
El Mediterráneo reúne este verano las condiciones de un mar tropical
30 ene 2023 . Actualizado a las 23:15 h.Las temperaturas extremas de este verano no solo se registran en el aire, sino también en el agua. Hay olas de calor en tierra, pero también marinas. El Mediterráneo reúne en estos momentos unas condiciones propias de cualquier mar tropical. El pasado 25 de julio Puertos del Estado anunció que en la boya de Dragonera, en Baleares, se registró un valor de 29,46 grados. «Es un mar cerrado que se calienta más que el resto de los mares del mundo porque apenas tiene aporte de agua fría, solo algo del Atlántico y de los ríos. De hecho, el agua es más salada y densa que la del Atlántico debido a la intensa evaporación», explica Miguel Gil Coto, científico titular del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo.
En Galicia la situación, incluso en este verano tan caluroso, está siendo radicalmente diferente. El viento activa un fenómeno que aflora agua fría desde el fondo hacia la superficie. «Depende mucho de la intensidad, pero normalmente asciende desde profundidades que oscilan entre 200 y 700 metros», apunta Gil Coto.
Al depender de la circulación del aire, este mecanismo oceánico se comporta de manera tan dinámica que resulta difícil establecer un valor medio de la temperatura del agua en la comunidad. «Hay días en los que podemos encontrar valores de 18 grados y otros de 14. Todo depende del viento. La variación es otra característica de las zonas de afloramiento. Cuando hay tres días sin viento, el agua deja de emerger y se calienta rápidamente. Con uno o dos días que sople ya entra la fría. La temperatura más baja en Galicia suele ser de 13,5 grados y la más alta en torno a 22», sostiene.
El afloramiento se produce en todo el litoral gallego, pero con más intensidad en las Rías Baixas. Por ello, en la costa sur suele concentrarse el agua más gélida. «En el Cantábrico también hay, pero para que se activen necesitan vientos del este que soplen paralelos a la costa y esto es mucho más difícil. Sin embargo, en la costa sur aparecen con el norte y el nordés. Además influye las propias características de las rías. Son abiertas y con profundidades anchas que permiten que el agua penetre fácilmente. Además, los vientos sinópticos, a escala de una tormenta, se encañonan dentro de las Rías porque la orografía los encajonan. Esto provoca que respondan muy rápido a los afloramientos», asegura.
Evolución en el futuro
Este fenómeno costero es una bendición de la naturaleza. No solo afloran aguas frías, sino también cargada de nutrientes que alimentan la enorme biodiversidad marina. Por ello, resulta vital saber cómo le afectará el cambio climático. «Es muy complicado saber qué va a ocurrir porque estamos hablando de un proceso, no de una variable concreta como la temperatura, en el que interviene la densidad, las corrientes y los vientos. Hace unos años se dijo que por el cambio climático se iba a intensificar, pero aquí en Galicia parece que hay una cierta señal en la dirección contraria. La intensidad de los vientos podrían estar disminuyendo y al final son los que ponen en marcha el fenómeno», subraya Gil Coto.
El dinamismo de las aguas gallegas es un arma de doble filo. La temperatura nunca llegará a los niveles del Mediterráneo, pero eso no impide que Galicia sea una región muy vulnerable, dado que tiene mucho que perder con solo un ligero aumento. «Si la fauna está acostumbrada a estas variaciones, pero le subes o le bajas los límites habrá problemas. Si, por ejemplo, dejan de haber esos bajones a 13,5 grados y se quedan las mínimas en 14 puede provocar que desaparezcan especies y proliferen otras. Y además todo forma parte de una cadena. Si no perjudica a una especie puede hacerlo sobre aquella de la que se alimenta», advierte.
«La concentración de ballenas este año es histórica»
Quienes conocen bien la riqueza de las aguas gallegas son las ballenas que vienen a alimentarse. La persistencia del anticiclón y de los vientos del norte que ponen en marcha el afloramiento provoca que este año haya más comida. «Está siendo un verano muy productivo en lo que se refiere a la disponibilidad de plancton», explica Bruno Díaz, Bruno Díaz, biólogo y director del BDRI, con sede O Grove.
El pasado 2 de agosto, los investigadores pudieron censar 53 rorcuales comunes y una ballena azul alimentándose en la costa sur. «Marca un nuevo récord de ejemplares diferentes presentes en una jornada y fueron varias las agregaciones que llegaron a alcanzar los 20 ejemplares en áreas muy reducidas. Una concentración de ballenas sin precedentes y que esperemos sea símbolo de la recuperación de estas especies en nuestras aguas».
Históricamente estos gigantes del océano siempre paraban en la costa de Galicia durante sus grandes migraciones por los mares de la Tierra, hasta que los seres humanos empezaron a cazarlos de manera indiscriminada. En 1985 se prohibió la captura de los mamíferos y la comunidad científica parece estar constatando año tras año es que están regresando a un rincón del Atlántico que suele ofrecerles un gran banquete.
El verano pasado, el tiempo se comportó al contrario que este. El anticiclón estaba más debilitado y no había tanta circulación del nordés. Esto provocó que la temporada de avistamientos de ballenas no fuese tan productiva. Eso sí, la especie que nunca falla es la ballena azul. Recientemente se ha descubierto que realiza sus migraciones en base a su memoria y no por las condiciones ambientales. La morriña le guía hasta aquí.