Una monja, en la visita del papa a Lisboa: «Aquí estoy viendo a muchos jóvenes con mucha sed de Dios»

Brais Suárez
brais suárez LISBOA / E. LA VOZ

SOCIEDAD

El papa, recibido por miles de jóvenes a su llegada al parque de Eduardo VII.
El papa, recibido por miles de jóvenes a su llegada al parque de Eduardo VII. GUGLIELMO MANGIAPANE | REUTERS

Ambiente festivo en el encuentro del Francisco con los jóvenes en la capital portuguesa, donde el pontífice les advirtió sobre las redes sociales y los algoritmos

03 ago 2023 . Actualizado a las 21:10 h.

Lisboa amaneció este jueves con un aire distópico: completamente vacía, con calles cortadas y solo pequeños grupos de personas caminando juntas, abatidas por el sueño y ondeando banderas. No hay turistas ni lisboetas; solo peregrinos. Estos, los madrugadores que se arremolinan junto a las entradas al recinto principal en el parque de Eduardo VII, son probablemente los más fieles. Los policías repiten, más serios e importantes que nunca, que todo son cuestiones de seguridad. Y los visitantes, según se despiertan, empiezan a cantar y a relatar sus historias.

Una monja colombiana va por su tercera Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). «Ver llegar al papa fue demasiado bonito, me gustó mucho el saludo con el presidente portugués… Es un papa muy abierto y el espíritu santo va infundiendo el espíritu necesario para cada época», explica. «Las otras [JMJ] me parecieron con más fe, aquí estoy viendo a muchos jóvenes con mucha sed de Dios, tienen una oportunidad». Por ejemplo, otros dos jóvenes portugueses, también a la cola, que no están muy seguros de qué piensan del papa: «¿Qué pensamos del papa?», preguntan a una monitora antes de contestar. «Di que es muy moderno».

Son muchos los españoles, como un grupo de Salesianos que se reunieron desde todas partes del país para venir: «Es nuestra primera vez, tenemos muchas ganas de pasarlo bien y tener un momento de oración y encuentro con Jesús», repite varias veces una de las chicas mientras los demás asienten. A cuatro horas de la aparición de Francisco, el parque de Eduardo VII empieza a llenarse.

«Portugal no es esta fachada»

«Los lisboetas se fueron, nadie quería aguantar esto. Es insoportable, puro negocio», comenta un taxista. «Por favor, póngalo en su artículo, la gente no debe creerse que Portugal es esta fachada. Hemos pagado demasiado por algo que la mayoría no queremos. No tiene sentido que se arregle todo solo mientras viene el papa —continúa—. El país es una miseria, más de tres millones de portugueses no tienen para comer y se ha gastado una millonada para tres días que viene el papa». Y añade: «¿Por qué han censurado la pancarta recordando a los niños violados por curas?» De nada parece servirle el encuentro que Francisco mantuvo la víspera con 13 representantes de los casi 5000 niños agredidos sexualmente —según la comisión de investigación independiente constituida por la Iglesia— para pedirles un simbólico perdón. Algunos lo ven como un avance; otros insisten en que no es suficiente.

Ojo con las redes sociales

En su tercer discurso de la JMJ, Francisco alertó a los miles de jóvenes que le recibieron móvil en mano sobre lo que se esconde tras las redes sociales y los algoritmos, que, según el pontífice, utilizan a los usuarios para «estudios de mercado». Dios, les dijo, les ama «como son». En la Iglesia, insistió, «hay espacio para todos». «Ninguno sobra, ninguno está de más».

Más de medio millón de personas arroparon al papa en la Ceremonia de la Acogida, su primer encuentro con los peregrinos y su primer baño de masas en Lisboa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). En medio de un impresionante dispositivo de seguridad que ha paralizado prácticamente el centro de la capital lusa, decenas de miles de peregrinos gritaban eufóricos «Aquí está la Juventud del papa», «Cisco papa» o «Se nota, se siente, Francisco está presente».

«Simpático alboroto», comenzó el papa su intervención, que desató una sonora ovación mientras un mar de banderas de países cubría el parque y se disparaban las cámaras de miles de teléfonos. Cuando exclamó «¡No tengan miedo, sean valientes!», la multitud rompió a aplaudir y se unió para corear «Papa Francisco» y «Francisco hermano» ante la sonrisa del pontífice.