Felix Landere, científico de la NASA : «Los acuíferos de la Tierra se están agotando»

SOCIEDAD

Sequía en California
Sequía en California LUCY NICHOLSON | Reuters

El investigador sostiene que la falta de agua provocará un aumento de las tensiones sociales en el mundo en la próxima década

25 oct 2021 . Actualizado a las 11:19 h.

De todas las amenazas asociadas al deterioro progresivo de la naturaleza y el aumento de la población mundial ninguna resulta tan preocupante para los seres humanos como la crisis del agua. «La falta de agua se ha relacionado con problemas de seguridad», advierte a La Voz Félix Landere, científico de la NASA que trabaja en la misión GRACE, que consta de dos satélites que han estado orbitando el planeta desde el 2002 hasta el 2017 para elaborar un mapa global sobre los cambios en las masas del agua en la Tierra.

El propio Landere hace referencia a un documento interno del Departamento de Estado de Estados Unidos que cita textualmente que «durante los próximos 10 años muchos países importantes para Estados Unidos tendrán problemas de agua (escasez, mala calidad o inundaciones) que provocarán inestabilidad y aumentarán las tensiones regionales lo suficiente como para distraerlos de trabajar con nuestro país en importantes objetivos de la política estadounidense».

Las mediciones de los satélites han servido para determinar con precisión la pérdida de masa de glaciares y capas de hielo, el agotamiento y recarga de las aguas subterráneas y las inundaciones y sequías. «Hemos descubierto que muchos acuíferos están en declive, con tasas de agotamiento que superan las tasas de reabastecimiento natural. Examinamos los 37 sistemas acuíferos más grandes del mundo y encontramos que aproximadamente la mitad de ellos están disminuyendo, y algunos en declive crítico, lo que significa que podrían agotarse en los próximos 50-100 años», reconoce.

El agotamiento de los acuíferos es la peor noticia para la humanidad. El agua que contiene el suelo no se sustituye tan fácilmente una vez que desaparece y sin ella no habrá agricultura para sostener a una población en crecimiento y en un mundo en el que el ciclo del agua tiende hacia los extremos. «Esto fue predicho por los modelos y se ha confirmado en observaciones de cambios en la salinidad del océano. Las áreas secas son aquellas donde la salinidad está aumentando y las áreas húmedas donde disminuye. El mecanismo básico es un ciclo del agua más rápido. Además, con cada grado de calentamiento global, la atmósfera puede contener aproximadamente un 7% más de agua. Una atmósfera más cálida significa que hay más energía disponible para impulsar el ciclo más rápido, lo que lleva a eventos extremos  de lluvia. Sobre la tierra, también puede haber una retroalimentación entre la superficie y la atmósfera, de modo que las reducciones en la humedad del suelo amplifican los extremos cálidos», concluye. 

Un buen ejemplo del tremendo impacto que puede llegar a ocasionar el agotamiento de los acuíferos en un contexto de sequía se encuentra en Siria. Uno de los detonantes de la crisis humanitaria que padece hoy el país fue una grave sequía que hubo entre el 2007 y el 2010, la más intensa de los últimos 900 años. Un potente anticiclón impedía que las borrascas dejasen lluvia en la región. «Las altas presiones del Mediterráneo oriental se vieron reforzadas e impidieron que la humedad llegase a la zona de Siria, inhibiendo las precipitaciones», explica el físico Juan Taboada.

Además, los sirios cometieron el error de gestionar francamente mal sus recursos hídricos durante las últimas décadas. «Aumentaron considerablemente las hectáreas dedicadas al regadío y esto supuso un uso de recursos hídricos subterráneos poco sostenible que impidió disponer de reservas para soportar mejor los inevitables períodos de sequía como el que se sufrió durante la primera década del siglo XXI», confirma Taboada.

Sin agua de ningún tipo, el campo se convirtió en desierto y el sector agrícola, responsable del 30 % del PIB, se arruinó. En los años siguientes a la sequía se perdió el 60 % de la agricultura y el 80 % del ganado. La única posibilidad para los trabajadores del campo era emigrar. Más de un millón y medio de sirios se desplazaron a ciudades como Damasco, aumentando la presión sobre los núcleos urbanos. «Hay muchos factores a tener en cuenta a la hora de explicar una guerra tan compleja como esta, pero es cierto que la situación de sequía que se vivió durante los años anteriores al comienzo de la misma hizo que mucha población rural no pudiese mantener su actividad y se viese obligada a emigrar a las ciudades y por tanto se incrementase la conflictividad potencial», reconoce el experto.