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Nomofobia, el trastorno acuñado por el «Correos» británico que no existe

c.portolés / M. P. REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

PACO RODRÍGUEZ

Los psicólogos señalan que no se puede hablar de «adicción» al móvil

14 ago 2021 . Actualizado a las 09:46 h.

En el año 2011, la oficina de correos británica (Royal Mail Group), en colaboración con la encuestadora YouGov, acuñó un nuevo término para referirse al uso desmedido y compulsivo del teléfono móvil, la nomofobia. Este supuesto trastorno, definido como el miedo irracional a no poder disponer del artilugio digital durante un período prolongado de tiempo, ha permeado poco a poco hasta infiltrarse en la conversación social y convertirse en una palabra de uso extendido. Sin embargo, ¿existe realmente tal trastorno? ¿Avala la literatura académica la existencia de una patología directamente relacionada con el uso de las tecnologías?

Los expertos son tajantes, no tiene sentido hablar de esta clase de trastorno. Se quejan de que a menudo se especula sobre la supuesta «adicción tecnológica» de una forma frívola e irresponsable, mientras se minimizan cuestiones más acuciantes. «Los jóvenes tienen problemas mucho más graves, como el consumo generalizado de alcohol, tabaco y cannabis, pero de eso casi no se habla», asevera Elisardo Becoña, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad de Santiago de Compostela. El profesor apunta que este lenguaje alarmista cuando se habla de cualquier innovación tecnológica puede tener origen en una falta de entendimiento entre grupos generacionales, y que el uso compulsivo de un nuevo invento es un patrón de conducta que se ha repetido en todas las etapas históricas. «Todas las generaciones han abusado del uso de alguna innovación tecnológica», dice. La utilización compulsiva de los más recientes artilugios digitales, por lo tanto, responde más a una euforia por la novedad que a un peligro inherente del artefacto.

El investigador Antonio Rial Boubeta también advierte de que hablar de nomofobia no tiene amparo científico. «La ortodoxia dice que no se puede hablar de adicción», declara. Sin embargo, también admite que «aunque no se deba patologizar, eso no quiere decir que no exista un problema, se le ponga nombre o no», y es que, según sus estimaciones, uno de cada cinco adolescentes hacen un «uso problemático» de Internet, aunque recalca que no es lo mismo hablar de tendencias compulsivas o insalubres que de «adicción» (término con connotaciones inequívocamente patológicas).

En la misma línea, el psicólogo Eparquio Delgado apunta que «no tiene sentido hablar de nomofobia. Conceptualmente no se sostiene, y abre un peligro de convertir en patologías médicas problemas que son sociales».

Sobre el reto de abordar la integración digital desde el campo educativo, Delgado asevera que «no sirve de nada que se eduque sobre esto en las escuelas si luego no se educa también en casa. Es como decirle a un niño en clase que fumar es malo pero que luego llegue a casa y sus padres se pasen el día fumando».

Cada vez más voces de expertos se suman a esta lucha contra la paulatina patologización de aspectos de la vida cotidiana. Reivindican protocolos de acción que aborden los problemas relacionados (directa o indirectamente) con el uso de la tecnología desde una perspectiva no solo médica, sino también social. Además, también advierten de que no es lo mismo ser cauto con el uso de Internet que hacer gala de una abierta aversión involucionista, y que los pasos comunes deben ir hacia la integración, no hacia el rechazo irracional.