
La doctora de Agolada afincada en Barcelona es una de las cuatro mejores de España en su especialidad según una clasificación reciente. Hincha del Dépor y buceadora experta, se dedica a quitar dolor.
11 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La revista Forbes en su lista de los cien mejores médicos de España incluye este año cuatro neurocirujanos. María Dolores Varela (Agolada, 1983) forma parte de ese selecto cuarteto. Me atiende a la hora de comer desde su consulta en el hospital Quironsalud de Barcelona, con la voz tranquilizadora que cualquier médico debería tener.
—Estará contenta con haber salido en esa lista de médicos...
—Sí, claro, estoy contenta. Pero la verdad es que no conozco muy bien cómo se elabora esa lista así que es algo que te viene como de sorpresa y te preguntas ¿qué hago yo ahí? Además, en este último año no hemos podido hacer muchas cosas en relación a presentaciones o congresos.
—Pero sí la clínica, porque esto de las patologías de espalda es una epidemia.
—Sí, la verdad es que sí; cada vez son más frecuentes y los pacientes más jóvenes. Al hacer la especialidad de neurocirugía, lo que más nos llama la atención es el cerebro, pero en la práctica del día a día ves que los pacientes más numerosos son los de columna.
—¿Y por qué hay tantos? ¿Demasiado tiempo sentados, demasiadas pantallas...?
—Yo creo que es una mezcla de varias cosas, porque ves al paciente sedentario que pasa muchas horas sentado frente al ordenador, pero ves también al deportista que practica cada día, que coge pesas y también está mal. Hay que buscar el término medio porque nada es bueno en exceso.
—El problema de operarse la espalda es la falta de garantías.
—No se puede garantizar porque no podemos curar a todo el mundo, aunque hay un porcentaje muy alto de personas a las que reduces el dolor y vuelven a hacer vida normal. Aunque sigan teniendo algún tipo de molestia, porque no es lo mismo tener una columna sana que tenerla con unas prótesis y unos tornillos. Pero si el dolor que tenían antes era intenso, el alivio que les has proporcionado es muy importante. Es verdad que hay un pequeño porcentaje de gente a la que puedes operar mil veces y no mejora. Por suerte son muy poquitos, pero también son de los que más te acuerdas.
—Con lo mal que se pasa, verá usted a gente en sus momentos más bajos.
—Sí. Hay gente que viene muy apurada.
—Así que aliviarlos supondrá una gran satisfacción.
—Sí, sí. Es lo bueno, que los pacientes son muy agradecidos cuando van bien. Cuando los ves as,í después de operarlos, que les has cambiado la vida, te hace sentir muy bien.
—Usted operó a su padre.
—Sí.
—Un momento complicado.
—Estaba el pobre bastante mal. Aunque no le hacía mucha gracia al principio, no le quedó más remedio que operarse. Ahora está bien.

—¿Es verdad que decidió hacerse médica por un juguete que le regalaron?
—Sí, ja, ja. Fue un regalo de mis padrinos, él es médico y le hacía ilusión que alguno de sus hijos, alguno de sus sobrinos fuera médico también. Era un quirófano de Playmobil. Quizás fue en ese momento cuando me decidí, porque yo decía desde pequeña que quería ser médico.
—¿Aún lo conserva?
—No lo tengo, porque pasó lo típico de que vas dejando cosas a tus primos. Además, era un juguete descatalogado desde principios de los 80. Pero mi hermana, unos años después, me regaló uno que encontró en Ebay y que ahora tengo en una estantería como una reliquia. A veces, mis sobrinos quieren jugar con él, pero no les dejo, ja, ja.
—Lleva muchos años en Barcelona, ya.
—Veinte. Me vine con 18, estudié la carrera en la Autónoma, en el Hospital de Sant Pau y cuando acabé ya no quise regresar. Barcelona me gusta mucho. Cuando hice el mir, mi primera opción era hacer neurocirugía en Barcelona. Y si no hubiera sacado la nota, habría repetido. Lo tenía muy claro.
—Nunca le tentaron para volver a Galicia.
—Mi familia, sí. Aún lo hacen. Profesionalmente no lo he mirado.
—¿Viene con frecuencia?
—Ha habido un par de años que he ido menos. Normalmente voy cuatro o cinco veces al año.
—¿Qué es lo que más echa de menos de Galicia?
—La familia. Y los amigos.
—Y la comida.
—Eso no tanto, porque no soy una gran comedora. En tal caso, el marisco.
—¿Celta o Dépor?
—¡Deportivo! Cerrada.
—Vaya, no la imaginaba futbolera.
—Me gusta mucho. Y programo mis visitas a Galicia para que coincidan con algún partido del Dépor. La última vez fue en noviembre. Antes siempre iba el fin de semana del derbi. Siempre. Y mi padre es del Celta. Yo he salido así, como un poco cruzada.
—¿Tiene hijos?
—Soltera y sin hijos.
—Así que la disposición para viajar la tiene toda.
—Sí. Y me gusta mucho.
—¿Qué más le gusta?
—Bucear. Siempre que puedo voy a bucear a la Costa Brava. Las últimas cosas a las que me he acercado son el tiro con arco (soy una gran aficionada a Los juegos del hambre) y estoy aprendiendo a hacer surf. Aún estoy en la fase «me pongo de pie».
—¿Cómo diría que es usted en pocas palabras?
—Yo diría que soy rara, peculiar, porque me lo dicen muchas veces.
—¿Qué es lo que hace mal que le gustaría mejorar?
—Me gustaría ser un poco más extrovertida. Me pongo muy nerviosa al hablar en público.
—Dígame un lugar en el que se sienta especialmente bien.
—Debajo del agua. Estar ahí abajo, no oír nada, hace que me relaje, que me sienta a gusto.
—Una canción.
—Lady Madrid, de Pereza.
—¿Lo más importante en la vida?
—Ser feliz y hacer lo que te gusta.