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Jessica Watson y el lugar donde no existe el viento

SOCIEDAD

Netflix

Netflix cuenta en «Espíritu libre» la circunnavegación de la joven australiana de 16 años

30 mar 2023 . Actualizado a las 16:20 h.

El mar está lleno de mitos. Desde tiempos pretéritos, los navegantes arribaban a puerto y contaban historias extraordinarias sobre extrañas criaturas y fenómenos de la naturaleza insólitos. Un caso. Los diarios de las primeras navegaciones que exploraron los océanos mencionaban a menudo un lugar de la Tierra donde no sopla el viento. Pocos creían que algo así pudiese existir, pero los mismos relatos se repetían una y otra vez.

El tiempo ha dado la razón a los primeros testimonios que mencionaron una zona del mundo donde no existe el viento y que se hizo famosa como «latitud de los caballos». Cuando la tripulación agotaba los suministros de comida y de agua se veían obligados a tirar por la borda a los caballos para evitar alimentarlos y también para aligerar peso e intentar aprovechar alguna brisa. De ahí el nombre. Además, la ciencia no solo ha confirmado la existencia, sino que ha sido la encargada de dar sentido a la leyenda al explicar qué sucede entre los 30 y 38 grados del hemisferio norte y sur.

El viento existe para equilibrar el contraste térmico entre el caluroso ecuador y los fríos polos. El aire caliente sube y cuando alcanza una determinada altura en la atmósfera comienza a moverse hacia el norte y el sur. Cuando se enfría lo suficiente regresa a la superficie, generando altas presiones. Esto ocurre a unos 30 grados de latitud en cada uno de los hemisferios. Ahí se encuentran los cinturones de anticiclones como el de las Azores, que forman parte de la conocida como célula de Hadley. La siguiente célula de aire global está entre los 30 y 60 grados norte y se llama Ferrel. En ella vive el 80 % de la población mundial.

Entre estas dos células están las calmas ecuatoriales, donde el viento apenas sopla. Ocurre algo parecido a lo que sucede dentro del ojo de un huracán, un fenómeno que lleva asociado vientos muy fuertes. Sin embargo, en la región central de estos gigantes de la atmósfera existe una encalmada.

La latitud de los caballos ha sido retratada de manera brillante en la obra maestra del cine Master and Commander y más reciente en Espíritu libre, una película producida por Netflix y uno de los contenidos más vistos en la plataforma durante los últimos meses.

El largometraje cuenta la historia real de la australiana Jessica Watson. En el 2010, con tan solo 16 años, circunnavegó el mundo sola y sin asistencia a bordo de su velero Ella's Pink Lady. Tras un periplo de 210 días se convirtió en la persona más joven en dar la vuelta al mundo a vela, aunque el World Speed Sailing Record Council no consideró el viaje de Jessica como una circunnavegación global al no haber llegado a las 21. 600 millas náuticas que exige el organismo. Ella criticó duramente esta decisión y aseguró que la verdadera razón era su edad.

Watson salió desde el puerto de Sídney y pasó por Nueva Zelanda, Fiyi, Kiribati, cruzando el ecuador, para atravesar después los Cabos de Hornos y Buena Esperanza y finalmente el Cabo Leeuwin antes de regresar a la ciudad australiana.

El largometraje recoge las tormentas y temporales marítimos que tuvo que sufrir y que casi le cuestan la vida. Sin embargo, el peor momento del viaje, sobre todo a nivel mental, no fueron los vientos huracanados, sino caer en una zona de calma en el Atlántico sur, donde se pasó una semana sin poder moverse por la ausencia total de viento. El filme narra muy bien cómo la impotencia que va experimentando la protagonista que da vida a Watson va en aumento cada día que no sopla el aire. Afortunadamente, la joven australiana, como los antiguos navegantes, acaba encontrando una ligera brisa que consigue impulsarla.