Los candidatos del país agredido, que ahora combaten en la resistencia contra la invasión de Rusia, concursarán con una canción que rinde homenaje a las madres
05 mar 2022 . Actualizado a las 10:37 h.La invasión de Ucrania ha dado un vuelco a las quinielas del próximo festival de Eurovisión, que se celebrará en Turín (Italia) en el mes de mayo bajo la sombra de la agresión rusa. La guerra ha tenido como primera consecuencia la expulsión de Rusia del certamen que organiza la Unión Europea de Radiodifusión, que agrupa a las televisiones públicas del continente. Además, la adhesión europea a la causa ucraniana ha disparado las opciones de victoria del grupo de rap Kalush Orchestra, que ya se sitúa en el primer puesto de las quinielas.
Hasta hace menos de una semana, y cuando aún algunos países no han elegido a su candidato, era el dúo italiano compuesto por Blanco y Mahmood, con su canción Brividi (Escalofríos), el que se situaba como favorito a clasificarse en el primer puesto del certamen y revalidar por segundo año la victoria de Italia. Pero la guerra ha cambiado la perspectiva sobre este concurso entre naciones. Según el ránking que recoge el portal especializado Eurovision Odds, los italianos son ahora segundos en la clasificación, con un 18 % de posibilidades de triunfo. Por delante de ellos se sitúa en el primer puesto la opción de Ucrania, con un 25 % de las apuestas. Más abajo en la clasificación, en el puesto número 11, se sitúa la candidatura de Televisión Española encabezada por Chanel.
El grupo de rap Kalush Orchestra quedó segundo en la preselección que se celebró en Ucrania para elegir al representante del país en Eurovisión antes de que estallara el conflicto bélico. La ucraniana Alina Pash fue quien se alzó con la victoria, pero fue acusada de prorrusa por haber viajado a Crimea después de la anexión del 2014 sin haber obtenido el permiso correspondiente. También se difundieron imágenes suyas vestida con los colores de la bandera rusa. Aunque ella lo negó, la presión hizo que terminara renunciando.
La representación recayó entonces en Kalush Orchestra, un grupo de rap, folklore y música tradicional ucraniana formado hace tres años. Su nombre responde a la ciudad natal del fundador de la banda, el rapero Oleh Psiuk. De ella forman parte también el multiinstrumentista Ihor Didenchuk y el DJ MC Kilimmen.
Concursarán con la canción Stefania, que guarda en su letra un gran parecido con la propuesta que llevó al Benidorm Fest Rigoberta Bandini con Ay, mamá, ya que también es una «canción de cuna» llena de recuerdos nostálgicos en homenaje a la madre del cantante en reconocimiento al valor de la maternidad y a los desvelos de las mujeres por sus hijos. La canción obtuvo en la preselección la máxima votación del televoto y la tercera mejor valoración del jurado de su país.
El vocalista definió su estilo musical como «hip-hop con motivos folclóricos y la autenticidad ucraniana que es bienvenida en Europa». Esto lo dijo antes de que estallara el conflicto bélico. Actualmente, el trío combate en el frente ucraniano contra las tropas rusas y ha difundido en sus redes sociales imágenes de ellos empuñando las armas como miembros de la resistencia contra Rusia. También han publicado emotivas imágenes de los ciudadanos fabricando cócteles molotov para contrarrestar el enemigo.
Las pugnas geopolíticas entre Rusia y Ucrania
Corría el año 1994 cuando Rusia participa por primera vez en el Festival de Eurovisión. La Unión Europea de Radiodifusión (UER), que la acaba de expulsar para la edición de este año en Turín, aceptó al país como miembro de este conjunto de radios y televisiones que, entre otras funciones, organiza el certamen musical que nació con el objetivo de unir a la Europa de la posguerra a través de la canción. Aquella declaración de intenciones se ha visto enquistada, en ocasiones, por conflictos geopolíticos que han ensombrecido un espectáculo musical y televisivo que cada año siguen cerca de 200 millones de espectadores en todo el mundo, como informa J. Moreno para Colpisa.
En la última década, la tensión entre Rusia y Ucrania se ha ido incrementando mientras que también crecían las críticas por parte de los eurofans -recordados son los abucheos a los representantes rusos en Eurovisión- contra Vladímir Putin después de que prohibiese en el 2013 la «propaganda homosexual». Ahora, en el 2022, la UER, que siempre ha querido separar las pugnas políticas de Eurovisión, ha actuado con contundencia, impidiendo a Rusia participar en el festival por la invasión de Ucrania. En el 2019 también había sido expulsada Bielorrusia por sus ataques a la libertad de prensa y de expresión.
El choque entre los dos países tuvo su punto álgido en el 2016 con la representante ucraniana Jamala y la canción 1944, que consiguió alzarse con el micrófono de cristal en el concurso europeo. Con el trasfondo de la anexión rusa de Crimea, la cantante interpretó este tema, que trataba de las deportaciones masivas que sufrieron los tártaros durante el estalinismo, de las que sus propios padres fueron víctimas. Muchos vieron en esta actuación un mensaje político contra Putin, pero la artista insistió en que se trataba de una historia familiar. Esta misma semana, la artista narró en sus redes sociales su dramática huida de la guerra Ucrania con sus hijos de corta edad mientras su marido permanecía en el país para combatir.
Desde Rusia acusaron a sus vecinos de querer imponer a los espectadores europeos «una visión falsa de un supuesto hostigamiento a los tártaros en la Crimea rusa». La UER aclaró que la canción no contenía un «discurso político» -algo que no permite las normas del propio festival-, pero Ucrania asumió el triunfo como una victoria frente a su contrincante, informa Colpisa.
En esa edición, los dos países decidieron no darse ningún punto en las votaciones del jurado profesional -más fáciles de controlar por sus respectivas televisiones-, aunque en el televoto, el que deciden los espectadores, sí lograron apoyarse mutuamente. Al año siguiente, cuando Eurovisión se celebró en Kiev, se impidió la entrada a la cantante rusa Yulia Samóilova, por lo que el país no pudo participar en el 2017 en el certamen después de rechazar concursar de forma telemática, tal y como proponía la UER.
¿Adiós a Rusia? En el 2007, años antes de que la tensión creciera, Ucrania también utilizó la letra de una de sus canciones para mandar un mensaje subliminal a Rusia. El personaje de Verka Serduchka, interpretado por el actor Andriy Danilko, logró la segunda posición con Dancing Lasha Tumbai, una extravagante propuesta donde parecía que se decía en inglés «Russia goodbye» (Rusia, adiós).
Este mismo año, la que iba a ser la representante ucraniana para Eurovisión 2022, Alina Pash, renunció tras recibir acusaciones de ser desleal con su país por asistir a un evento privado en Crimea en el 2015 sin el documento de entrada oficial del Servicio Estatal de Fronteras, tal como establece la legislación ucraniana. «Soy artista, no política. No tengo un ejército de relaciones públicas y abogados para resistir todo este ataque y presión en mis redes sociales. No quiero el odio ni esta guerra virtual», denunció en un mensaje publicado en Facebook.
Por otra parte, exrepresentantes de Rusia en el certamen europeo expresaron su rechazo a la guerra a través de las redes sociales, como es el caso de Manizha (2021), que publicó una foto en negro en Instagram acompañada de un texto en el que escribió que tenía familia en Ucrania: «Lloro porque no es mi elección. La agresión actual es contra mi voluntad, contra la voluntad de mi familia. Es contra la voluntad de nuestros pueblos».
También Sergey Lazarev, quien fue el candidato ruso en el 2016 y el 2019, mostró su rechazo a la invasión y confesó estar «llorando como un niño» ante el conflicto. «Nadie apoya la guerra. Quiero que mis hijos vivan en tiempos de paz. ¡No a la guerra!», reiteró.