Isabel Ordaz, «La Hierbas» de «Aquí no hay quien viva», habla sobre su cáncer: «Me vi secuestrada por la enfermedad, ni siquiera podía llorar»

P. V. LA VOZ

SOCIEDAD

La actriz Isabel Ordaz, en una fotografía del pasado mes de enero
La actriz Isabel Ordaz, en una fotografía del pasado mes de enero J.P.GANDUL | EFE

La actriz relata cómo vivió su tumor en el colon, del que ya se ha curado después de cinco años de tratamiento en los que estuvo «entretenida, confusa y anonadada»: «Solo había una flecha que señalaba el departamento de oncología»

18 jun 2024 . Actualizado a las 17:18 h.

Isabel Ordaz se ha hecho a lo largo de los años un hueco destacado en las casas de toda España, especialmente por su papel de La Hierbas en la serie de ficción Aquí no hay quien viva. Un personaje que, con su histrionismo, su adicción a las infusiones y su alternativa forma de pensar, destacaba en esa variopinta comunidad de vecinos. Lo que pocos sabían es que la intérprete, a sus 67 años de edad y más de 40 de carrera, ha superado recientemente un cáncer de colon, contra el que estuvo recibiendo tratamiento durante los últimos cinco años.

«Me vi secuestrada, anonadada por esta enfermedad», ha contado la actriz en una profunda revista a la revista Vanitatis en la que ahonda en su dura experiencia, un tiempo en el que «ni siquiera podía llorar». «Hay un desorden interior tan grande que es casi un cuento de Lovecraft, un cuento gótico que te va comiendo», comenta sobre esos años en los que el cáncer se volvió el centro de su vida y en los que lo único que había, día a día, era «una flecha que señalaba el departamento de oncología».

Los diagnósticos, al principio algo meramente técnico y médico, acaban «bajando al corazón, a la piel», y a medida que pasa el tiempo, se va entrando «en el protocolo de la curación y de las etapas», añadiendo al vocabulario cotidiano palabras hasta entonces desconocidas. «No quería ser como una estadística en una revista clínica», destaca sobre un sistema protocolario que «por un lado te cura», pero por otro «no eres tú, no tienes nombre».

En ese proceso, extenuante anímicamente, que la mantuvo, «en el mejor de los casos, entretenida, confusa y anonadada», asegura que el futuro es tan «inestable e incierto», tan indescifrable, que lo que le salió, ineludiblemente, fue hacer un balance de sus recuerdos. «El pasado sale de una manera natural», comenta la actriz, «haces un repaso de ti mismo, ya que el día a día no te pertenece».

Con ese proceso de introspección ya hecho, Isabel Ordaz recurrió a la literatura y a la poesía para gestar el libro que ahora acaba de presentar, La vida en otra parte: Viaje alrededor del cáncer, un recorrido tanto por las reflexiones sobre su pasado surgidas ese momento vital como del propio paso por el hospital. «Empiezas a ser una persona muy dependiente del cariño de los amigos, del cuidado de la gente, de la amabilidad de los enfermeros o de las enfermeras e incluso de los propios especialistas», y explica que es en momentos así cuando más consciente se es de quiénes tienen talento terapéutico y quiénes no. «He tenido suerte, pero con alguno malo me tropecé», revela, lo que la llevó a cambiar de médico en alguna ocasión.

«En esos momentos estás absolutamente frágil», explica, lo que hacía que estuviese más pendiente de los pequeños detalles, los comentarios o de las sutiles muestras de cariño o consideración.

Su experiencia también le ha llevado a reflexionar sobre la sociedad actual, tan centrada en el concepto del éxito que se vuelve «altamente cruel» con respecto al concepto de enfermedad, convertido a la postre en un estigma. «A veces me daba por pensar, por ejemplo, en los mendigos de los parques, en los que ves con el cartón durmiendo en verano y en invierno», comentó, «yo a veces pensaba '¿Es que ellos no tienen cáncer? A lo mejor ellos no se salvan. Entonces, ¿por qué yo sí me salvo?'».

Pero aún así, cree que su enfermedad la ha llevado a ser más humana. «He renacido», exclama, «gracias a los médicos, a todos; a la amistad también; y a mí misma, supongo». Ahora, ya curada, todavía se tiene que enfrentar, ya desde otro lugar emocional, a las revisiones. Pero con un plazo más largo y por simple protocolo. «Nunca recibes un alta como tal, pero se puede decir que el médico me ha dicho que estoy curada», dice Isabel Ordaz, que, según explica, «ya lleva cinco años haciendo una vida normal» y a saborear aspectos que antes se le pasaban por alto.