La reina de Inglaterra instala su residencia definitiva en el castillo de Windsor, al que se mudó al inicio de la pandemia
07 mar 2022 . Actualizado a las 21:38 h.En marzo del 2020, el mundo se confinaba siguiendo los pasos de China a causa de un virus que era todavía desconocido y que luego vino a denominarse covid-19. Por entonces, la reina Isabel II y su marido, Felipe de Edimburgo, dejaban el palacio de Buckingham y ponían rumbo al castillo de Windsor, a unos 40 kilómetros de Londres, para pasar allí la pandemia. Todavía no se sabía cuándo regresaría, pero las primeras noticias barajaban que no sería hasta el 2021. Sin embargo, dos años después ha decidido convertir el castillo en su hogar definitivo, según el Daily Mail.
Isabel II, que ya ha cumplido 70 años al frente de la corona británica y que acaba de superar el covid, no tiene pensado volver al centro de Londres, a la que ha sido residencia oficial de la monarquía inglesa desde 1837. Su idea es seguir a partir de ahora un estilo de vida más relajado. A sus 95 años sufre algunos problemas de movilidad y pretende reducir sus desplazamientos. La pandemia hizo que muchas reuniones se celebraran de manera telemática y el objetivo es, siempre que sea posible, mantener el formato virtual, que le resulta mucho más cómodo. Parece que, a pesar de la edad, se ha adaptado perfectamente a las nuevas tecnologías y, de hecho, es así como se mantiene en contacto con su nieto Harry después de que este se marchara con su familia a Estados Unidos.
En todo caso, seguirá teniendo citas oficiales y podrá recibir en Windsor al primer ministro y a las autoridades y personalidades que acudan a visitarla, igual que hizo con Joe Biden cuando este viajó a la cumbre del G7 junto a su esposa Jill. Este mismo lunes la monarca ha mantenido su primer encuentro en persona desde que se contagió de covid-19, una reunión con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
Durante estos dos años que la soberana lleva en el castillo ha vivido uno de los momentos más duros de su vida, la pérdida de su marido en abril del año pasado. Esta puede ser otra de las razones que la hayan llevado a abandonar Buckingham para siempre, ya que Felipe de Edimburgo está enterrado en la Bóveda Real de la capilla de San Jorge, en el propio Windsor. Así, sería una forma simbólica de permanecer a su lado. Para más inri, Buckingham se encuentra en plena remodelación, algo que, dadas las dimensiones del palacio, no tendría que ser un problema, pero que también podría haber animado a la reina a tomar esta decisión.
El castillo de Windsor está en el condado de Berkshire, supera las cinco hectáreas y es el más antiguo del mundo de los que están habitados. Entre sus muros descansan, además de los restos de Felipe de Edimburgo, los de la reina madre y los del padre de Isabel II, el rey Jorge VI. El príncipe Andrés vive en la residencia de Royal Lodge, dentro de la finca de Windsor y el príncipe Eduardo lo hace a pocos kilómetros, en Bagshot Park, por lo que también tendrá cerca a sus hijos. Así las cosas, cabe esperar que los próximos inquilinos del palacio de Buckingham sean el príncipe Carlos y Camilla de Cornualles. No en vano, los últimos movimientos de la monarca han ido destinados a dar más protagonismo a su hijo y a su mujer que, tal como Isabel II ha establecido, será reina consorte sin haber utilizado el título de princesa de Gales.