Quien quiera entrar en la ciudad de los canales a partir de este jueves tendrá que pagar cinco euros. Las multas para los infractores van de 30 a 500 euros
24 abr 2024 . Actualizado a las 13:09 h.Quien quiera entrar en Venecia a partir de este jueves tendrá que abonar un peaje de cinco euros, una medida que pretende evitar el turismo de masas en una ciudad frágil, pero a la que se oponen sus habitantes y que parece difícil de aplicar. Se convierte en la primera ciudad al mundo en la que hay que pagar para poder visitarla. Aunque no todos tendrán que hacerlo.
De las 171.000 personas registradas hasta este sábado en el nuevo portal dedicado a la venta de entradas, 40.000 habían pagado el tique y el resto estaban exentos por diversos motivos: ciudadanos de la región del Véneto, visitas médicas, alojarse en hoteles de centro o en casa de venecianos, ir solo a las islas...
¿Quién controla?
Por el momento son 29 los días en los que se podrá ingresar en la ciudad solo con reserva y pago para quienes no se alojen en la laguna. No habrá torniquetes y unos 200 inspectores entre controladores y agentes municipales se dedicarán a revisar aleatoriamente la posesión del código QR que da derecho a entrar tras pagar los cinco euros por internet.
La medida estará en vigor desde este jueves 25 de abril —el inicio de un puente en el que se prevé una importante presencia de turismo— hasta el 5 de mayo, cuando comenzará a cobrarse durante los sucesivos fines de semana hasta el 14 de julio, además del 1 y 2 de junio. Las multas para los infractores van de 30 a 500 euros.
En el centro de Venecia quedan 48.997 habitantes, la mayoría mayores de 65 años: en cambio, hay más de 52.000 plazas turísticas; en las jornadas punta los visitantes superan los 170.000 y en el 2023 Venecia recibió 38 millones de visitantes, pero solo el 30 % durmió en la laguna, según las asociaciones de ciudadanos.
¿Servirá para limitar el turismo?
El concejal Giovanni Andrea Martini, líder de la opositora Toda la ciudad unida, que capitanea las protestas contra la medida, cree que «no va funcionar, porque no se ha puesto un límite y bastará pagar». «No son los 5 euros los que limitarán el turismo», razona a Efe. Además, añade, crea «un problema de privacidad para los ciudadanos al tener que explicar tus movimientos o a quien alojas en tu casa».
Martini y diversas asociaciones han organizado manifestaciones en la plaza Roma, la principal entrada a Venecia, para protestar porque ahora «se convierte de verdad en una ciudad museo donde hay que pagar», sin «abordar todas las verdaderas problemáticas de sus ciudadanos». «Se trata solo de un modo de monetizar sin resolver el problema porque no se ha puesto un límite a la entrada», explica Marco Gasparinetti, también concejal y portavoz de la asociación 25 abril, cuya propuesta era también «una reserva, pero gratuita y con un límite de acceso».
Señala que la gran paradoja es que «se aplica solo hasta las 16 horas, lo que significa castigar a las familias y dejar total libertad a los que vienen a emborracharse, a celebrar las despedidas de soltero, a ese turismo molesto para los habitantes». Y añade: «Esto es un impuesto, no una contribución».
El pago disuadirá a las masas
El alcalde, Luigi Brugnaro, defiende su iniciativa: «Nadie quiere cerrar la ciudad y si alguien quiere venir esos días puede hacerlo pagando cinco euros y reservar la visita. Esto nos dará datos reales e importantes: cuántos visitantes, de dónde vienen, cuántas exenciones y mucho más, una herramienta importante para entender cómo organizar los servicios».
Es «un experimento que nadie ha llevado a cabo hasta ahora, pero que muchas ciudades internacionales están analizando con atención», asegura a Efe el concejal de turismo, Simone Venturini. «La tarifa de acceso no fue concebida como un billete que pagar, sino como un sistema de reserva para visitar el centro histórico con el objetivo de mejorar la gestión de los flujos y lograr un equilibrio entre las necesidades de quienes pretenden descubrir las bellezas de la ciudad y aquellos que, en cambio, viven o trabajan en ella». Y concluye: «Somos conscientes de que será un viaje largo y, si es necesario, estamos dispuestos a hacer ajustes en el camino. Sin embargo, no podemos esperar más, porque Venecia es una ciudad frágil, que debe ser protegida por todos aquellos que la visitan durante el día».