Álex López, alpinista gallego: «Lo que he visto este verano en el Mont Blanc es horrible»

SOCIEDAD

La montaña más famosa de Europa está irreconocible debido al aumento de las temperaturas y tras el verano de calor extremo

28 sep 2022 . Actualizado a las 13:59 h.

El Mont Blanc, situado en la cordillera de los Alpes, es el segundo pico más alto de Europa, con una elevación de 4.807 metros. Esta majestuosa montaña situada entre Francia e Italia está considerada como la cuna del alpinismo profesional. La primera coronación a la cima se realizó en 1760. Desde entonces, muchos han sido los aventureros que han tratado de repetir la hazaña que completaron los franceses Jacques Balmat y Michel Gabriel Paccard. El primer ascenso sirvió además para validar una hipotésis científica. En la cima Paccard sacó un barómetro y confirmó la teoría del matemático Blaise Pascal sobre la reducción de la presión al aumentar la altitud. 

«En el Mont Blanc empezó todo. La compañía de guías más antigua del mundo está allí. Nació en Chamonix, a los pies de la montaña, del lado francés. Ahí está sin duda el germen del alpinismo mundial. Se trata de un sitio muy accesible. No solo el propio Mont Blanc, sino de todas las cumbres que lo circundan. Esto permite que existan diferentes posibilidades de ascensión y que sea mucho más atractiva», reconoce el alpinista gallego Álex López. 

López lleva 25 años viajando a la montaña más famosa del viejo continente por la calidad de sus rutas y las posibilidades que ofrece. «Hasta ahora», como él mismo confiesa. «La magia de ir al Mont Blanc reside en hacer las mismas rutas que realizaron los pioneros, pero eso ya no es posible. Lo de este año ha sido horrible, todo está desmoronándose. Yo me planteo no volver», lamenta. 

Europa está sufriendo actualmente la sequía más intensa en 500 años y acaba de dejar atrás el verano más cálido desde al menos 1880. Unas condiciones que siempre se ceban con las regiones heladas. No es casualidad que la Antártida y sobre todo el Ártico se estén calentando tres veces más rápido que el resto del mundo. Lo mismo ocurre con las regiones glaciares. «La gente tiene que ir ahora en invierno a realizar ciertas rutas, porque en verano el hielo desaparece y aumenta la posibilidad de que todo se venga abajo. Las altas temperaturas han modificado la morfología de la montaña», asegura. 

El estado actual del Mont Blanc quedó reflejado en un vídeo grabado desde la conocida como Arista de los Cósmicos, que se derrumbó el pasado mes de agosto. Un suceso que ilustra los efectos del calor extremo de los últimos meses. «Algunas rutas ni siquiera existen porque en el últimos años se han producido derrumbes que han cambiado por completo la configuración de la montaña», dice López. 

El alpinista gallego optó este año por el ascenso al Mont Blanc por el lado italiano, menos concurrido que la ruta francesa. «La temporada de esa ruta en concreto suele durar unos dos meses, desde principio de junio hasta finales de julio. Este año, sin embargo, solo estuvo abierta durante tres semanas. Nosotros estuvimos a finales de junio, cuando las rutas deberían estar todavía llenas de nieve y las grietas tapadas, pero las temperaturas eran de 10 grados a 4.000 metros, una auténtica barbaridad. No había manera de pasar por el glaciar porque estaba completamente fragmentado y los derrumbes eran constantes», comenta. 

 

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El alpinista coruñés ha sido testigo desde el año 1996 de cómo ha cambiado la naturaleza del mítico Mont Blanc debido al cambio climático. «La primera vez que estuve hice la bajada desde el Aiguille du Midi, un pico al que se sube en teleférico. Desde ahí el descenso se realiza a través del llamado Valle Blanco, un valle glaciar. Ese glaciar que antes llegaba hasta Chamonix, ahora ha retrocedido en altura unos 150 metros». 

Para Álex, como para otras muchas personas alrededor del mundo, el cambio climático no es una noticia en un periódico, sino una realidad con la que tiene que convivir. Tampoco es algo que pueda negar. «Nunca pensé que diría esto, pero lamentablemente soy testigo. Hace 25 años, cuando empecé, el cambio climático me sonaba como algo muy lejano, que no me afectaría. Estaba equivocado. Ahora me planteo seriamente cambiar la manera de practicar el alpinismo para que mi vida no corra peligro», concluye.