualdad y la diversidad que supone las diferentes formas y estilos que se pueden dar en el ser humano», concluye.