Muchos se preguntan si estamos ya en el final de la pandemia. Varios aspectos indican que lo peor ha pasado y que en breve podremos iniciar una vida más normal, pero conviviendo con el virus de forma endémica. Ya hay una gran mayoría de la población inmunizada, bien por la vacunación, infección o ambas, lo que permitirá defendernos con éxito frente a este virus. Aunque siga circulando, y produzca pequeñas olas (afectarán a personas no vacunadas o vulnerables), no será nunca como antes. Nuestro organismo ha visto ya al virus y, si lo ve de nuevo, activará nuestra memoria inmunitaria para combatirlo.
Además, estamos más preparados. Las vacunas están salvando millones de vidas, se han desarrollado fármacos que pueden evitar las formas graves, y nuevos compuestos irán llegando. El futuro se brinda esperanzador, pero hay que estar alerta. Aún hay países con bajas tasas de vacunación y nuevas variantes pueden surgir. El desarrollo de vacunas que no necesiten ultracongelación permitirá una mejor logística, ayudando a países en desarrollo a mejorar sus tasas.
Habrá muchos casos asintomáticos, como si fuera un resfriado, y dejaremos de hacer test PCR y de antígenos como ahora, y se seleccionarán zonas (a nivel mundial) para extrapolar los datos al resto de los territorios, como ocurre con los muestreos de la gripe. Esto es lo que pasará con el SARS-CoV-2. Se relajarán las medidas de aforo, así como el uso de mascarillas en interiores, aunque es probable que estas se mantengan para determinadas circunstancias (ir al centro de salud, visita de personas mayores en residencias, etcétera), y de uso opcional para otras actividades.
Habrá que abordar los efectos colaterales de la pandemia: económicos, sociales, políticos, legales y sanitarios. La salud mental es prioritaria y habrá que analizar el impacto que esta pandemia ha tenido en la sociedad, especialmente en niños y jóvenes. También los casos de covid persistente. Pero, sin duda, las personas mayores han sido los grandes afectados. La inmunosenescencia (deterioro del sistema inmunitario provocado por el envejecimiento) afecta a la capacidad de responder frente a patógenos nuevos, por lo que es crucial abordar la problemática del envejecimiento de la población y su mayor vulnerabilidad ante infecciones, para paliar en lo posible las consecuencias de futuras pandemias.
África González Fernández es catedrática de Inmunología de la Universidade de Vigo