Emilia Millán, redeira: «Cosemos trajes para el mar»

Álex G. Fernández, S.B.

SOCIEDAD

La redeira Emilia Millán, en el puerto de Marín
La redeira Emilia Millán, en el puerto de Marín Pablo Fariña

Lleva desde los 15 años en el oficio de redeira. Trabajó en diferentes fábricas hasta llegar a Marín, donde hoy arregla, sobre todo, redes para pesca de altura

04 ago 2021 . Actualizado a las 11:17 h.

Emilia Millán Riveiro es natural de Cangas do Morrazo, y trabaja como redeira desde hace 40 años. No es el oficio más conocido, pero tiene tanta tradición como la pesca misma en Galicia. Emilia Millán habla de su trabajo con entusiasmo y pasión. Lleva toda su vida en el oficio, y cuenta que empezó por casualidad. «Empecé de niña, a los 15 años. Había una fábrica en mi aldea y necesitaban chicas para trabajar. En ella eramos todas mujeres y allí confeccionábamos redes». Las redes que producían en esta fábrica eran en su mayoría de nailon, y se hacían con la ayuda de telares. Eran aparejos de unos 80 metros que fabricaban desde cero por orden de los armadores.

Hoy Emilia trabaja en el puerto de Marín, en una empresa dedicada a reparar redes. Aquí se encarga sobre todo de aparejos destinados a la pesca de altura (de más de 100 metros), y explica que este lugar es muy diferente a otros en los que ha trabajado. «A mi me gusta más lo nuevo que reparar lo viejo -cuenta- pero, a ver, la mano de obra es la misma. En los aparejos de altura, en este tipo de arte, hay pocas mujeres. Cuando trabajaba en Vigo, donde estuve treinta años, eramos todas mujeres. Al llegar aquí estaba sola. Eran todos hombres. Pero poco a poco ha ido cambiando».

Emilia adora su arte y por eso se lamenta de que el oficio es en realidad poco conocido. «No mucha gente conoce este trabajo. Yo lo comento con mis compañeras y nadie sabe de redes ni de cómo se arreglan». Dice no entender cómo la gente no se para a pensar de dónde viene el pescado que consumimos, «Te encuentras el pescado en tu plato, pero de algún lado tiene que venir». Así, a Emilia le gusta comparar su trabajo con el de las costureras. «Las redes son el traje que llevan los barcos, los marineros las largan al mar y gracias a ellas se pesca. Nosotras lo que hacemos es coser, reparar y fabricar esos trajes. Cosemos trajes para el mar».

Esta mujer entiende que al principio el trabajo puede intimidar, ya que el proceso de aprendizaje es lento y continuo. «No se aprende en un día, es un trabajo en el que tienes que estar aprendiendo continuamente. Sobre todo en lo que se refiere a la pesca de bajura, en altura es siempre lo mismo», explica.

En bajura hay más mujeres trabajando como redeiras, mientras que en Marín, en altura, los hombres superan a las mujeres. La redeira cuenta que, «aquí en Marín, trabajando con hombres, en un principio te tienes que saber defender. Pero una vez te integras pasas a ser una más».

Emilia, junto con su compañera Charo, recuerda que los inicios en esta profesión son muy duros. Cuenta que a la gente que empieza el trabajo le suele intimidar al principio. «La gente joven se desanima porque les ponen a desbrozar», dice Charo. Y Emilia puntualiza: «Cuando el aparejo te viene del mar hay que desmontarlo para volverlo a hacer. Y eso es lo más duro».

Con lo bueno y con lo malo, Emilia Millán no pierde la ilusión. Y con 40 años de actividad a sus espaldas reitera que «es un trabajo muy duro, que te tiene que gustar. Y a mi me encanta mi oficio, hacemos arte».