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Ni es cocaína, ni es rosa, ni es para la élite: las claves de la droga que habría matado a un niño de 14 años en Getafe

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Un menor de 14 años muere tras ingerir una bebida energética mezclada con dos gramos de cocaína rosa
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Atlas

Expertos en toxicología y control de daños de los estupefacientes explican qué hay detrás del 2C-B

10 jun 2024 . Actualizado a las 16:53 h.

Ni es cocaína, ni es la droga de la élite. Ni siquiera es rosa. El tusi, nexus, 2C-B, cocaína rosa o cualquier otro de los múltiples nombres que recibe la sustancia que supuestamente mató este viernes a un niño de 14 años en Getafe responde más a una creación de márketing para lanzar un producto al mercado que a sus propias características. Detrás se pueden esconder varias sustancias mezcladas, todas ellas comunes y muy conocidas en mundo de las drogas de abusoClaudio Vidal, del programa de reducción de riesgos Energy Control, y el profesor emérito de Toxicología de la USC Manuel López Rivadulla dan algunas claves sobre una droga y un suceso sobre los que planean todo tipo de dudas.

Ryan, el adolescente de la localidad madrileña de Majadahonda, cuyos restos mortales recibieron sepultura este domingo, se encontraba el viernes por la noche en compañía de dos amigos en el entorno de la estación de metro de Los Espardales, en la localidad madrileña de Getafe. Allí, supuestamente habían quedado con otros chavales a los que habían conocido a través de Instagram y fue donde, al parecer, se produjo el consumo a la postre mortal. Las primeras informaciones apuntan a la ingesta de dos gramos de este estupefaciente dentro de una lata de bebida energética. Incluso se llegó a decir que los otros menores con los que quedaron le habían introducido la droga en la lata sin que el afectado se diese cuenta y que huyeron del lugar, publicando un vídeo en las redes sociales —que posteriormente borraron— para burlarse de la víctima. Sin embargo, la Policía Nacional, según recogen algunos medios madrileños, ya han informado de que no están investigando lo sucedido como un homicidio, porque los compañeros de la víctima habrían confesado que el adolescente tomó la droga de manera voluntaria.

La autopsia y la investigación deberán aclarar en detalle lo sucedido. Por el momento, lo que está confirmado es que los sanitarios del Summa 112, que lo atendieron sobre las once de la noche del viernes, no pudieron hacer nada para revertir la parada cardiorrespiratoria que sufría.

«Es suficiente para matarlo a él, a una persona más grande o a un caballo»

A López Rivadulla no le sorprende para nada ese desenlace, porque, si se confirma que ingirió dos gramos del citado narcótico, eso es suficiente para matarlo «a él, a una persona más grande o incluso a un caballo». Dice el especialista que la dosis habitual es de entre 25 y 30 miligramos, y otras fuentes incluso la rebajan hasta entre 16 y 24, con lo que, de ser cierto que ingirió esos dos gramos, se trataría de un consumo entre 70 y 125 veces superior.

También le encaja la causa de la muerte, porque «estas sustancias estimulantes son vasoconstrictoras y afectan al sistema circulatorio, no solo a nivel cardíaco, y puede llegar un momento en el que comprometan todo el proceso circulatorio». De ahí que el accidente vascular le parezca plausible como causa de la muerte, porque «estas sustancias pueden producir este tipo de efectos». Evidentemente, si encima se toman mezcladas con otro estimulante, como en este caso una lata de Red Bull, el daño podría incluso acentuarse.

En cualquier caso, para Claudio Vidal lo de la bebida energética es lo de menos porque, si se dan por buenos los datos que han trascendido hasta ahora, la cantidad de droga «es muy alta para tener consecuencias fatales sin necesidad de agregarle la lata». O en otras palabras, aunque pudiese tener algún papel en la potenciación de los efectos, este no resulta relevante ante tal volumen de tóxico. Aunque, eso sí, pide «ser prudentes y esperar el resultado de la autopsia».

La mal llamada cocaína rosa, también conocida como BDMPEA, MFT o eros, se supone que es 4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina (2C-B). Por eso también se la conoce como tusi, porque así es como es como suenan esas siglas en ingles (tu-ci-bi). Al menos eso es lo que habría sintetizado en 1974 el farmacéutico y químico ruso-estadounidense Alexander Shulgin, que llegó a formular más de 200 compuestos psicoactivos de este tipo. En este caso se trata de un derivado de las anfetaminas, una feniletilamina psicodélica de la familia 2C. Produce unos efectos parecidos a los del LSD (dietilamida de ácido lisérgico) y el MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina). Es decir, efectos psicodélicos por una parte y estimulantes por otro. Todo eso en teoría, porque Claudio Vidal dice que lo que ellos han encontrado y analizado en la calle (festivales, discotecas y demás ámbitos de consumo) «es una mezcla de ketamina, éxtasis y cafeína». Nada que ver, por tanto, con el LSD.

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De ahí que el color rosa no tenga sentido alguno, porque de cualquiera de esas sustancias o de su combinación saldría un polvo o un microganulado blanco, incluso una pastilla si se prensa. El rosa no es más que colorante alimentario utilizado en este caso como una herramienta de márketing, que sí «ha podido contribuir a su popularidad», presentándola como «la droga de la élite». Algo igualmente falso porque el precio de 100 euros el gramo que tanto se ha difundido implica que a quién la haya comprado así «lo han engañado», porque se encuentra en algunos sitios «desde 20 euros». Tampoco en ámbitos exclusivos precisamente, sino en «festivales, raves, discotecas y ambientes de todo tipo». Lo que no sabe Vidal, y seguramente nadie, es en qué medida, porque en España no hay datos ni estudios de prevalencia sobre esta sustancia. Y en Galicia, al margen de que haya podido llegar algún caso a alguna sala de urgencias, el Servicio de Toxicología de la USC no tiene constancia de sus presencia en la comunidad.