La vida vuelve a la villa «fantasma» de Puerto de Naos dos años después
SOCIEDAD
El pueblo fue desalojado por las altas concentraciones de dióxido de carbono en La Palma
14 jul 2024 . Actualizado a las 10:12 h.La villa turística de Puerto de Naos estuvo cerrada a sus residentes desde el 2021 a causa de la erupción de un nuevo volcán en la isla canaria de La Palma. Una alta concentración de gases tóxicos (dióxido de carbono) hacían peligrosa la estancia para sus habitantes en este destino vacacional y el de La Bombilla, situados a más de una decena de kilómetros del epicentro, y el Gobierno dictó un decreto para ordenar su evacuación. Todos los vecinos abandonaron sus hogares y el pueblo, considerada la Marbella de la isla bonita, se convirtió en una villa fantasma con las calles vacías y sin gente. Solo trabajaban los obreros para pintar las fachadas cubiertas de ceniza.
Las autoridades colocaron decenas de medidores por todo el pueblo para detectar niveles de riesgo en el aire. Carteles de peligro avisaban del alto riesgo de concentración venenosa de dióxido de carbono.
A principios de junio de este año, la densidad del gas disminuyó, salvo en el centro de la villa, y las autoridades permitieron el regreso a sus hogares. Pero, a mediados de mes, pocos vecinos habían regresado a casa y los que lo hicieron, muchos de ellos no pasaron la noche allí por miedo a respirar aire tóxico mientras dormían.
Decenas de negocios, muchos dedicados al ocio y la hostelería, seguían cerrados al inicio de la campaña veraniega. El paseo marítimo estaba desierto. En los balcones y portales seguían pegados los carteles oficiales con advertencias de peligro.
El gran complejo hotelero y de resort que presidía la playa solo tenía previsto operar con un tercio de su ocupación durante julio y agosto. Optaron por ser cautos hasta que no hubiese seguridad total para sus clientes. Los locales y chiringuitos seguían cerrados al público y solo los garajes vacíos tenían los portalones abiertos. Solo se atrevían a ir a la playa un puñado de turistas, que llegaban a través de una carretera cortada por el medio de la lava, a tomar el sol en sus arenas negras. Un único chiringuito con música daba alegría a este lugar.
En una tienda de campaña, unos técnicos seguían midiendo la concentración de gas. Sabían que el dióxido de carbono se estaba colando por una red de viejas grietas y túneles creados por antiguos volcanes y que se habían conectado con los originados por la erupción del volcán Cabeza de Vaca o Tajogaite. Los gases emanaban en pleno centro de Puerto Naos, hundido entre imponentes acantilados y rodeado de plantaciones de plátanos, el petróleo verde de la isla. Debido a tales emisiones a través de grietas del subsuelo, el centro histórico de Puerto Naos seguía cerrado, con obras y construcciones paradas por la emergencia de seguridad.
Fue necesario abrir una nueva carretera para llegar a esta villa, cortando el torrente de lava solidificada. Las excavadoras y volquetes trabajan a duro ritmo para abrir claros en los que urbanizar e instalar viviendas para los vecinos evacuados y que ahora residen en contenedores provisionales en Los Llanos.
Durante el camino se ven casas derruidas o aplastadas por la corriente. Bajo ese manto negro que cruza la ladera hasta el mar se traza una red de túneles que se ramifican hasta Puerto Naos. Nadie sabe cuánto durará la alerta pero, por el momento, hasta los vecinos desconfían de volver a sus hogares. Cuando el turista se apea del coche, nota el aire enrarecido, a veces sin estar sugestionado porque ignora la realidad de este destino vacacional. Poco a poco, la vida vuelve a este lugar atrapado por el tiempo, que una activación volcánica en septiembre del 2021 paró en seco.