La invasión rusa ha generado olas de solidaridad con el país que podrían extrapolarse también al plano eurovisivo
09 may 2022 . Actualizado a las 22:28 h.Dos días antes de que estallara la guerra en Ucrania el país decidía, controversia mediante, que los representantes para Eurovisión serían Kalush Orchestra con su canción Stefania. La polémica de los días previos estaba relacionada con Rusia. Alina Pash, que había ganado la preselección ucraniana días antes había sido investigada por una incursión años atrás en Crimea. Ese hecho podría ser anecdótico, pero la cantante habría entrado supuestamente desde Rusia y no a través de los puntos que el gobierno de Ucrania tiene establecidos bajo su control, lo que la excluiría como representante del país en Eurovisión. Tras su baja fueron los Kalush Orchestra, que habían quedado segundos en la preselección, los que finalmente se llevaron el billete a Turín.
Desde el principio, antes de que Putin ordenara atacar el país vecino, la canción se recibió con una buena acogida por parte de los fans por varios motivos. En primer lugar, valoraban positivamente su mensaje, un homenaje a la madre de uno de los miembros del grupo, pero también la mezcla de estilos del tema. Stefania combina ritmos tradicionales ucranianos con rap, un estilo muy poco explotado en el festival. Además, uno de los miembros de la banda, Ihor Didenchuk, participó en Eurovisión 2021 con GO_A, consiguiendo un quinto puesto con el tema Shum.
No se puede calibrar el éxito que tenía la canción antes y después del inicio de la guerra ya que fueron elegidos solo unos días antes, pero lo que sí es claro es que las casas de apuestas sitúan a Ucrania favorita a la victoria desde el 26 de febrero, dos días después de que se iniciara el conflicto. Actualmente, según el promedio de apuestas realizado por Eurovision World, los ucranianos tendrían el 48 % de posibilidades de llevarse la victoria a casa.
Ante la posibilidad de que Ucrania pueda recibir apoyo tanto del público como de los jurados internacionales en Eurovisión derivado de la guerra, los eurofáns se muestran divididos. Por un lado, una parte defiende que la canción es buena y que siempre van a influir las circunstancias de cada país en todas las ediciones. En el otro lado de la balanza, algunos seguidores del certamen consideran que sería injusto que la victoria fuera por solidaridad con el país invadido por Rusia y no por sus valores musicales.
La geopolítica de Eurovisión
Como en cualquier otro plano, la geopolítica influye también en Eurovisión. A nadie le sorprende que año tras año Chipre y Grecia se intercambien los twelve points, al igual que los españoles claman al cielo cuando los portugueses no nos dan ni un punto. Hay que tener en cuenta que el festival depende directamente de la Unión Europea de Radiodifusión, un ente compuesto por las televisiones públicas europeas y que, por consiguiente, no deja de tener un componente político. Sin ir más lejos, la UER decidió eliminar a Bielorrusia del concurso en el 2021 por considerar que el gobierno de Lukashenko utilizaba el certamen como elemento politizador. Este año, a raíz de la invasión de Ucrania decidió también eliminar a Rusia de la competición, como también hizo después la UEFA.
Por estas dinámicas que comúnmente se denominan «vecinismo», Ucrania cuenta con una base de votos estable de los países de su entorno como Polonia o Moldavia, históricos votantes del país en guerra. Puede sorprender que, a pesar de sus desavenencias en la actualidad, el país que más fielmente ha votado a los ucranianos sea Bielorrusia, que por el veto de la UER no participará. A la base constante de apoyos habría que añadir los supuestos votos en solidaridad con la causa que se sumarían a su vez a los que ya recibiría independientemente de su situación bélica, pudiendo llevar esta suma a la victoria.
¿Qué pasa si ganan?
Entre los detractores de la posible victoria de Ucrania muchos argumentan que, en caso de llevarse el micrófono de cristal, el festival no podría celebrarse en el país en el 2023. En Eurovisión la norma establece que el ganador de cada edición debe albergar el certamen al año siguiente. Sin embargo, puede haber excepciones. La UER ya contempla que, por ejemplo, si gana Australia los de Oceanía deben elegir una ciudad en Europa para celebrar el festival, por lo que podría aplicar lo mismo para Ucrania en caso de que el país no pudiera afrontar la organización del evento.