Sin borrascas no hay paraíso en Galicia

SOCIEDAD

Oscar Vázquez

En la última semana la comunidad ha recuperado un 10 % de la lluvia que necesita para superar la sequía

22 oct 2022 . Actualizado a las 09:53 h.

¿Hasta qué punto la cantidad de agua en Galicia depende de las borrascas que llegan desde el Atlántico? En la comunidad, tanto la situación de su ausencia como de abundancia arrojan dos cuadros meteorológicos diferentes.

El año hidrológico, desde el 1 de octubre del 2021 hasta el 13 de septiembre del 2022, registró un déficit de precipitación del 50 % en provincias como A Coruña. La sequía está siendo más intensa en la comunidad gallega que en el resto de la Península. El hecho de que haya llovido más en Murcia que en el noroeste peninsular ofrece una idea de la intensa anomalía meteorológica.

Galicia pertenece al selecto grupo de las cinco regiones más lluviosas de Europa junto a Noruega, el norte de Portugal, las Highlands de Escocia, el sur de Montenegro y los Alpes. En estos lugares se recoge una media de 2.000 litros por metro cuadrado. Eso durante una temporada normal. En el caso gallego, en años muy húmedos se registraron hasta 5.000 litros, casi el triple de lo que suele caer en ciudades como Santiago. Evidentemente no llueve lo mismo en toda la comunidad. Mientras en la mitad oeste caen unos 2.000 litros, en puntos del sureste se acumulan menos de 700. Si la lluvia es tan generosa con Galicia, el norte de Portugal, Escocia y Noruega se debe a la posición geográfica, al oeste del continente. Estas zonas reciben precipitaciones de los frentes que vienen de la mano de las borrascas que cruzan el Atlántico. Son la fuente principal de agua.

Pero en el último año se ha formado un potente anticiclón de bloqueo que ha cortado el paso natural de las bajas presiones. Y las zonas que más han sufrido las consecuencias son precisamente las más húmedas. Además, como las borrascas tienen que buscar su camino, bordean el sistema de altas presiones y descargan en el sur y sureste peninsular. Esto explica por qué ha llovido más en el Mediterráneo. El Cantábrico también se ha beneficiado por los vientos del nordés que acompañan al anticiclón.

Sin embargo, hace justo una semana se rompió la racha anticiclónica. Las puertas del Atlántico se volvían a abrir para las comunidades europeas más lluviosas. «Las precipitaciones se deben a un sistema de bajas presiones que se ha situado al oeste de Galicia y ha enviado sucesivos frentes. La corriente en chorro presenta notables ondulaciones. La vaguada en niveles altos de la atmósfera ha permanecido cuasi-estacionaria y ha mantenido su actividad ciclónica gracias a la alimentación de aire frío por el flanco posterior en altura», explica Francisco Infante, delegado de la Aemet en la comunidad gallega.

Por unos días la situación ha vuelto a la normalidad y es otra vez la comunidad más lluviosa de la Península, muy por encima del resto, después de una semana con una anomalía húmeda. Es decir, en cuanto han regresado las borrascas, Galicia ha dado la vuelta a los mapas. En unos pocos días, ha recuperado un 10 % de la lluvia que necesita. Es un dato que tiene una doble lectura. Se puede interpretar en clave positiva, aunque también demuestra cómo de intensa es la anomalía seca que arrastra desde el pasado invierno.

«La cantidad de precipitación necesaria para salir de la situación actual de sequía meteorológica en Galicia se calcula tomando como referencia el Índice de Precipitación Estandarizado (SPI) a 6 y 12 meses y considerando el período de tiempo hasta final de año (meses de octubre, noviembre y diciembre). Teniendo en cuenta esto, sería necesario que la cantidad de precipitación acumulada para el conjunto de la comunidad gallega estuviese entre los 600 y 850 litros por metro cuadrado. El promedio de precipitación para el conjunto en lo que llevamos de octubre hasta hoy es de unos 80 litros, casi el 50 % de la precipitación normal del mes de octubre», apunta Infante.

El caso Armand recuerda a la borrasca Ana del 2017

En diciembre del 2017 Galicia suplicaba agua igual que lo hace hoy. Incluso un poco más porque el otoño estaba a punto de consumirse y la lluvia no llegaba. Es decir, en la época más esperanzadora para superar aquella sequía las borrascas seguían sin pasar cerca de la comunidad. También, como ocurre actualmente, el anticiclón de bloqueo alejaba a cualquier sistema de bajas presiones.

Todo cambió el 16 de diciembre. Ese día llegó Ana, la primera borrasca nombrada de la temporada ciclónica. Descargó una cantidad enorme de agua en el plazo de 24 horas. En la estación de Aemet en A Lama se acumularon 272 litros. En Santiago se recogieron 110.

Pero Ana no solo alivió notablemente el estado de embalses como el de Eiras, que estaba agonizando. El verdadero logro de la borrasca es que consiguió acabar con la situación de bloqueo que estaba ejerciendo el anticiclón de las Azores y que parecía interminable. Las bajas presiones fueron capaces de doblegar a las altas y dejar vía libre para que llegasen nuevos ciclones extratropicales.

Algo muy parecido parece haber ocurrido con Armand, la primera borrasca bautizada de la temporada. A diferencia de Ana no generó un diluvio en una sola jornada, pero sus cuatro frentes asociados que han estado barriendo la comunidad durante la última semana sí han dejado unos registros de precipitación muy significativos.

Y Armand, como Ana, parece haber roto el bloqueo anticiclónico, al menos de momento y viendo el pronóstico a medio plazo. Hoy y mañana llega una nueva borrasca con dos frentes y la próxima semana se esperan otros tres. Es pronto para dar por vencido al anticiclón, pero hay señales en esa dirección.