Entroido 2023: ¿Por qué se entierra una sardina el Miércoles de Ceniza?

P. V. REDACCIÓN

SOCIEDAD

Entierro de la sardina, en la playa de San Amaro, en A Coruña
Entierro de la sardina, en la playa de San Amaro, en A Coruña EDUARDO PEREZ

El final del Carnaval se representa en casi toda España con el entierro de este pescado, cuyo origen se remonta al Madrid del reinado de Carlos III

22 feb 2023 . Actualizado a las 21:25 h.

El Entroido llega a su fin. El Miércoles de Ceniza marca el desenlace de días de disfraces satíricos, fiesta desenfrenada y comilonas desmadradas; un remate de fiestas simbolizado con el siempre tradicional entierro de la sardina. Pero, ¿por qué precisamente una sardina?

Este icono del Carnaval, a pesar de sus reminiscencias marinas, tiene su origen bastante lejos del mar. Concretamente, y si nos basamos en varios estudios antropológicos, en el Madrid decimonónico. Según cuenta la historia, durante el reinado de Carlos III llegó a los mercados de la capital en plena época de Carnaval una gran partida de sardinas en muy mal estado, con todo lo que ello conllevaba: un nauseabundo olor a podredumbre. Así que, para evitar quejas por el insoportable hedor, el monarca tomó la decisión de enterrar todo ese cargamento a orillas del Manzanares. Y todo podría acabar en una simple anécdota. Pero el espíritu del país no es así. La historia se convirtió primero en objeto de chanza, luego de mofa y finalmente de conmemoración satírica anual. El entierro de esas sardinas en mal estado se consideró el símbolo perfecto del fin de los desenfrenos del Carnaval. «As elites das vilas galegas incorporaron esa tradición que vai acompañada dun velatorio, a parodia dun funeral e a lectura do sermón, que tamén está presente na queima do Entroido», afirmaba a La Voz el antropólogo Rafael Quintía. Con la sardina se entierra también la fiesta loca y las enchentas sin fin para dar paso a la Cuaresma, período religioso de recogimiento y en el que se debía evitar, durante 40 días, el consumo de carne o alcohol como preparación para la Pascua.

Aunque la sardina es el más común, hay localidades que tienen su propia figura particular. En Pontevedra es el loro Ravachol, que este año se viste de paciente de la sanidad pública. El muy querido y carismático animal de compañía del farmacéutico Perfecto Feijoo entre 1891 y 1913 murió, supuestamente, por un empacho de bizcochos mojados en vino, de ahí que se utilice como símbolo del fin de las fiestas de las grandes enchentas. Por su parte, también en Poio entierran a su particular ave, el galo Fodorico.

En otros lugares de Galicia el entierro es algo más personal: están O Felipiño o O Toribiño en Barbanza. Se trata de unos muñecos caracterizados siempre como hombres fallecidos por los excesos del Carnaval. Con la barriga llena, una botella de vino en la mano y visiblemente excitados, son llevados a hombros hasta la playa, donde los queman y los echan al mar.

Y si algo se quema en muchos puntos de Galicia, como Santiago o Vigo, es el Meco, esa figura satírica, en ocasiones muy pegada a la actualidad, que arde —o no— el miércoles de ceniza para rematar los carnavales. Este año, el de Santiago está caracterizado por un cerdo «ben mantido» que representa la inflación, mientras que en Vigo representa a la multitud de obras públicas de la ciudad olívica, aunque este año no arderá, ya que el alcalde ha decidido indultarlo.