![](https://img.lavdg.com/sc/DhxIZVRgh4YNJntZrTwg1mSH9oM=/480x/2023/04/28/00121682695741645648641/Foto/S28A3017.jpg)
«Este tipo de episodio no solo rompe récords, sino que los pulveriza», advierte un experto
29 abr 2023 . Actualizado a las 10:19 h.Esta semana se ha celebrado en Viena el congreso anual de la Asociación Europea de Geociencia (EGU). Se trata de una cita imprescindible para los investigadores especializados en ciencias de la Tierra. En la capital austríaca se ha hablado mucho sobre la intensidad del calor que ha afectado a la Península durante los últimos días. El jueves se alcanzó la máxima más alta en un mes de abril en la España peninsular desde que existen datos climatológicos. La cifra ya ha sido confirmada por la Agencia Estatal de Meteorología: 38,8 grados. Se registró en la estación que la Aemet tiene instalada en el aeropuerto de Córdoba.
Esta nueva marca generó mucho asombro entre los miles de científicos reunidos. Y no por el número en sí mismo, sino por la tremenda diferencia que existe respecto a la anterior marca histórica en esa misma estación, que hasta hace unas horas era los 34 grados de abril del 2017. «El nuevo récord de calor de abril en el aeropuerto de Córdoba no hace más que demostrar la intensidad de los hechos porque los récords no solo se rompen, es que se están pulverizando», asegura Mika Rantenen, investigador sobre Tiempo e Impacto del Cambio Climático en el Instituto Meteorológico de Finlandia.
«Los datos de la serie histórica en Córdoba muestran cómo un período con una tendencia aparentemente pequeña es seguido por un récord que rompe todo lo observado antes. Este es el resultado de una tasa de calentamiento forzado subyacente muy alta», añade Erich Fischer, investigador suizo en clima extremos y uno de los autores del ultimo informe del Panel de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC).
Lo que se ha vivido en España esta semana no representa un caso aislado. Es la tónica general que viene registrándose desde hace meses en todo el planeta. Basta con recordar que en el verano pasado se alcanzaron en Inglaterra 40 grados, un número que no se esperaba hasta el 2050. «Sin el cambio climático, estos registros serían muy raros ahora y el calor récord extremadamente improbable. Sin embargo, vemos un récord tras otro, como la ola de calor de Año Nuevo del 2023, el calor del 2022 en China y el Reino Unido, la ola de calor del 2021 en Canadá, la anomalía de calor en Siberia del 2020 y otros muchos», añade Fischer.
En ese sentido resulta oportuno señalar que el calentamiento global se manifiesta a través del aumento de la temperatura media global. Pero cuando crece la media también lo hacen los extremos. Es justo eso lo que sucede, la media sube y los extremos se intensifican. «Los registros de calor en primavera son aparentemente menos espectaculares que los de verano, aunque pueden tener graves impactos en la agricultura y el ecosistema al comienzo de la temporada de crecimiento. Lo más probable es que el calor actual se amplifique por la falta de enfriamiento debido a la evaporación como secuencia de la sequía en curso», advierte.
A propósito del evento extremo de temperaturas, la comunidad científica reunida en el congreso ha hecho referencia a un artículo reciente que viene al caso. «Los extremos estadísticamente inverosímiles, cuando los récords actuales se rompen por márgenes que parecían imposibles hasta que sucedieron, pueden ocurrir en cualquier lugar. Hemos descubierto que estos fenómenos inverosímiles se habían producido en casi un tercio (31%) de las regiones evaluadas para el estudio en las que las observaciones se consideraron suficientemente fiables entre 1959 y el 2021, como la ola de calor del 2021 en el oeste de Norteamérica, por ejemplo», subraya Vikki Thompson, climatóloga del Instituto Cabot de Medio Ambiente de la Universidad de Bristol.
Tras la ola de calor del 2003 en Europa que causó 35.000 muertos, las políticas de adaptación llevadas a cabo en países como España permitieron reducir notablemente el número de fallecidos. El problema es el futuro qué les espera a las regiones de la Tierra donde no están tan acostumbrados a que se produzcan estos episodios tan severos. Esta misma investigación publicada en Nature Communications apunta a Pekín y Europa Central por ejemplo.
Aunque los lugares del mundo más vulnerables son Afganistán, Papúa Nueva Guinea y América Central. «Hemos visto cómo algunas de las olas de calor más inesperadas del mundo provocaban decenas de miles de muertes relacionadas con el calor. En este estudio demostramos que estos fenómenos que baten récords pueden ocurrir en cualquier parte. Los gobiernos de todo el mundo deben estar preparados», alerta Dann Mitchell, coautor del estudio y catedrático de Ciencias Atmosféricas del Instituto Cabot de Medio Ambiente de la Universidad de Bristol.