La Fundación ANAR incide en fomentar el diálogo dentro del ámbito familiar para prevenir los casos graves de salud mental
09 ago 2022 . Actualizado a las 05:01 h.El reciente informe de la Fundación ANAR, una organización sin ánimo de lucro de ayuda a la infancia, sobre el balance anual de casos registrados, plasma un importante aumento de situaciones de violencia contra los niños y adolescentes dentro del ámbito familiar en todas sus formas: física, psicológica o abusos sexuales. Estos abusos, tanto dentro como fuera de la familia, pasaron de ser 717 en el 2020 a 1.297 en el 2021 y representan el 41,5 % de las consultas. Otra problemática, agravada por la pandemia, es el aumento de los problemas relacionados con la salud mental, que suponen el 32,5 % de los casos.
Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de ANAR, lleva más de 15 años siguiendo su vocación de ayudar a los niños y adolescentes trabajando en este servicio para solucionar problemas a cualquier menor de edad o familiar, aunque insiste en que el diálogo intrafamiliar es el primero y más importante paso para prevenir, determinar o solucionar los problemas que un menor pueda desarrollar.
—¿Cómo se actúa desde que llega una llamada a la fundación?
—Cada caso es un niño en situación de riesgo, por lo que es único y ninguno se parece. Lo primero es explorar su entorno y valorar el nivel de urgencia. Todas las llamadas son atendidas por profesionales con formación específica y no hay límite de tiempo. Cuando el problema no lo puede resolver el propio menor o su familia, se deriva a un profesional en su comunidad y, si se detecta una situación de riesgo o desamparo, se avisa de inmediato a la autoridad pertinente para auxiliar al menor.
—¿La gente se anima a llamar?
—Cada vez se animan más gracias a la difusión de nuestra labor en medios. Al principio llaman con mucho miedo, por lo que buscamos ser una fuente de referencia fiable para construir confianza. Los teléfonos de ayuda son un servicio gratuito, confidencial y que no deja registro. Funcionan las 24 horas y abarcan todo el territorio nacional. Las vías de contacto son el teléfono ANAR de ayuda a niños y adolescentes (900 202 010), el teléfono de la familia y centros escolares (917 260 101), para cualquier adulto del entorno; el teléfono de desaparecidos (116 000) con coordinación europea y el chat ANAR en la página web.
—¿Hay alguna tendencia en alza que os preocupe especialmente?
—La violencia tecnológica. Ha aumentado un 36,7 % y para concienciar intentamos hacer un trabajo de sensibilización y pedagogía, especialmente a padres y adultos, que son los más alejados, por desconocimiento, de los peligros. Uno piensa que eso le pasa a unos pocos, pero podría pasarle a cualquier menor. Estos fenómenos existen y hay que estar alerta. En la web de ANAR tenemos un contrato simbólico para navegar por el ciberespacio y fomentamos que la gente lo descargue y firme para ser consciente de los riesgos. Queremos educar, sobre todo, en la cultura de la privacidad, qué se puede compartir y con quién, y afianzar el diálogo familiar para que el menor comparta estos problemas y se puedan solucionar.
—¿Cómo ha afectado la pandemia al trabajo de ANAR?
—Por suerte, hemos podido seguir desenvolviendo nuestra actividad en el 2020 con cierta normalidad, pero hemos pasado por una etapa que ha dejado huella, no solo a niños, a todo el mundo en general. Hay problemas que se han agravado, como la violencia intrafamiliar, muchas veces diaria, que sufrieron encerrados en sus casas. Además, muchos menores viven con sus familiares, pero aislados, no hablan de sus problemas y preocupaciones y el confinamiento los agravó. Estar aislado conduce a la frustración y esta, muchas veces, a las autolesiones o a las ideaciones suicidas. Los casos han aumentado un 54,5 % respecto al 2020.
—¿Cómo podrían los padres detectar alguno de estos problemas en sus hijos?
—Las autolesiones, las fugas y los casos graves son la expresión de una problemática que está detrás. Puede verse una tendencia al aislamiento, menos ganas de salir de su habitación o socializar, aunque hay cambios mucho más sutiles, como pequeñas variaciones en el sueño o la alimentación o incluso cambios en el ánimo.
¿Qué son el sexting y el grooming?
Muchos conceptos relacionados con los peligros de internet son bastante desconocidos, especialmente para los padres. Palabras como sexting o grooming pueden sonar extrañas. El sexting es la difusión o publicación de contenidos de tipo sexual por el propio creador del contenido. Por ejemplo, una chica le envía fotos en ropa interior a su novio. El grooming es el contacto de un adulto, muchas veces fingiendo ser un adolescente, con un menor tratando de controlarle emocionalmente para satisfacerse sexualmente.