Uno de cada tres adolescentes es miope

Alfonso Torices MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Imagen de archivo de una oculista examinando la visión de un niño
Imagen de archivo de una oculista examinando la visión de un niño Inside Creative House

El abuso de las pantallas y la falta de ocio en la calle hacen que su visión empeore año tras año

29 nov 2023 . Actualizado a las 18:32 h.

El último chequeo a la salud visual de los adolescentes españoles confirma los temores y avisos de la Organización Mundial de la Salud. La pandemia de miopía, como la denomina la propia OMS, no solo avanza en España desde edades muy tempranas sino que incluso se acelera. Es la conclusión del informe realizado por Visión y Vida, Mapfre y Correos, elaborado con miles de cuestionarios específicos y exámenes oftalmológicos a chicos de 12 a 18 años de la mayoría de las autonomías españolas.

El primer dato deja pocas dudas sobre las dimensiones del problema. Casi uno de cada tres adolescentes españoles es ya miope y, lo que es peor, hasta la mitad de ellos ha necesitado corregir la graduación de sus gafas o lentillas en solo un año porque su problema se había agravado. «La pandemia de miopía afecta cada vez más a las nuevas generaciones y, si no se hace nada para frenar su desarrollo, puede generar un alto coste social», explica Salvador Alsina, presidente de Visión y Vida.

No solo hay más chicos miopes sino cada vez con mayor defectos en su visión. El 28% de los escolares de 12 a 18 años tiene entre 2,25 y 4 dioptrías y ya hay un 4% que supera las seis (el doble que hace cinco años). Esta última es lo que denomina miopía magna, que es fuente de limitaciones y graves complicaciones de salud. El ritmo de empeoramiento de la miopía entre los adolescente es un 9% mayor que entre la generación de su hermanos mayores.

La velocidad a la que empeora el problema se ve muy bien con la comparación que hacen estos expertos entre la calidad visual de los españoles que en 2017 tenían entre 12 y 18 años y la que tienen en la actualidad. En esos cinco años han más que duplicado el número de sus dioptrías, al pasar la media de 1,5 a 3,4, lo que supone necesitar gafas o lentillas con casi dos dioptrías más.

Muchos casos graves El cotejo de ambos exámenes oftalmológicos todavía es más alarmante entre los grandes miopes. En 2017, y entre quienes entonces tenían de 12 a 18 años, el porcentaje de miopes magnos oscilaba entre el 1,2% y el 1,4%, dependiendo del ojo. A día de hoy, los mismos jóvenes con más de seis dioptrías son entre el 7,9% y el 8,5%, seis veces más que hace solo cinco años. Esta clase de miopía, con tendencia a empeorar, expone a la persona a muchos riesgos, como desprendimientos de retina, cataratas o glaucoma, y en un porcentaje menor incluso a la ceguera. Los autores del estudio indican que si el ritmo de la pandemia es semejante al actual cuando estos adolescentes lleguen a edades universitarias la tasa de afectación de la miopía se habrá más que duplicado y la padecerán las dos terceras partes.

De hecho, la realidad visual española puede ser ya peor, porque cuando a estos adolescentes se les pregunta en un test anónimo, lejos de la presión de las consultas, más de la mitad dicen ver mal y hasta el 12% describe graves problemas. Entre el 37% y el 45% ve doble la pizarra, del 20% al 25% ve mejor si se tapa un ojo (de hecho en torno a un 40% suele cerrar un ojo para afinar la visión), el 40% sufre sequedad ocular cuando usa las pantallas electrónicas y entre el 31% y el 42% sufre dolor de cabeza después de un rato de estudio. Todos síntomas de una miopía no detectada o mal graduada.

No al móvil antes de los 7 años Los motivos de esta pandemia de miopía son varios, pero sobresalen dos, además muy vinculados entre sí. El primero, los daños oculares causados por el excesivo tiempo de móviles, tabletas o consolas, especialmente su uso a oscuras antes de dormir, hábito pernicioso que tiene el 66% de los adolescentes españoles. Entre quienes se enganchan a los videojuegos más de cinco horas diarias hay un 70% de miopes. El segundo, las cada vez menos horas que niños y adolescentes dedican a jugar en la calle, muchas veces ocupados en interiores por la actividad sedentaria de las pantallas. Los ojos de estos niños se desacostumbran a la visión lejana y la luz natural, elementos indispensables para preservar la salud del ojo, y presentan un 21% más de casos de miopía. Otros factores de riesgo para desarrollar esta patología son comer poca fruta y verdura desde pequeño o empezar a fumar muy joven.

Los expertos consideran esencial que los adolescentes hagan un consumo prudente de las pantallas para minimizar los daños visuales, pero tienen claro que ningún menor de siete años debería utilizar móviles, tabletas o consolas, pues a esas edades la posibilidad de lesionar los ojos con esta actividad son muchísimo más elevadas.