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Ivana, compensada con 200.000 euros por dedicarse 25 años a cuidar de sus hijas: «Dije: si este es mi derecho voy a por ello»

SOCIEDAD

Ivana, a la izquierda, junto a su abogada, Marta Fuentes
Ivana, a la izquierda, junto a su abogada, Marta Fuentes

Se casó en régimen de separación de bienes y se quedó sin nada tras un cuarto de siglo ocupándose de la casa y las niñas, mientras su marido multiplicaba su patrimonio

09 mar 2023 . Actualizado a las 09:05 h.

Ivana Moral nunca pensó que se vería prácticamente sin nada después de 25 años de matrimonio. Un cuarto de siglo apostando por un modelo de familia —cuidando de sus hijas y de su casa— y apoyando a ciegas a su marido, que en ese tiempo multiplicó su patrimonio. Con un divorcio en régimen de separación de bienes, pensaba que no tenía ningún derecho. Ahora, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de la localidad malagueña de Vélez-Málaga le ha reconocido una compensación de 204.624,86 euros como compensación por el trabajo en el hogar y el cuidado realizado durante el matrimonio.

Pero el camino fue duro. «Al principio estás muy enamorada e ignoras todos tus derechos —narra—. Luego, a lo largo de la relación vas viviendo cosas y matices que solo sabes tú, y te das cuenta de que no es muy justo, ni equilibrado, ni razonable, pero piensas: ‘Si estamos creciendo, yo lo estoy apoyando a él y vamos todos a una'».

Ahora, al echar la vista atrás se da cuenta de que por el miedo que le producía quedarse sin nada alargó una situación que acabó pasándole factura emocional. «Acabé estando muy sometida y dependiente de él, era todo bajo su criterio. Estaba muy excluida de su economía, y también de otras facetas de su vida».

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Fue una infidelidad la que le hizo bajar de la nube de golpe. «De repente se te viene todo encima. Me lo planteé seriamente y ahí es cuando sentí el abuso, la manipulación, el maltrato y cómo vivía con una persona controladora que generaba más discordia que otra cosa», asegura. Se quedó desvalida y con la autoestima por los suelos, aunque por suerte le quedaba el apoyo de su familia y amigos. Y reaccionó. «Las personas tenemos un límite, o te tiras por el balcón o tienes que decir, ‘me remango con todas las de la ley' porque estando en el subsótano ya no puedes ir más abajo».

Tenía una motivación muy grande —«que eran mis niñas »—, empezó a buscar salidas y acudió al Instituto de la Mujer. Allí recibió formación y le enseñaron qué era el abuso y cómo ejercer su autonomía.

Pero el impulso definitivo llegó cuando su abogada le informó de que tenía un derecho que podía solicitar y luchar por conseguir. «Yo abrí mis ojos como platos —recuerda— y dije: ‘No tengo nada que perder, si es mi derecho voy a por ello, que yo he cumplido muy bien mi parte, con mis deberes'».

Ivana recibía la sentencia con una sonrisa inmensa. Por lo que supone para ella, pero también para muchas otras. «Si esta sentencia puede ser un referente, me siento muy orgullosa —reconoce—. Yo quería pasar un poco desapercibida, porque no es nada del otro mundo, pero sí que me parece importante hacer activismo de esta situación y defender el derecho para cualquier persona que viva algún tipo de descompensación de este tipo. Más que asumir que tenemos que renunciar, tenemos que anunciar que esto tiene que ser algo normal, porque existe este derecho».

Reconoce que esta compensación de va a servir de «balón de oxígeno» para cambiar de vida e ir a por sus aspiraciones. «Pero el reconocimiento es más importante que el dinero —concluye—, porque he pegado un carpetazo que moralmente me ha subido todos los niveles de poder».

¿Cómo se calcula la compensación?

La abogada de Ivana Moral, Marta Fuentes, de Gentius Abogados, reconoce que lo que le pasó a su clienta puede pasarles a muchas otras mujeres. «Hay un desconocimiento —explica—, porque hay derechos que una persona que no sea jurista no conoce. Ivana se encontró muy joven con esto. Llevaba 25 años casada y llegó desesperada. Me preguntó: ‘¿qué derechos tengo?, porque tengo cero euros, dos hijas y este señor tiene un patrimonio inmenso, ¿no me corresponde nada?'».

Al haber firmado un régimen de separación de bienes, estaba claro que la persona que pusiera los bienes a su nombre, en este caso su marido, «iba a ser su propietario legítimo para siempre». «Hay que pensar que es tu compañero de vida, la persona por la que apuestas —añade Fuentes—, no piensas de quién es qué, pero en el momento que se rompe ya sabes que nada es tuyo».

¿Y cómo calcula una persona en el caso de Ivana lo que le correspondería? «El Tribunal Supremo en una de sus sentencias sentó jurisprudencia y decidió cómo cuantificarlo, porque evidentemente suponía un problema. ¿Qué merece esa persona, un tres por ciento o un diez por ciento de lo que tiene su expareja? La referencia es el salario mínimo interprofesional de cada año de matrimonio por doce meses. Eso es lo que hicimos nosotros y nos lo han estimado al cien por cien. 204.426 euros. La cuantía es esa, independientemente de que este señor tenga cien millones, cien mil euros o trescientos mil».