Lucy Jones: «el olor de la tierra después de llover activa las áreas de calma en el cerebro»

SOCIEDAD

La escritora británica aborda en «Perdiendo el Edén» la ciencia que investiga cómo la naturaleza beneficia a la salud mental
18 abr 2021 . Actualizado a las 10:57 h.En las primeras páginas de Perdiendo el Edén (Gatopardo Ediciones) Lucy Jones (Hampshire, Inglaterra, 1985) proyecta un futuro en el que el único contacto con el mundo natural se realiza por medio de lo que denomina EHN (Escena Holográfica de la Naturaleza). El ser humano ha dejado de percibir el aroma de la flores o escuchado el sonido de los pájaros. La relación con el medio ambiente es solamente virtual.
—¿Retrata un futuro distópico o real?
—Es un guiño directo a cómo Rachel Carson usó en Silent Spring una breve historia imaginaria para ilustrar lo que podría suceder si continuara el uso de los químicos mortales. Creo que podamos llegar a un mundo de asfalto si continuamos erradicando la naturaleza al ritmo actual. Por supuesto, la vida tal y como la conocemos no duraría mucho.
—Al menos en el Reino Unido siempre les quedarán los documentales de la BBC
—El otro día leí un estudio que sostiene que la naturaleza virtual estimulada puede aumentar el apoyo a los parques nacionales y los bosques, pero puede hacer que la gente devalúe sus propias áreas naturales locales. Yo misma he visto Blue Planet de David Attenborough para ayudarme a relajarme durante el último parto, pero creo que es una experiencia diferente. No me parece que me conecte con la naturaleza.
— También está Instagram. A la gente le encanta subir imágenes de puestas de Sol, el mar.....
— Existe evidencia interesante que sugiere que solo mirar imágenes de escenas naturales puede reducir los niveles de estrés. Compartir fotos en las redes sociales es una excelente manera de aprender más sobre las especies y conectarse con otras personas, participar en la ciencia ciudadana y compartir la belleza del mundo.
— Pero ¿cree que hay conciencia ambiental realmente?. Da la sensación que se diluye con la edad.
—Es extraño que los niños pequeños tengan un mundo lleno de animales (peluches, libros, personajes de televisión) y los alentamos a conectarse con la naturaleza, pero luego, a medida que los niños crecen, el aprendizaje disminuye. Es casi como si el amor por la naturaleza se viera como algo infantil. Creo que hemos olvidado lo importante y enriquecedora que es la relación con el mundo natural. Como sociedad, estamos más enfocados en otras cosas y la naturaleza ha sido empujada al margen de nuestras vidas. En este mundo capitalista siempre hay algo nuevo que comprar, productos que optimizar o cosas que lograr. ¿Dónde encaja en eso oler flores y observar pájaros?.
— En el libro introduce el concepto de biofilia y de cómo estamos matando el gen humano que nos conecta con la naturaleza.
—La teoría de la biofilia de Wilson sugiere que tenemos una afiliación innata y una necesidad genética y celular del mundo natural, un amor por la naturaleza, por así decirlo, porque es donde evolucionamos durante millones de años. Mientras escribía el libro, me preguntaba si el «gen de la biofilia» podría estar sometido o inactivo, a juzgar por la forma en que tratamos el mundo natural, con las tasas de extinción de especies, la crisis climática, la destrucción del hábitat. ¿Podría nuestra biofilia innata desvanecerse de nuestro genotipo? Wilson me dijo que es poco probable, dado que nuestra relación con la naturaleza forma parte de nuestra historia tanto como el comportamiento social en sí.
—Usted describe, además, los beneficios en la salud mental
—Los estudios sugieren que simplemente vivir en una calle con árboles influye en las tasas de depresión. Esto tiene importantes implicaciones para el diseño urbano y cómo creamos nuestros espacios de vida. Los beneficios de la naturaleza sobre la salud son innumerables. Nos recuperamos del estrés de forma más rápida y completa en los espacios naturales en comparación con los entornos construidos. Pasar tiempo en la naturaleza beneficia la función inmunológica, aumenta la actividad cerebral en áreas asociadas con la relajación y mejora nuestra diversidad microbiana, que afecta a nuestra salud mental.
— La pandemia está generado demasiada ansiedad. ¿Puede la naturaleza ayudarnos?
— Ahora sabemos que pasar tiempo rodeado de vegetación, árboles, flores y otras especies tiene múltiples beneficios para la salud. Un gran estudio del cerebro de la Universidad de Edimburgo descubrió que cuando la gente caminaba por un parque podía amortiguar el estrés. Se ha demostrado que pasar un par de horas en un bosque equilibra el sistema nervioso. Por supuesto, todos somos diferentes y la enfermedad mental es compleja. He tenido períodos de depresión en los que no sentí nada en los espacios naturales que normalmente encontraba curativos. La naturaleza no es una panacea ni una solución mágica, pero para muchas personas que sufren de depresión y ansiedad puede ser útil.
—En su libro habla sobre origen del preticor, el olor de la tierra mojada. En Galicia es un aroma que asociamos con la «morriña»
— El compuesto se llama geosmina. Un grupo de estudio de Corea del Sur analizó el efecto de olerla en la actividad cerebral. Descubrieron que produce estados de calma y relajación del cerebro. Por otra parte, resulta que podemos detectar concentraciones muy bajas, de cinco partes por billón. Esa sensibilidad procede de nuestros antepasados cazadores-recolectores, que se guiaban por sus olfatos para encontrar paisajes lluviosos donde había comida.