Depresión resistente al tratamiento, un mal sin cura que cada año afecta a 44.000 nuevos pacientes en España
SOCIEDAD

El coste asociado para cada afectado es de 6.096 euros de media
06 oct 2021 . Actualizado a las 14:49 h.Es una de las enfermedades más frecuentes entre la población, pero a la que no se da la importancia que se merece. Es la depresión, cuyo día europeo se celebra este jueves. Pero dentro de las distintas formas de la patología existe una más grave, la que afecta a un subgrupo de pacientes que no responde bien a las terapias indicadas. Es la Depresión Resistente al Tratamiento (DRT).
Con el objetivo de determinar la prevalencia, la carga económica y el impacto social de este tipo de depresión en España, investigadores del CIBER de Salud Mental dirigidos por su director científico Eduard Vieta (Hospital Clínic-IDIBAPS) y por Víctor Pérez Sola (Hospital del Mar-Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas), con la colaboración del CIBER de Epidemiología y otros expertos, han desarrollado un trabajo publicado en Journal of Affective Disorders. Según estos datos, esta forma de más dura de la enfermedad tendría una incidencia en España media de 0,93 casos por 1.000 personas, lo que significa que cada año hay 44.000 personas nuevas que padecen esta forma de depresión.
Según los datos de Global Data Exchange 2021, más de 270 millones de personas en el mundo sufrirían depresión y, de ellos 175, específicamente trastorno depresivo mayor (TDM), es decir, presentan síntomas depresivos diarios durante más de dos semanas tales como ánimo depresivo, disminución de interés, trastornos alimentarios y del sueño, sentimiento de culpa y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. En Europa, afectaría al 3,15% de la población total, más de 25 millones de personas y en España el TDM cuenta con una prevalencia del 4%.
Los investigadores realizaron un estudio observacional a partir de la base de datos Big Pac española, registros médicos electrónicos de centros de atención primaria, hospitales y ambulatorios específicos de salud mental del sistema sanitario público español y datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de costes sanitarios e incapacidades.
De esta manera, se analizó una muestra de 21.630 pacientes de más de 18 años (con una edad media de 53 años y un 67,2% mujeres) con trastorno depresivo mayor, de los cuales 3.559 cumplieron los criterios de depresión resistente al tratamiento (es decir, que durante el primer año fracasa la administración de 2 o más antidepresivos distintos, incluidos antipsicóticos como el litio, en periodos de tratamiento de al menos 90 días). La tasa de incidencia anual de la TRD en la población estudiada entre 2015-2017 es de 0,59, 1,02 y 1,18/1.000 personas-año respectivamente, estableciendo una media de 0,93/1.000.
En este estudio se ha estimado el impacto económico del trastorno depresivo mayor, estableciendo los costes medios totales por paciente en 4.147,9 euros, siendo más altos para los pacientes con depresión resistente al tratamiento (6.096 euros de media).
Según explica el director científico del CIBERSAM y coordinador del trabajo, Eduard Vieta, «hemos establecido por primera vez el impacto económico de la enfermedad atendiendo a los costes directos, la pérdida de productividad y la discapacidad permanente, observando que la incidencia en España es similar a los datos recientes en otros países europeos y que la depresión resistente al tratamiento se asocia a un mayor consumo de recursos y costes más altos en comparación a los pacientes que sí responden».

Mayor mortalidad y suicidio
La depresión resistente al tratamiento se asocia con una peor calidad de vida, mayor comorbilidad, discapacidad social y ocupacional y peores resultados terapéuticos. Asimismo, indica el jefe de grupo del CIBERSAM en el Hospital del Mar de Barcelona Víctor Pérez Sola, «los resultados de nuestro estudio muestran que durante el primer año del diagnóstico hasta uno de cada seis pacientes tiene al menos dos cambios en el tratamiento, como indicación de TRD, y el uso de los recursos, los costes asociados a la enfermedad, sobre todo debidos a la pérdida de productividad ocupacional y la mortalidad al asociarse a mayor tasas de comorbilidad y suicidio-, fueron más altos en estas personas».
Vieta incide que «hasta donde sabemos, esta es la primera publicación sobre la incidencia de la depresión resistente al tratamiento en España basada en datos de la vida real, por lo que es crucial tanto para los médicos como los responsables de las políticas sanitarias contar con información actualizada sobre esta enfermedad en sus casos más complejos».
Para ello, concluye, «a partir de estos datos, nuestra primera preocupación desde CIBERSAM es facilitar el diagnóstico correcto de la depresión resistente para el bienestar de los pacientes y sus familiares, lo que además supondría reducir el impacto económico de esta enfermedad».
