Gerald Holton, azote de la «anticienca», gana el Premio Fronteras del Conocimiento de Humanidades

miguel lorenci COLPISA

SOCIEDAD

El catedrático Gerald Horton
El catedrático Gerald Horton FUNDACIÓN BBVA

El jurado le ha concedido el galardón por revelar la dimensión cultural de la ciencia y la función emancipadora de la racionalidad científica

30 abr 2021 . Actualizado a las 18:34 h.

A punto de cumplir cien años, el físico e historiador de la ciencia Gerald Holton (Berlín, 1922) recibió este viernes el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Humanidades, otorgado por la Fundación BBVA y dotado con 400.000 euros. Se le premia «por sus numerosas y seminales contribuciones a la historia de la ciencia», en las que ha mostrado «una sensibilidad especial a los contextos culturales, filosóficos, sociológicos y de diferencias de género». Así lo destacó el jurado, que ha encontrado en Holton al más veterano ganador del galardón y que elogia su desarrollo de «un argumentado análisis del complejo fenómeno de la 'anticiencia', y el papel de esta en el totalitarismo».

El jurado reconoce «sus innovadoras aportaciones a la enseñanza de la ciencia», además de «su decisivo papel en la preservación del legado documental de Albert Einstein» y «sus estudios sobre el destino de los niños que tuvieron que abandonar la Alemania nazi».

Catedrático de Física y de Historia de la Ciencia de la Universidad de Harvard, Holton es una autoridad del análisis de cómo la ciencia influye en el modelado de la cultura de la sociedad de cada época, y de cómo, en una interacción continua, «la matriz cultural de cada periodo histórico condiciona de manera íntima la práctica científica, al influir en la creación de teorías y modelos». Lo hace sin deslizarse nunca hacia el cientificismo y desee la idea de que «fuera del lenguaje científico, solo hay irracionalidad y sinsentido».

Riesgos totalitarios

Es así uno de los más profundos analistas y críticos del fenómeno de la «anticiencia», advirtiendo de que la exaltación de la irracionalidad, el relativismo frente a la verdad objetiva, la proliferación de pseudociencias frente al conocimiento científico -en revisión y mejora continua- componen una matriz cultural que, en interacción con el populismo y el nacionalismo, es un peligro de alto riesgo que suele desembocar en regímenes totalitarios y fenómenos de exclusión e aniquilación de minorías.

Explica Holton que en su trabajo ha pretendido «mostrar cómo la ciencia está entrelazada plenamente con su contexto, en vez de como si hubiera caído del cielo o emergido por sí misma». «La ciencia debería atesorar su historia, y el estudio de la historia debería atesorar la ciencia», ha escrito.

En su obra evidencia de manera ejemplar el papel fundamental de la ciencia no sólo para mejorar la salud, contribuir al desarrollo tecnológico y el bienestar, sino también en el modelado de la cultura y el sostenimiento de la racionalidad, dotando a la sociedad de la capacidad de afrontar los desafíos colectivos por encima de barreras nacionales, étnicas y sociales.

Siempre ha defendido que existen muchos otros campos, como el arte y la literatura, fundamentales para dar forma y contenido a la cultura de una sociedad. Pero considera Holton que la ciencia «es un elemento civilizador esencial» porque «contribuye no solo al crecimiento económico y al bienestar de una sociedad, sino -de manera más profunda- a la configuración de los modos de pensar, de tomar decisiones y de actuar en cada periodo, tanto en el plano individual como colectivo».

Como estudioso de la historia de la ciencia y de la manera en que tienen lugar los descubrimientos científicos, una de sus principales aportaciones es la identificación de los 'themata', la cristalización de ideas muy generales que emergen de manera recurrente -a menudo de forma no consciente por formar parte del entramado latente de la cultura- en el pensamiento de los científicos más creativos a lo largo de la historia, como la simetría, la causalidad o la búsqueda de la unificación en las fuerzas fundamentales. Holton Identificó estos 'themata', al analizar por primera vez los documentos y correspondencia de Einstein.

El auge del nazismo obligó a su familia a trasladarse a Viena. Con 16 años se vio obligado a huir de nuevo tras la anexión nazi de Austria, primero al Reino Unido y luego a Estados Unidos, donde Holton ha desarrollado toda su carrera académica. Forma parte del exiguo 7 % de niños judíos -de un total de 1,6 millones- que sobrevivieron al Holocausto, una experiencia que ha influido de manera latente en su labor.

Por pura suerte -el destino de los niños se decidía en un sorteo- Holton, su hermano y otros 10.000 niños, con la ayuda de la asociación cuáquera Kindertransport, emigraron sin sus padres al Reino Unido, donde Gerald estudiaría ingeniería electrónica. En 1940 pudo reunirse con su familia en Estados Unidos. Por entonces varias universidades estadounidenses ofrecían plazas a refugiados europeos, y Holton pudo estudiar en la Wesleyan University in Middletown, en Connecticut, donde se licenció en Física en 1941 y un máster en la misma disciplina en 1942.

Durante la II Guerra Mundial, como muchos otros físicos, fue invitado a participar en el Proyecto Manhattan para el desarrollo de la bomba atómica en Los Alamos (Nuevo México). Pero Holton se negó, una decisión que atribuyó a su aprecio por la espiritualidad de los cuáqueros que cuidaron de él en Inglaterra.