Los delincuentes sexuales que usen la sumisión química para doblegar la voluntad de sus víctimas y facilitar las agresiones cumplirán desde el próximo mes entre dos y tres años más de cárcel que el resto de asaltantes de su calaña. La razón es que la ley de libertad sexual, más conocida como del «solo sí es sí», que entrará en vigor a finales de septiembre, crea una agravante específica para castigar a quienes utilicen sustancias (alcohol, drogas ilegales o fármacos) para asegurar sus delitos contra la libertad sexual y, en muchos casos, con el objetivo secundario de ocultar su identidad o de nublar en la mente de la víctima el recuerdo de la agresión. La aplicación de la agravante supondrá que una agresión —cualquier acto contra la libertad sexual que no cuente con un consentimiento claro— se pagará con un mínimo de seis años de prisión y con no menos de 7 a 12 años si es violación (asalto con penetración). Es más, si se da una segunda agravante, como un ataque en manada, la suma de ambos pluses subirá la pena por agresión a 7 años.