Juan Bastón, padre por gestación subrogada: «Mi hija va al colegio y no tiene por qué escuchar que es una niña comprada»
SOCIEDAD
Su marido, con quien hace diez años viajó a Estados Unidos para tener a Candela, falleció hace tres. Ahora acaba de iniciar un nuevo proceso con su actual pareja
02 abr 2023 . Actualizado a las 15:39 h.Juan Bastón (Vigo, 1977) se convirtió en padre de una niña por gestación subrogada en el 2013 junto a su marido, Gabriel, que siete años después falleció. Hoy, con Candela a punto de cumplir los diez, se encuentra inmerso en un nuevo proceso por sustitución con su actual pareja, Luis de Arpe (Madrid, 1983). Repetirá en Estados Unidos, el lugar que entonces le pareció más garantista tanto para sus intereses como para los de la mujer gestante, pero esta vez en lugar de Illinois lo harán en Texas.
Bastón hace memoria: «Gabriel y yo siempre habíamos querido ser padres. Exploramos alternativas, pero el tiempo de espera para la adopción nacional superaba los ocho años y la internacional estaba bastante restringida para parejas del mismo sexo, así que nos planteamos la gestación subrogada». El proceso fue relativamente rápido, cuenta, en cuestión de un año Candela había nacido. «Éramos dos chicos, necesitábamos un óvulo y teníamos que conseguirlo allí, porque desde España no se puede mover material genético con fines reproductivos a otros países —explica—. Buscamos una donante y durante el proceso de la creación de embriones dimos con la gestante». El parto fue sencillo, programado. Cuando dio a luz, la pareja ya estaba en suelo estadounidense. El primer biberón de Candela se lo dio Juan.
«La gestante era muy consciente de lo que estaba haciendo, para ella no supuso darnos un hijo —comenta—. Es difícil de entender que durante el embarazo una mujer no cree un vínculo con el bebé y que tras el parto no le cueste desprenderse de él». «Y seguramente mucha gente no podría hacerlo», añade De Arpe. «Pero hay otra mucha que tiene la capacidad de decir: ‘Lo que llevo dentro es el bebé de otra persona. Lo estoy cuidando'», continúa Bastón. Luis lo compara con el modelo de acogida, «muy extendido en España»: «Se acoge a un niño durante un tiempo y luego se devuelve a sus padres. Hay familias que no son capaces y otras que lo hacen fácilmente, familias que entienden que están cuidando el hijo de otra persona. La gestación subrogada es algo parecido. Estás cuidando el hijo de otra persona, pero en este caso antes de que nazca. Hay personas capaces y otras no».
Candela creció con dos padres y un día, de repente, preguntó de qué barriga había salido. «En casa hay fotos de ella con la gestante y también con la donante de óvulos, con la que mantenemos el contacto —detalla Juan—. Conoce su historia, no ha habido nunca ningún prejuicio, porque estamos convencidos de que no ha habido nada malo en todo el proceso que a ella la trajo el mundo». Ambos coinciden en que la pequeña lo entiende como algo natural, pero también en que, a los nueve años, ya es consciente de lo que ocurre a su alrededor. «Va al colegio, sabe leer y empieza a hacerse preguntas. Estos días está escuchando mensajes sobre compra de bebés. Y no tiene por qué escuchar que es una niña comprada», lamenta Bastón. «Y la hija de Ana Obregón crecerá, y crecerá seguramente bastante expuesta a los medios, y será una niña que estará señalada no solo por su entorno, sino por la sociedad en general —añade— Tiene derecho a ser libre y tiene derecho a ser feliz, y tiene derecho a conocer sus orígenes y a que nadie le diga que su madre la ha comprado».
«Mi hija ha sido mi hija desde el momento en el que se concibió»
Cuando Candela nació fue inscrita directamente en Illinois como hija de sus padres de intención. «Gabriel y yo figuramos en el Registro Civil de Estados Unidos como padres desde el principio, en ningún momento hubo una mujer en la documentación de la niña, y presentamos toda los papeles que se nos exigían en el consulado», refiere Bastón. A los pocos meses de volver a España recibieron una notificación por parte del registro central de que todo estaba solucionado, de que Candela estaba reconocida como ciudadana española.
«Mi hija ha sido mi hija desde el momento en el que se concibió y soy responsable de ella desde el momento de su concepción, en el momento de su implantación yo me convertí en padre. Y cuando me vine a España lo que quería era que se le reconociese como ciudadana española a todos los efectos. Pedí la filiación y el registro en el consulado español, pero si no me lo llegan a conceder o no lo quisiese hacer mi hija seguiría siendo mi hija, sería ciudadana norteamericana, hija de un español y estaría viviendo en España como ciudadana americana. Al final, lo que nosotros queremos es legalizar una situación que de facto ya es así».
Del debate abierto por el caso de Ana Obregón, Luis y Juan esperan que salga una reflexión sensata y constructiva. Creen sinceramente que España «es un país que demuestra que cuando quiere hacer bien las cosas, las hace mejor que otros países». «Somos líderes mundiales en donación de órganos de manera altruista, hemos sido capaces de crear una norma para legislar la eutanasia y fuimos pioneros a la hora de ordenar el matrimonio igualitario. ¿Por qué no vamos a ser capaces de crear nuestro propio modelo? —plantean—. Tenemos referentes internacionales y el modo altruista es una opinión que tiene que estar en el debate, pero si por ejemplo está regulado lo que vale una vida, porque si yo mañana tengo un accidente está estipulado en el seguro el valor máximo de la indemnización que tendrían que recibir mi familia, ¿por qué no crear un un baremo por el cual se debería indemnizar a una mujer que se somete a este tipo de procedimiento?». Coinciden en que hay muchas formas de encararlo. «Creo que somos capaces de hacer una regulación que sea lo suficientemente garantista como para que ninguna de las partes pierda derechos y siempre esté por encima de todo el interés superior del menor y de la mujer que gesta», resume Juan.
«Es la mujer gestante la que elige a la familia, no al revés»
No es la familia la que elige a la mujer que va a gestar a su futuro hijo, sino al contrario: la mujer que se presta es la que escoge. El sistema es, salvando las distancias, similar al de las aplicaciones de citas. «Te haces un perfil como familia, ese perfil entra en una base de datos y cuando hay posibles candidatas a ser gestantes son ellas las que eligen para quién quieren gestar —explica Bastón—. Hay una presentación y tiene que haber un match, tiene que haber buena conexión por los dos lados».
Y hay análisis, pruebas psicológicas, contratos. Habla de su proceso concreto, regido por la regulación de Illinois: «La potencial gestante tiene que cumplir requisitos previos: tener capacidad económica, apoyo familiar y social, condiciones de vida adecuadas y haber sido madre antes al menos una vez, que ese hijo viva y que el parto no haya tenido complicaciones». Luego tiene que superar unos test psicológicos para comprobar que efectivamente es consciente de todo el proceso, pero también los padres de intención deben pasar una evaluación. Por último, la mujer se somete un examen médico para comprobar que físicamente está en perfecto estado.
¿Contempla el acuerdo el arrepentimiento? «Donde nosotros lo hicimos, la filiación se establece previa al nacimiento y la mujer es desde el principio muy consciente de que ese niño no es de ella, no hay vinculación genética», responde Bastón, y amplía explicando que el contrato prevé además que si los padres de intención fallecen durante el proceso debe haber una persona tutora asignada a ese bebé, para que se haga cargo cuando nazca. «En ningún caso la gestante es responsable de ese bebé más allá del tiempo que está evidentemente gestándolo», subraya. ¿Y si algo va mal? «Previamente, se acuerda cómo se procederá en caso de problemas. Pero la libertad de la mujer es superior —enfatiza—. Si el niño viene con malformaciones y ella quiere llevar el embarazo a término, ella decide. Y los padres de intención deben hacerse cargo una vez haya nacido. El hijo es suyo».