Cuatro generaciones y casi un siglo de historia avalan el taller artesanal de fabricación de gaitas Eduardo Represas, de Ponteareas. Hoy ha logrado salir adelante combinando tradición y nuevas tecnologías.
15 sep 2021 . Actualizado a las 14:06 h.Para algunos negocios de tradición familiar Internet ha supuesto la ruina. Para otros, como el de Eduardo Represas, les han salvado la vida. La pandemia ha estado a punto de acabar con el siglo que lleva esta familia fabricando gaitas en Xinzo (Ponteareas). «De no ser por las nuevas tecnologías, seguro que ya habríamos cerrado. Empezó mi bisabuelo con esto hace cien años, después pasó a mi abuelo y mi padre se jubiló hace un par de años. Ahora seguimos mi hermano Marcos y yo», comenta Eduardo.
Comenzó a vender a través de una gran plataforma digital unos meses antes de hacer su aparición el covid y nunca se imaginó en ese momento la importancia que tendría la decisión en un futuro tan próximo. «Nos vino genial, si no, estaríamos cerrados. En este tiempo casi el 90 % de las ventas han sido por esa conocida plataforma y algo por nuestra web, lo que nos permite entregarlas a domicilio. Con el confinamiento la gente no se acercaba a encargarlas», explica. Su bisabuelo ya tenía visión comercial y las exportaba, aunque entonces, de otra manera, las llevaban los emigrantes que marchaban a América.
En el taller Eduardo Represas se hacen las gaitas de principio a fin. Su pareja, Begoña, se encarga de la confección del vestido y su hermano, de las palletas. La elaboración completa puede llevar entre cinco y seis días y las hay de muchos tipos dependiendo de la madera que sea el taco. «Una gaita tiene ocho piezas y si es con ronquillo, once. También puede llevar tres piezas adicionales. Poco antes de la pandemia enviamos una decena al pueblo del Ecce homo, ya tenían nuestras gaitas y nos pidieron más. También vendemos a Portugal, Francia e Italia, donde las tienen en dos o tres días. Queremos que estén en el resto de Europa y que, por ejemplo, en los Países Bajos, las puedan tener de un día para otro, la gente las quiere de inmediato, no espera siete días».
Los clientes que se acercan a Ponteareas son, sobre todo, de Galicia y Portugal. Entre los músicos que han probado sus gaitas figura Carlos Núñez, quien suele recordar que la primera que tuvo procedía de ese taller. «En época de más turismo viene gente de fuera, te cuentan historias, algunos la quieren para el salón de su casa... En esta situación se han vendido más accesorios que otra cosa al suspenderse las clases. En un año normal igual se venden entre dos o tres al mes y a veces, más», indica. El precio de una gaita es muy variable, las hay que no llegan a los 500 euros y las que rondan los 1.500, dependiendo del tipo de madera y de otros detalles. El tamaño no guarda relación con la edad o la medida de la persona que la va a tocar. «Las medidas van en proporción a la tonalidad de la gaita, en DO es lo más común, en RE es más agudo y también más pequeña y en SI bemol, que es más grave, es más larga». Para los niños es la misma medida, aunque con fuelle más pequeño. «Ahora el fol es de goretex y permite hacer el vestido más pequeño para que el fuelle no se expanda más. Cuando va creciendo el niño solo se cambia el vestido; antes, al ser de cuero, se hacía a medida».