Una empresaria de Pamplona transforma en muebles las redes desechadas del puerto de Ribeira
SOCIEDAD
Gravity Wave lleva recicladas más de 200 toneladas de residuos
19 mar 2023 . Actualizado a las 09:42 h.La empresaria navarra Amaia Rodríguez Sola tomó la idea de su hermano Julen para crear una empresa que vendiese carcasas de móviles y le dio la vuelta hasta el punto de que hoy lo que fabrican son muebles con redes pesqueras recicladas de los puertos, entre los que uno de los últimos en unirse ha sido el de Ribeira (A Coruña).
Rodríguez, que estudió en Madrid, aprovechó una estancia de casi tres años en China para recorrer el sudeste asiático: Filipinas, Malasia, Indonesia... y lo que vio fue «islas vírgenes llenas de basura, un continente invadido por el plástico». Le picó la curiosidad y empezó a investigar las razones de por qué se acumulan los residuos en estas zonas.
Justo en esa época su hermano Julen estaba poniendo en marcha su empresa de accesorios para móviles con productos fundamentalmente de plástico comprados en China para vender en España. Casualmente coincidió en un bar de Madrid con Lefteris Arapakis, que había fundado una escuela de pesca sostenible en Atenas y el contó que los pescadores se sentían abrumados por la cantidad de plástico que sacaban del mar y con el que no sabían que hacer, por lo que lo volvían a tirar.
«Estaba desconectado de todo esto. Pensaba en ganar dinero que era lo que le habían enseñado, pero le fui taladrando la cabeza hasta el punto de que llegamos a pensar cómo vivir de limpiar plástico del mar», relata Amaia, que hoy, casi tres años después, está junto a su hermano al frente de una empresa de 15 empleados que emplea los residuos de más de un centenar de puertos de España, Italia y Grecia para elaborar un material muy particular, que luego tiene diferentes usos industriales.
En realidad, aunque es lo fundamental, no solo recogen lo que se conoce como redes fantasma, que son las que los pescadores capturan mientras faenan en el mar, sino que en los contenedores de las empresas de residuos con las que colaboran acaban metales, lavadoras, impresoras... y un largo etcétera de productos.
Con esa materia prima, «a través de un proceso de I+D que básicamente fue prueba error», acabaron de «obsesionarse por las redes, porque las fibras que se obtienen de ellas se parecen mucho a la madera». Y ahora elaboran, sobre todo a través de terceros, bancos, mobiliario urbano, artículos de papelería y oficina... Un amplio catálogo de productos que, como incide la joven empresaria de Pamplona, buscan «emplear la máxima capacidad de residuo posible» y su transformación en bienes de larga duración.
Las fundas para móviles hace tiempo que quedaron a un lado «porque apenas emplean 30 gramos» de materia prima y porque «tampoco son productos de mucha duración que digamos». De hecho, los hermanos Rodríguez están convencidos de que con los muebles han conseguido ese 2 x 1 que anhelaban, que es darle salida a muchos residuos y con cosas que no van a acabar en la basura en un corto espacio de tiempo.
Centrados en el arrastre
El proceso de reciclaje, que está centralizado en una nave industrial de la localidad alicantina de Calpe, es bastante sencillo pero a la vez muy laborioso. «No se desecha prácticamente nada, creo que menos del 1 %», explica Amaia, que también da las claves de por qué decidieron centrarse en estos residuos y particularmente en la colaboración de los barcos de arrastre. «No es algo que a las grandes empresas les interese especialmente, porque se hace de manera mecánica, se atasca mucho y exige un proceso muy manual. Tampoco se obtienen grandes volúmenes. Por eso frente a las botellas, los envases o los tapones que hay cientos y cientos de proyectos, cadenas de valor como esta debe haber una o dos más en España y tres o cuatro en Europa», destaca.
Lo que han conseguido con Gravity Wave, que es como se llama su empresa, es idear un proceso de trabajo propio, que se nutre de proveedores diferentes, canalizados a través de gestores de residuos autorizados y con clientes que, por norma general, reciben la materia prima para hacer sus muebles u otros productos similares. Ellos lo entregan son las planchas de material, al estilo de tableros de madera pero con unos colores azules dominantes muy característicos procedentes de las redes.
Desde hace cinco meses han incorporado al equipo un ingeniero de diseño, con el objetivo de validar todo el proceso, pero también con la mente puesta en sacar sus propias creaciones e incluso de constituirse como una marca. Creen que si consiguen hacerle llegar al consumidor el verdadero valor de lo que venden, en base a como está elaborado, tienen mucho que ganar. Por lo de pronto Julen y Amaia lo que tienen es una empresa propia en la que la rentabilidad es fundamental, como en prácticamente todas, pero en la que para ellos tampoco es menos importante pensar en «qué huella quieres dejar en el mundo».