Francisco sufre episodios de bronquitis y de gripe cada vez más recurrentes
27 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hace nueve años, en el 2015, el papa sorprendió a un grupo de feligreses al pedirles que rezaran por él porque estaba «un poco mayor y un poco enfermo». Quizás fue una broma de las suyas. Como cuando el pasado 7 de diciembre, después de varios días de ausencia por una «ligera gripe», lo primero que dijo fue: «Como ven, estoy vivo». Una frase con la que también intentaba restar importancia a su enfermedad. O quizás estas declaraciones son la muestra cada vez más evidente de que la mala salud de hierro de Francisco se resiente cada vez más y los achaques son continuos.
El último episodio ocurrió el pasado sábado, cuando el Vaticano anuló su agenda, lo que achacó también a una ligera «gripe». El domingo reapareció en el rezo del ángelus, pero este lunes la Santa Sede ha vuelto a suspender su actividad porque «persisten los leves síntomas gripales», aunque «sin fiebre».
Puede que solo sea un episodio sin importancia, porque el Vaticano no es más explícito, pero que refleja una profunda debilidad en su sistema inmune. En los últimos meses ha sufrido varios procesos gripales.
La anterior fue el 9 de noviembre, cuando el pontífice sufrió una bronquitis «muy aguda e infecciosa», como se supo pasados los días, que lo apartaron de su actividad y lo obligaron a suspender el viaje previsto a Dubái para participar en la cumbre del clima.
En realidad el problema de salud se retrotrae a marzo del pasado año, cuando Jorge Mario Bergoglio estuvo tres días ingresado en el Policlínico Gemelli de Roma por otra bronquitis. Una afección de la que parece no recuperarse.
Tampoco es la única dolencia que lo apartó del pontificado en el último año. En junio también fue hospitalizado para someterse a una operación con anestesia general para tratarse de una hernia incisional inarcerada que le provocaba obstrucciones intestinales «recurrentes, dolorosas y cada vez más graves». Esos problemas, de hecho, estaban relacionados con la intervención que sufrió en un julio del 2021, cuando le fue extirpado parte del colon debido a una «estenosis diverticular grave con signos de diverticulitis escleerosante». Con 87 años cumplidos el pasado diciembre y a punto de cumplir once años como obispo de Roma —fue elegido el 13 de marzo del 2013—, Francisco también presenta serios problemas de movilidad. Es habitual verlo apoyado en un bastón, aunque cada vez recurre con mayor frecuencia a una silla de ruedas debido a sus dolores en la rodilla.
Pese a sus achaques, el pontífice argentino está decidido a mantener su actividad y tampoco se descarta un futuro viaje a España, a Canarias en concreto. Hace dos años dijo que no pensaba dimitir, tal y como hizo su predecesor, Joseph Ratzinger. Aunque en aquel momento también introdujo un matiz «No, por el momento».